La opinión pública colombiana no había aun digerido las declaraciones (la mayoría ni siquiera leído la carta) de Timochenko insinuando que sus negociadores en la Habana podrían levantar el acuerdo de confidencialidad, cuando ya los medios prepago estaban disparando acusaciones y amplificando la propaganda del gobierno sobre que las FARC no tienen voluntad real de paz y que una vez más estaban engañando al pueblo colombiano.
Las
declaraciones de Timochenko se dieron en respuesta al comportamiento erratico,
arrogante, desafiante y contradictorio de Santos en la conducción de los
diálogos de paz de la Habana, pero ese hecho no les merece a los medios prepago
ningún comentario, mucho menos un análisis crítico.
La
oportunidad no puede ser más propicia para revivir también el tema álgido sobre
reconocimiento de las víctimas y el sometimiento a la justicia de los
victimarios, exigencias que insólitamente solo aplican para una contraparte del
conflicto, la guerrilla de las FARC.
Para el
gobierno de Santos, su camarilla de áulicos y secuaces, y sorprendentemente para
una gran mayoría de colombianos, la única parte en quien recae todo el peso de
la responsabilidad de que las negociaciones sean exitosas o no, son las
FARC. De ahí que cuando temas críticos como
el de las victimas salen a flote, las presiones solo están dirigidas a las
FARC; como si solo contaran las víctimas de una lado; o peor aún, como si lo
que el país ha sufrido por mas de 50 años no es un conflicto entre el estado colombiano
y un grupo de colombianos que fueron forzados a alzarse en armas, sino una
guerra frontal de un grupo de delincuentes en contra de la población
colombiana, en la cual el papel del estado ha sido el de un simple, inofensivo
y pasivo espectador (o incluso también víctima, como muchos lo presentan).
Las
masacres, las desapariciones, las ejecuciones extrajudiciales, los falsos
positivos, las persecuciones y asesinatos selectivos de líderes sindicales, sociales,
de defensores de derechos humanos, etc., cometidas por el estado durante los
más de 50 años de conflicto, directamente o en colusión, o por intermedio de sus
brazos paramilitares, y que ha cobrado la vida de cientos de miles de
colombianos, no cuentan. Crímenes que
han sido y siguen siendo cometidos en desarrollo de procedimientos y doctrinas militares
estándar no solo en Colombia sino en muchos otros países donde gobiernos
títeres de poderes extranjeros enfrentan un enemigo interno que representa una
amenaza para el régimen de turno impuesto y para los intereses económicos de
las oligarquías políticas y empresariales nacionales y sus patrones
internacionales.
Si se
trata de calificar la monstruosidad de los crímenes, el solo hecho de que los
anteriormente señalados hayan sido cometidos por el estado que supuestamente
está para proteger a sus ciudadanos, debería ser suficiente para que el pueblo
colombiano exigiera que sus autores, determinadores y ejecutores fueran
condenados ejemplarmente; y que haya plena reparación de los familiares de sus
víctimas. Ese solo hecho también es suficiente para calificarlos como crímenes de
lesa humanidad. Pero como entre los victimarios están expresidentes, generales,
congresistas, empresarios, miembros de las oligarquías y mafias políticas,
incluso el presidente actual, lo más conveniente es enfocar la ira y las
demandas hacia un solo de los bandos en conflicto.
Dentro
de un conflicto interno todos los crímenes contra la población civil son
repudiables, y cuando dentro de una negociación política seria se buscan mecanismos
de justicia, reparación y no repetición, todos los crímenes y victimarios
tienen que ser identificados, no solamente los de una parte.
No se
trata de minimizar los crímenes que haya podido cometer la guerrilla, pero aun si
les achacamos todos los que aún no han sido plenamente establecidos por una
comisión de verificación independiente, éstos palidecen en monstruosidad y
magnitud si se comparan con los del estado terrorista colombiano registrados
anteriormente…
Los
siguientes son los atribuidos a la guerrilla:
- Muertes colaterales de civiles, incluidos niños, mujeres, personas de tercera edad, como resultado de los ataques con bombas artesanales (cilindros de gas) a estaciones de policía ubicadas en centros residenciales, escolares…
- Ejecución de políticos secuestrados como resultado de intentos de rescate suicidas por parte de las fuerzas armadas del estado colombiano….ej.: casos de diputados del Valle, gobernador de Antioquia, etc…
- Asesinatos selectivos de campesinos e indígenas en represalia por ser informantes del ejercito…..
- El secuestro de civiles ajenos al conflicto……
Asi las
cosas, las negociaciones que se adelantan en La Habana podrán producir un
documento de acuerdos, el cual incluso puede ser refrendado, pero no pasara de
ser eso,…un documento. Una verdadera paz
y reconciliación entre los colombianos solo será posible cuando los crímenes
cometidos por ambos bandos del conflicto sean revelados; y sus autores
intelectuales, determinadores y autores materiales sean judicializados, asi sea
por una justicia transicional que establezca penas de corto plazo o
simbólicas.
Con tantos criminales y enemigos de la paz agazapados en el estado terrorista, tal vez la siguiente entrevista sea una de las ultimas que queden para el registro historico del fracaso de los dialogos de paz en La Habana.
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