sábado, 31 de mayo de 2014

Dilema en elecciones presidenciales del 15 de Junio – Un monstruo de dos cabezas


Lamentable que la coyuntura electoral del momento no haya servido para que la mayoría del pueblo colombiano, y en especial aquellos que han estado en oposición a los tradicionales partidos políticos (incluidos sus montones de engendros), hicieran una reflexión sensata sobre el origen, naturaleza y evolución del conflicto interno colombiano.

Ante la disyuntiva que presentan las candidaturas entre las que se definirá la presidencia de la república el próximo 15 de Junio, la inmensa mayoría de quienes no están alineados (o alienados?) ideológicamente con los dos candidatos se enfrentan al dilema de si deben votar por la continuación de las negociaciones de paz con las FARC o por el recrudecimiento de la guerra.

El dilema pierde fuerza y sentido si se tuviera claridad sobre quien ha sido y sigue siendo el enemigo real del establecimiento durante el largo y crudo conflicto que ha azotado al país; y con base en esa claridad, identificar quien es realmente la contraparte en las negociaciones de paz que se desarrollan en La Habana.

Es un avance que en un importante sector de la opinión pública haya empezado a permear el reconocimiento de que el conflicto interno tiene sus orígenes en la injusticia social, la inequidad en la tenencia y propiedad de la tierra, la explotación despiadada de los recursos naturales en beneficio de intereses externos, y en la represión y violencia ejercida por el estado como mecanismo para contener y reprimir cualquier signo de levantamiento popular.

No obstante, lo que la inmensa mayoría de la sociedad civil ignora o no entiende a cabalidad es que la guerrilla surge de ese sector rural de población reprimida y explotada, en respuesta a la persecución, despojo, represión, e incluso asesinatos a que han sido víctimas por parte del aparato militar y paramilitar estatal operando al servicio de las clases dominantes.

La distorsión en la comprensión del origen y naturaleza del conflicto se debe a la maquinaria propagandística del establecimiento y sus medios serviles, la cual ha sido muy efectiva en su objetivo de vender a la guerrilla como el único enemigo del estado; y mas llanamente expuesto, como el enemigo del pueblo, de la paz y la democracia. Esa propaganda sumada a la propaganda aún más agresiva y sistemática de estigmatización y satanización de las guerrillas identificándolas como las únicas responsables de los crímenes y en general de la violencia que ha azotado al país durante los últimos 50 años, ha calado tanto que una gran parte de la sociedad civil repudia y odia a la guerrilla, incluso más que las clases dominantes que han sido también objetivo de sus ataques como quiera que son esas elites las que determinan como se alterna el poder y reparte el patrimonio nacional.

Tan efectiva ha sido la propaganda oficial, que el efecto distorsionador del conflicto y estigmatizador de la guerrilla no solo ha calado entre sectores de la sociedad civil de grandes centros urbanos que poco o nada han sido afectados por la guerra, sino entre sectores rurales que viven sumidos en la miseria, marginados y que hasta son victimas de la violencia estatal.

Ese acondicionamiento mental es lo que impide reconocer que las negociaciones de paz en curso no es un proceso entre el Estado y un grupo guerrillero, sino entre el Estado y el grueso del pueblo colombiano que histórica y sistemáticamente ha sido victimizado, despojado, violentado y excluido desde la misma época colonial. Con la mal llamada independencia lo único que cambio fue el origen de los que usurparon el poder; ya no eran designados por la corona española sino hijos de las elites criollas empoderadas políticamente y enriquecidas por sus  conexiones con los representantes de la corona.

Desde esta perspectiva, lo reconozcamos o no, o nos guste o no, las FARC son el interlocutor de esa gran mayoría del pueblo colombiano en las negociaciones que se adelantan en la Habana. Lo que se esta negociando no es la paz, la paz no se negocia, lo que se negocia son reformas políticas, económicas y sociales que den solución a las causas que originaron el conflicto y a las ramificaciones que han surgido durante los 50 años de guerra.





Los puntos de la agenda que se esta discutiendo en La Habana no cubrirán todas las reformas que se necesitan, pero si las que se acuerden se implementan, tal vez el fin de la confrontación armada sea el inicio de una etapa de vida en paz y con justicia social para todos los colombianos.

Así que el voto por Santos no es para re elegirlo como presidente sino para mantenerlo sentado en la mesa de negociaciones. Muchos tenemos muchas reservas sobre las verdaderas intenciones y motivaciones que tuvieron Santos y sus patrones locales y extranjeros para iniciar los diálogos, pero con una agenda que muestra avances en tres de los 5 puntos, con mas de dos años de negociaciones formales y con una comunidad internacional (no la misma de la que habla el gobierno de los EEUU) vigilante y esperando resultados, al gobierno de Santos le quedará muy difícil cambiar de curso o acudir a tácticas de terrorismo de estado para responsabilizar a las FARC y así justificar la cancelación de los diálogos.

No hay que pensar que votar por Santos es un acto de aprobación de sus políticas neoliberales depredadoras. El representa lo mas rancio de las oligarquías  y mafias políticas y empresariales que se han lucrado del conflicto; es el representante de los enemigos del pueblo colombiano, y por eso mismo es que debemos impedir que se levante de la mesa de negociaciones. Santos es el enemigo del pueblo mas prominente que ha aceptado sentarse a negociar y buscar salidas políticas al conflicto colombiano, de ahí el imperativo de impedir que se levante de la mesa de La Habana. Y eso solo es posible si continua como presidente.

Hagan la siguiente reflexión a la hora de decidir por quien votar el próximo 15 de Junio: el enemigo del pueblo colombiano es un monstruo que se ha mutado y hoy tiene dos cabezas; una que jala hacia una salida política del conflicto, y que hasta ahora se ha impuesto pues ya ha iniciado un proceso de diálogos;  y la otra, mas malévola y que se ha despertado con ocasión de las elecciones, que no solo quiere destruir todo lo que la otra cabeza ha logrado durante los dos años de negociaciones, sino escalar la guerra contra quienes el monstruo considera (en esto si coinciden las dos cabezas) son los enemigos del estado; léase, la mayoría del pueblo colombiano.

lunes, 26 de mayo de 2014

Elecciones 2014: Dilema de segunda vuelta no es entre guerra y paz sino entre rumbo definitivo al abismo y la última oportunidad de sobrevivencia

El proceso electoral colombiano y el triunfo del candidato del narcoparauribismo confirman lo que aquí se ha escrito en varias ocasiones. Que la inmensa mayoría, de la minoría de colombianos que votan, creen que el derecho de elegir a sus gobernantes es un ejercicio democrático genuino y que su voto realmente cuenta  a la hora de establecer las prioridades y sopesar los intereses colectivos una vez el elegido asume el poder.

A esa falsa premisa, hay que agregarle el hecho de que su decisión de por quién votar es en muchos casos forzada o inducida, influenciada por información tergiversada y manipulada que no coincide con la realidad, asi esa realidad la estén sufriendo, viendo en su cotidianidad. Los discursos triunfalistas no pueden alegar que sus electores votaron en conciencia si la información que les han suministrado y en la que basan su decisión es tergiversada, y en el peor y más común de los casos, opuesta totalmente a la verdad.
No de otra manera se explica que derechos humanos fundamentales como es el derecho a vivir en paz y dignamente, sea mezquinamente manipulado a tal punto que a millones de seres humanos les han inyectado la perversa idea de que la paz se logra ganando las guerras, esto es eliminando al “enemigo”.

En el caso colombiano la manipulación del derecho a vivir en paz ha superado los límites de la mezquindad humana. Asi es como se puede retratar lo que está sucediendo durante el proceso electoral en curso con miras a elegir al próximo presidente de Colombia. Con mayor o menor nivel de mezquindad, tanto la campaña del presidente candidato como la de su contendor han usado políticamente el derecho a vivir en paz que tienen todos los colombianos.

Los dos candidatos que quedan en la contienda electoral mienten cuando identifican solamente a la guerrilla como la causante de la violencia y miseria que azota al país. Los dos candidatos no solo encubren la violencia y el terror causado por el estado, sino el hecho incuestionable de que el origen y agudización de la miseria e injusticia social se deriva de las políticas económicas en favor de las elites locales y trasnacionales.

En ultimas, manipulan la información y juegan perversamente a la guerra contra la guerrilla para esconder el hecho de que el conflicto interno ha perdurado (o lo han hecho perdurar) por más de 50 años, simplemente porque la guerra no es contra un grupo de colombianos que decidió recurrir a las armas para defenderse de la violencia, el terrorismo y explotación estatal, sino contra todo el pueblo colombiano, como pretexto para, a través de la represión y violencia, mantenerlo a raya y asi asegurar que el control del poder estatal, la propiedad de las tierras y la explotación de sus recursos siga en manos de unos pocos privilegiados. 

No hay muchas diferencias en la manipulación perversa del conflicto entre las dos campañas presidenciales que se disputarán la presidencia el próximo 15 de Junio, pues al fin y al cabo los dos candidatos son fieles representantes de esas clases dominantes que buscan perpetuarse usando como pretexto precisamente la existencia del conflicto. El dilema de siempre de los colombianos:  votar por el menos peor o el menos dañino para el país.

No obstante, hay hechos reales como las negociaciones de paz que se desarrollan en La Habana que deberían considerarse a la hora de inclinarse por la re elección de Santos. No como una expresión de voto de confianza plena en sus reales intenciones en la mesa de negociaciones y en el proyecto de paz que tenga en mente, sino porque la dinámica y resultados parciales de las negociaciones, asi como la trascendencia que han tenido en el ámbito internacional, podrían influir para que en un segundo gobierno de Santos, los eventuales acuerdos que finalmente se plasmen en un documento se constituyan en el referente para el diseño de un pais mas justo, asi muchos de los cambios que resulten de las negociaciones no se puedan concretar en el inmediato plazo.

Quienes voten por Zuluaga no votarán por un proyecto alterno de paz como lo pretende vender su campaña. De hecho, lo que plantean no debe llamarse una propuesta alterna de negociaciones, pues no se puede hablar de “negociación” cuando lo que esperan es la rendición del enemigo; pero aun, cuando ese enemigo ha sido magnificado, usado perversamente y responsabilizado como el único causante de las desgracias del país.  Es una treta burda del narcoparauribismo pretender hacer creer que, aun en el evento de que las FARC acepten rendirse, entregar las armas y someterse a la justicia, el conflicto interno llegará a su fin y que todos los problemas sociales y económicos se solucionarán como por arte de magia. 
    
Es iluso pensar que aun con Santos se verán cambios significativos en la vida de la mayoría de colombianos, ni siquiera tal vez para quienes han sufrido directamente las consecuencias de la guerra, pero al menos, con un proceso de negociación política del conflicto en curso, persiste la esperanza de que en el corto plazo pueda haber un cese del asesinato de colombianos y que durante ese periodo nuevas fuerzas internas o fuerzas externas puedan coadyuvar a que el gobierno instituya unas mínimas reformas sociales y económicas, asi el modelo económico depredador y explotador continúe siendo el referente de las políticas macro.  

Nada de eso se vislumbra si el narcoparauribismo puro reasume el control del estado. La violencia y terror estatal se agudizarán desde el primer día de su narcogobierno. La “Colombia distinta” que promete el narcoparauribismo no puede entenderse sino como la culminación del proyecto de refundación de la patria, el cual se vio truncado tras el impedimento para la tercera re elección de Uribe. 

Esa Colombia distinta no está planteada pensando en el país como nación; ni siquiera pensando en los 3.5 millones de votantes que le permitirán volver al poder; de hecho solo una mínima fracción de esa masa de votantes será beneficiaria de ese proyecto guerrerista: los narco terratenientes que podrán recuperar y acumular ilegalmente más tierras, las mafias empresariales y financieras que ganan con cualquier candidato pues siempre le apuestan a todos los candidatos en contienda, los señores de la guerra (narcoparamilitares y altos mandos de las FFMM), y las mafias políticas en el congreso que aun habiendo apoyado a Santos, e incluso haber sido elegidos por la Unidad Nacional, estarán prestos a dar la voltereta y re acomodarse dentro del narcoparauribismo y asi garantizarle la mayoría aplastante que necesita para aprobar todos los proyectos de ley que presentará su presidente títere.   

Por fuera de la masa electoral también hay muchos buitres y halcones frotándose las manos y cruzando los dedos para que el narcoparauribismo retome el poder: los mercaderes de la muerte, léase los fabricantes de armas y equipos de guerra; los denominados inversionistas extranjeros que quieren más gabelas tributarias, garantías jurídicas e inmunidad para saquear los recursos; y por supuesto, el gobierno gringo que por ser el depositario del prontuario criminal de Uribe (y por ende su protector contra su enjuiciamiento), será quien realmente definirá las políticas económica, militar e internacional de su tercer mandato (más bases militares, rompimiento de relaciones con Venezuela, centro de operaciones para una eventual intervención militar contra Venezuela, más gabelas para sus multinacionales, incremento de la deuda,…)  

La gran mayoría de electores no escaparán a las persecuciones, desapariciones, desplazamiento, asesinatos selectivos y ejecuciones extrajudiciales que volverán a ser crimines de estado cotidianos, una vez retomado el poder. Sus victimarios no les preguntarán o pedirán prueba de que votaron por Uribe al momento de su ajusticiamiento.


jueves, 15 de mayo de 2014

Democracia en Colombia - Un grotesco espectáculo electoral y un pueblo hipnotizado

Por qué los colombianos toleramos, permitimos tanta mentira disfrazada de verdad, condición que es utilizada por los psicópatas mentirosos que ostentan el poder para justificar y/o defender sus actos de corrupción, crímenes y toda clase de acciones de gobierno destructivas y en contra de los intereses de todos los colombianos?

Tal vez la mejor explicación a este fenómeno de acondicionamiento y aletargamiento mental la dio el premio nobel de literatura de 2005, Harold Printer, quien en su discurso durante la ceremonia de recibo del premio expresó: “el grado de nuestro adoctrinamiento es un brillante, incluso ingenioso y altamente exitoso acto de hipnosis, como si la verdad nunca ocurriera asi la veamos que está ocurriendo [frente a nuestros ojos]”.

Nada más claro y oportuno para describir el estado mental que predomina en la inmensa mayoría de colombianos y que se refleja con mayor intensidad en época electoral: viven en un absoluto estado de hipnosis. 

No de otra manera se puede explicar la energía y tiempo que los colombianos dedican, (malgastan) pendientes del grotesco espectáculo politiquero del momento y, peor aún, que sea la verborrea y mentiras que escuchan durante las campañas políticas, lo que determina su posición política y decisión de votar por uno u otro de esos candidatos farsantes, que en últimas representan a la misma camarilla de rufianes.



El caso más patético se revela por estos días con ocasión de las mutuas acusaciones entre las campanas del narcoparauribismo y la del santismo.  No es que las acusaciones per se sean falsas, o simples acciones políticas de guerra sucia como las minimizan los medios prepago.  La historia y hechos que ocurren a diario demuestran que tanto unos como otros  han estado siempre estrechamente ligados al mundo del narcotráfico, al crimen organizado y a las mafias políticas y económicas trasnacionales que en conjunto son las que determinan a quienes ponen a la cabeza del gobierno de turno, todo dentro de un sistema político y económico corrupto diseñado para que solo representantes serviles e incondicionales defensores de sus intereses se roten el poder.

Esta es la primera y más importante verdad que hay que comprender, y como tal no se puede permitir que los politiqueros, en complicidad con sus medios prepago, la escondan, manipulen o entierren. 

Solo cuando esta verdad es entendida e incorporada en nuestra mente es que se puede interpretar y desenmascarar la otra categoría de acusaciones entre uno y otro bando, y que pretenden presentar como muestra de sus diferencias de tinte ideológico. Entre estas, las más patéticas son las que viene haciendo el narcoparaco Alvaro Uribe Velez en sus correrías promoviendo la candidatura de su títere Oscar Iván Zuluaga. Veamos algunas de estas burdas acusaciones, y algunas de sus falsas y cínicas promesas de campaña:  

  • El presidente Santos es el candidato del castro-chavismo, del petrismo y de la “far”;
  • Santos le terminará de entregar el país a la guerrilla
  • La paz solo es posible cuando matemos al último de los guerrilleros;
  • Solo con seguridad democrática habrá prosperidad para todos;
  • Nuestra prioridad será el apoyo al campo y a nuestros campesinos;






……………………………….

Y por el lado del santismo:
  • En mi campana del 2010 no entró ni un centavo del narcotráfico, dice Santos
Claro que entraron millones de dólares, como han entrado siempre en todas las campañas legislativas y presidenciales que antecedieron la de Santos. Es apenas inherente a la naturaleza mafiosa del Estado desde que el narcotráfico se enquistó en la vida política, social y económica del país; monstruo que por lo demás, es un engendro de las políticas de guerra contra las drogas disenadas y promovidas por el gobierno gringo.





Por eso no es osado pensar que la negociación del narcoparaco conocidos con el alias de Comba no tenía como fin su entrega a las autoridades colombianas.  Su objetivo era que Santos le acelerara su proceso de extradición a los EEUU, y lo lograron. Múltiples hechos recientes demuestran que a los narcoparacos les ha ido muchísimo mejor en los EEUU que en Colombia. Allá si acaso pagan cárcel por unos pocos años, periodo durante el cual culminan negociaciones con autoridades gringas (les entregan buena parte de sus fortunas,…o más exactamente, las comparten con los gringos), y luego salen libres, aun millonarios, se quedan a vivir en EEUU, e incluso son tratados mucho mejor que un inmigrante honrado. 

Mas sobre el santismo:
  • Los TLCs traen inmensos beneficios para todos los colombianos;
  • La justicia es autónoma y eficaz;
  • No descansaremos en combatir la corrupción;



Toda esta sarta de burdas acusaciones y mentiras no tendría ningún efecto en la vida de los colombianos si no fuera por la amplificación que les dan los medios prepago del sistema, cuya misión es manipular las verdades y hechos cotidianos que ellos perciben como amenaza para la perpetuación del sistema corrupto, el que a su vez los enriquece y sostiene como un poder detrás del poder gubernamental. 




Y es que la propaganda que utilizan estos medios prepago para presentarse como medios independientes es de hecho otra de las grandes mentiras. No se requiere sino una pizca de cerebro para desenmascararlos cuando se escucha por ejemplo la propaganda de BluRadio, que con toda la desfachatez, se autoproclaman como ejemplo de “periodismo independiente, con contexto, que no es amigo del poder sino que lo vigila….”, etc., etc.  Su farsa se desploma cuando se conoce que sus dueños, la familia Santodomingo, son precisamente miembros de las elites/clanes familiares y mafias políticas y empresariales que eligen, usufructúan y sostienen el sistema corrupto que dicen vigilar. 

Tanto para los políticos como para periodistas colombianos,  razonamiento como el que guiaba las actuaciones del criminal de guerra Henry Kissinger (tan admirado y venerado en Colombia), está también enquistado en sus mentes: “lo que importa no es lo que es verdad sino lo que es percibido como verdad”.

Para terminar, volviendo al discurso del premio nobel Harold Printer, vale la pena resaltar el siguiente aparte:

“La mayoría de los políticos, con base en la evidencia disponible, no están interesados en la verdad sino en el poder  y en el sostenimiento de ese poder. Para mantener ese poder es esencial que la gente continúe siendo ignorante, que el pueblo viva ignorante de la realidad, incluso de la realidad de sus propias vidas.  Lo que nos rodea por lo tanto es una inmensa alfombra de mentiras, de las cuales nos alimentamos.”



lunes, 5 de mayo de 2014

El país prospero de Santos – Corrupción rampante, origen de generación de nuevos ricos

La prosperidad democrática del gobierno de Santos es real. Pero no para la gran mayoría de colombianos sino para una pequeña fracción conformada por altos mandos militares, directivos y funcionarios de instituciones del estado (gobierno y rama judicial), miembros del congreso, abogados y miles de ejecutivos y empleados de multinacionales y empresas privadas locales que cual sanguijuelas viven de contratos con el Estado.




Y no estamos hablando de una corrupción "en sus justas proporciones" como en la época del gobierno de Turbay,  sino de la corrupción extrema, rampante que trajo consigo la seguridad democrática y confianza inversionista de los últimos dos gobiernos.

En este nuevo pozo séptico las cifras que se manejan ya no son en millones sino en cientos de millones de pesos, e incluso en millones de dólares; y de esa repartija están usufructuando asesores cercanos al presidente Santos (por supuesto, también usufructuaron los cercanos a Uribe), generales y oficiales de alto rango de las FFMM, jueces y magistrados de las altas cortes y fiscales que llevan casos relacionados con narcotráfico y paramilitarismo; asi como altos funcionarios de entidades como la Agencia Nacional de Minería, la Agencia Nacional de Hidrocarburos, la Dirección Nacional de Estupefacientes, la Dirección Nacional Penitenciaria, las superintendencias, contralorías, procuradurías, y prácticamente todas las _ias...

Veamos algunos ejemplos de cómo y de donde han surgido estos nuevos billonarios...

El jugoso negocio de la guerra



Escandaloso para los estándares latinoamericanos (incluso globales) es el presupuesto que destina Colombia para mantener la guerra interna que ha sufrido el país por más de cincuenta años.  3.4% del producto interno bruto nacional (el porcentaje más alto de América Latina), esto es $24.300 billones de pesos (US $13.000 millones), de los cuales la mayor parte están destinados a millonarios contratos en US$ para la adquisición de equipos y armas para la guerra (incluidos aviones, drones, helicópteros, bombas inteligentes, aparatos sofisticados de espionaje) y contratos logísticos con proveedores locales e internacionales.

De esta danza millonaria de contratos se han beneficiado generales, coroneles, civiles asignados a las dependencias de contratación y hasta amigos cercanos al presidente Santos. De ahí que no sea extraño ver que ahora los generales y otros oficiales de alto rango disfrutan su retiro en grandes haciendas y casas campestres, como inversionistas de grandes empresas, o dueños de sus propias empresas de seguridad. Entre los beneficiarios de este pozo séptico también están los militares presos por los horrendos crímenes denominados falsos positivos quienes supuestamente pagan sus condenas muy cómodos en centros de detención tipo resorts dentro de las bases militares y quienes reciben periódicos pagos millonarios por su silencio dentro de las investigaciones que involucren a sus superiores.

El pozo séptico en el sector salud y superintendencias

A este pozo séptico, llevado al reboce  durante las últimas dos administraciones,  descargan las tuberías putrefactas de las entidades que manejan los sistemas de salud y financiero principalmente. Como ejemplo del primero hay que resaltar el robo billonario por parte de las EPS, con complicidad de gobierno por supuesto, principalmente el caso de SaludCoop, no solo por el escandaloso monto que se robaron de las arcas públicas a través de cobros por medicamentos, servicios no prestados, o prestados pero sobrefacturados, y que hasta los medios prepago comentan, desfalco que se dice asciende a los $2 billones de pesos.

Para que este tumbe prosperara los bufones de las EPS tuvieron que contar con la complicidad de funcionarios del sector salud, quienes debían aprobar las cuentas de cobro y reintegro chimbas que les pasaban, obviamente no gratuitamente sino mediante el pago de abultadas coimas. Esos funcionarios del ministerio de Salud, y de la superintendencia, como mínimo se embolsillaron el 10% del monto del desfalco, esto es $200.000 millones de pesos. Un monto tan grande alcanza para que los ricos se vuelvan más ricos y surjan nuevos ricos entre los altos ejecutivos y empleados de las mismas EPS.

El presidente de SaludCoop, Carlos Palacino, por ejemplo pasó de la noche a la mañana a ser gran inversionista de lujosos proyectos campestres en los llanos orientales.  Los abogados que asesoraron a las EPS en la presentación ante el congreso  de proyectos de ley favorables a sus intereses económicos también salieron con las cuentas bancarias gordas, entre ellos el actual fiscal, cuyos honorarios recibidos ascienden a los 2.000 millones.




Los pozos sépticos en las agencias para la minería, de hidrocarburos y de licencias ambientales

Aparte de los bufetes de abogados y lobistas, los nuevos millonarios producto de la danza de millones de la confianza inversionista hacen parte de las nóminas en las recientemente creadas Agencia Nacional de Minería, Agencia Nacional de Hidrocarburos y Agencia Nacional de Licencias Ambientales.  A jefes y funcionarios de estas entidades les tocó la torta de los múltiples proyectos concesionados a las multinacionales, principalmente; pero también la bonanza de millones que los grupos paramilitares repartieron (y siguen repartiendo) para que se hagan los de la vista gorda con la explotación ilegal de minas de oro usurpadas a los mineros locales tradicionales. Ganaron por lado y lado. Por cuenta de los paracos convertidos en mineros, por un lado; y por cuenta de las multinacionales, agradecidas porque les ayudaron a limpiar las áreas concesionadas de los revoltosos campesinos que habían vivido de la minería tradicional por décadas.

La renovación de la concesión de Cerromatoso y el costo de la deferencia con la que tratan a la Drummond, son solo dos de los casos para resaltar en esta repartija de millones entre funcionarios del sector público. Sumas tan abultadas que han tenido la osadía de ignorar evidencias irrefutables de los daños ambientales y sociales ocasionados causados por estas dos multinacionales. Y la lista es larga: Pacific Rubiales, Continental Gold, Gran Colombia Gold, Gold Ashanti, etc..

Seguir con la lista de pozos sépticos de corrupción llenaría muchas páginas. Mucho más podría decirse por ejemplo de la danza de millones que han producido nuevos billonarios en la Aduana Nacional, la Dirección Nacional de Estupefacientes, el INCODER, e incluso en las oficinas que manejan los programas bandera del gobierno de Santos: restitución de tierras, vivienda gratis,…

El poder de compra de estos nuevos ricos, que al lado de los tradicionales y ahora mucho más ricos ya alcanzan a representar el 1% de la población colombiana, es el que ha producido la proliferación de nuevos y lujosos centros comerciales, que ya nada tienen que envidiarle a los que hay en Norte América y Europa, y que se han construido no solo en las grandes ciudades capitales sino en ciudades intermedias.

Cualquier extranjero que visite uno de esos centros se llevara una falsa imagen del país. Allí los ricos tradicionales y nuevos ricos son la gran mayoría de visitantes; los pocos pobres que los frecuentan si acaso van a vitrinear pues sus ingresos están muy lejos de poder comprar ni siquiera un helado. 

Sin duda, el extranjero saldrá con la idea de que el país próspero de Santos es real.

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