martes, 28 de julio de 2009

LA COOPERACION MILITAR DE LOS ESTADOS UNIDOS, UNA LARGA HISTORIA DE CRIMENES E IMPUNIDAD


Durante las décadas de los años 60 y 70 el imperio norteamericano creo la famosa “Doctrina de Seguridad Nacional” que no es otra cosa que el sostenimiento y financiación a gobiernos autoritarios y dictaduras militares para que defiendan y garanticen la continuidad de su proyecto imperialista en la región. Esta doctrina se inicio en la Escuela de las Américas en Panamá y el propósito fundamental era dar instrucción y asesoría a militares latinoamericanos en técnicas de contrainsurgencia y violaciones de derechos humanos haciendo uso de las más sofisticadas técnicas.

En Colombia ha sido una constante la presencia de militares y “asesores” norteamericanos, quienes operan y siguen operando en nuestras bases militares a lo largo y ancho del país so pretexto de la lucha contra la insurgencia, el narcotráfico, y más recientemente contra el mal llamado terrorismo. Esta presencia militar se ha venido incrementando a partir de la implementación del Plan Colombia y alcanzo su nivel máximo con la llegada al gobierno de Álvaro Uribe Vélez, lo cual lo convirtió en el títere preferido del gobierno criminal de Bush.

La implementación del Plan Colombia, y su intensificación a partir de su segunda fase en el 2002 bajo el denominado Plan Patriota, ha traído consigo un aumento significativo de casos de violación de derechos humanos tal como ha sido ampliamente denunciado por varias organizaciones internacionales y por el propio Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia. Estos informes concluyeron que la conexión existente entre grupos paramilitares, militares colombianos y asesores y militares norteamericanos en la comisión de todo tipo de delitos venia de décadas atrás.

Para darle continuidad a esta tenebrosa relación, recientemente el presidente Uribe notifico al país sobre la firma de un nuevo acuerdo de “cooperación y ayuda militar” con el gobierno de los Estados Unidos; el cual fue negociado entre la penumbra y la oscuridad de la noche. Las informaciones oficiales y a través de los medios de comunicación son tan vagas y contradictorias que hoy por hoy ningun colombiano sabe con certeza cuál es el real alcance y mucho menos que instancias constitucionalmente debían autorizar y ratificar este nuevo acuerdo.

De acuerdo con informaciones fragmentadas propias del gobierno de Uribe, este seria un convenio de cooperación y asistencia militar por 10 años, tiempo durante el cual se podría expandir incluso hasta a 5 bases, dentro o dese las cuales el gobierno norteamericano quedaría autorizado para desarrollar operaciones bélicas, incluido el transito y estacionamiento de tropas, buques y aeronaves de guerra, y el uso de la mas moderna tecnología militar. Como muestra adicional de la generosidad y espirito patriótico de Uribe, los militares y contratistas gozarían de total blindaje frente a la justicia colombiana, esto es, actuarían dentro de la más absoluta impunidad.

La firma de este tratado con el gobierno norteamericano representa una flagrante violación a nuestra soberanía nacional, a la par de que contribuye a la agudización de la guerra interna y las recientes confrontaciones que se vienen dando con los países vecinos de Venezuela y Ecuador. Este acuerdo se constituye también en una sutil manera de aceptar la invacion de nuestro territorio ya que los militares americanos no solamente podran controlar aéreas estratégicas desde los puntos de vista militar, político y económico sino tambien monitorear movimientos y actividades militares en las fronteras con Venezuela y Ecuador especialmente.

Los abusos y actos criminales que cometen las tropas y mercenarios norteamericanos asentados en cientos de bases militares alrededor del mundo han sido ampliamente divulgados. En el caso particular de Colombia hay suficientes evidencias de delitos cometidos en el marco de previos convenios mal denominados de “cooperación militar”, los cuales han quedado en la impunidad, incluso hasta blindados de la acción de la Corte Penal Internacional. Esta carta blanca para cometer toda clase de crímenes data del año 1962, con algunas ampliaciones incorporadas posteriormente para acomodar los convenios al hecho de que el gobierno de Estados Unidos no es firmante del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Con tan larga historia de crímenes, genocidios, asesinatos y complots contra presidentes elegidos democráticamente pero que no le sirven a sus intereses, no hace falta explicar cuáles son las reales razones del gobierno gringo para no adherir a la acción de este tribunal penal internacional.

Recordemos eso si algunos de los delitos cometidos por militares y funcionarios norteamericanos durante su presencia en Colombia.

El más sonado es tal vez el protagonizado por los esposos HIETT. Recordemos que el coronel James Hiett había sido nombrado por el gobierno norteamericano en 1999 para dirigir la misión militar antidrogas en Colombia y como tal tenía a su cargo 200 militares norteamericanos. Hay abundantes e irrebatibles evidencias sobre el envío de varios kilos de cocaína y heroína desde Bogotá hasta Nueva york a través de valijas diplomáticas por parte del coronel y su esposa Laurie Ann Hiett, cuyo dinero obtenido por estos “servicios diplomáticos” era depositado en bancos norteamericanos.

En Mayo del 2001, en el aeropuerto El Dorado de Bogotá, también se descubrió un cargamento de heroína pura. Las investigaciones concluyeron que el responsable de este envió de droga era la empresa DynCorp que es una de las empresas contratistas mas grandes del Departamento de Estado de Estados Unidos. Para mayor asombro, el destino final del cargamento de esta droga era la base área de Patrick en la Florida. Para esa fecha DynCorp no estaba operando solo en Colombia sino también en Bolivia y Perú, países que también tenían “asistencia” del gobierno gringo para la guerra antinarcóticos.

Ha que aclarar además que DynCorp es una empresa privada norteamericana que se ocupa de la seguridad y defensa de los intereses geoestratégicos, energéticos y económicos del gobierno americano. Mercenarios que trabajan para esta empresa de seguridad han estado directamente involucrados en varios conflictos internos y guerras como es el caso de las guerras de Corea, Vietnam, Golfo Pérsico, Afganistán, Kosovo, Kuwait, Bosnia, Somalia, Angola, Haití y Bolivia. Igualmente intervino en la guerra contrainsurgente en El Salvador.

En Colombia, DynCorp ha hecho presencia desde el inicio del Plan Colombia y se estima que ya pasa de mil el número de mercenarios asignados a diversas misiones. Cabe recordar que los tres militares norteamericanos secuestrados por las FARC eran realmente mercenarios al servicio de DynCorp.

No obstante y a pesar de las innumerables denuncias sobre violaciones y delitos de lesa humanidad denunciados por organizaciones de defensa de derechos humanos, esta empresa multinacional (que mas correctamente se debería llamar maquina de muerte) sigue haciendo parte del grupo selecto de empresas de seguridad americanas y como tal goza de contratos millonarios con el Pentágono. En resumen, este tipo de empresas es al gobierno gringo como los paramilitares son al gobierno colombiano. Para el gobierno gringo son una especie de CIA alterna conformada por mercenarios sin escrúpulos cuya misión es ejecutar operaciones de guerra sucia que por “evidentes razones” no pueden ser ejecutadas directamente por agencias o aparatos militares estatales: violaciones atroces de derechos humanos, complots contra gobiernos que se salen de la línea imperialista, prácticas de tortura, ejecuciones extrajudiciales, y entrenamiento militar a su contraparte local paramilitar.

En otro hecho ocurrido en Abril del 2005 cinco soldados estadounidenses en misión de instrucción a miembros del ejército colombiano fueron detenidos por transportar 16 kilos de cocaína desde Colombia en un avión militar perteneciente a la misión del “Plan Colombia”. El avión había despegado desde la base militar de Apiay rumbo a una base militar en el estado de Texas. A pesar de que las investigaciones condujeron al descubrimiento de una red de narcotráfico desde la base de Apiay hacia Norteamérica, el gobierno colombiano, con la complicidad de los medios de comunicación, ha logrado manter este escandaloso hecho bajo un completo hermetismo.

Otro caso denunciado incluso en el congreso por el senador Clopatofsky es el denominado “Cartel del Comando Sur”. Las denuncias se referían a tráfico de estupefacientes por parte de militares norteamericanos, hechos que por lo demás ocurrieron durante el actual segundo periodo del gobierno de Uribe.

Pero los escándalos no solo se refieren a tráfico de narcóticos, asesinatos, crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos. Militares y mercenarios gringos han estado también involucrados en abusos sexuales de menores como quedo demostrado en un caso sucedido en la base de Tolemaida en el 2004, del cual incluso quedaron videos que posteriormente hasta se conseguía en las calles como video porno. El video claramente mostraba como estos militares norteamericanos abusaban y sometían sexualmente a niñas menores de edad quienes eran llevadas engañadas a la base de Tolemaida desde la población vecina Melgar.

En un hecho más reciente, Mayo del 2005, los contratistas norteamericanos Alan Norman Tanquary y José Hernández, miembros del Séptimo Grupo de las Fuerzas Especiales del Ejército Americano, y que se desempeñaban como instructores de tiro en el Centro Nacional de Entrenamiento del Ejército en Tolemaida, fueron arrestados en flagrancia por traficar con más de 30.000 proyectiles con destino a grupos paramilitares. El arresto sucedió en Carmen de Apicalá, en la vía que comunica a los departamentos de Tolima y Cundinamarca.

La lista da para llenar innumerables páginas. El punto es que la supuesta lucha contra el narcotráfico y el terrorismo es la más burda y falsa invención del gobierno gringo, pues su único propósito es defender sus intereses imperialistas, los de las empresas multinacionales asentadas o con sedes en Colombia, y ejercer el control y monopolio del jugoso negocio de la droga a nivel mundial. Para ello por supuesto cuentan con el apoyo de gobiernos postrados, carentes de todo sentido de defensa del patrimonio nacional, gobiernos vergonzantes y descarados que permiten y coadyuvan no solo la entrega de la soberanía nacional sino también la violación de derechos humanos y la comisión de toda clase de delitos de lesa humanidad.

Uribe es el ejemplo más patético de este grupo de gobernantes pues es el que con mayor ahínco ha sabido defender los intereses norteamericanos. Bajo su gobierno, además de dar carta abierta al saqueo continuo de nuestros recursos minerales, turísticos, naturales y energéticos, ha dado carta de impunidad total a toda clase de delitos y crímenes en contra de todo aquel que se le atraviese en su camino y en el de sus protegidos, amigotes, subordinados, socios, y elites económicas que lo mantienen en el poder. No es de sorprenderse entonces que sea este narco presidente el que con el mayor descaro y cinismo defiende la invasión de nuestro territorio por parte de militares y mercenarios gringos.

sábado, 25 de julio de 2009

La Colombia Invisible….no somos ni brazo político ni intelectual de las Farc, tampoco una extensión de ANNCOL, ni de TELESUR……

El pensamiento e ideas de la Colombia Invisible empiezan a tomar vida y destino propios. En pocas semanas de existencia las visitas son ya numerosas. Muchos de los lectores han expresado sus puntos de vista y aunque disientan de lo que aquí se expresa sus comentarios han sido y serán publicados, siempre y cuando estén alejados de los insultos y las amenazas, lo cual entre otras cosas, no refleja sino la falta de argumentos y capacidad para ordenar coherente y lógicamente unas cuantas frases.


Acostumbrados como están a la maquinaria propagandística del gobierno de Uribe, de entre los muchos de los que han leído nuestros artículos un gran número nos acusa de ser parte de las Farc; otros tantos de ser conspiradores enviados y pagados por los gobiernos de Chávez y Correa. Sea este el momento para reiterar firmemente que lo único que nos anima es el propósito de servir de conciencia y voz a esa Colombia Invisible, reprimida, ignorada, abusada, atropellada, desplazada, desposeída y asesinada por esa “otra colombia”, la vulgar, déspota, explotadora, zángana, servil, indigna, indiferente, asesina, frívola; y desde hace ya casi ocho años, mentalmente aletargada y anestesiada por la doctrina mafiosa y de terror del gobierno de Uribe.


Esa “otra colombia” es precisamente la que con mas furia ha reaccionado a nuestros recientes artículos sobre las nuevas bases militares gringas, NO MAS URIBE!, y los cuestionamientos al tratado de libre comercio y a los viajes al exterior del presidente feriando lo poco que queda del patrimonio nacional (buscando inversionistas dice él). Los comentarios a estos artículos claramente reflejan un desconocimiento absoluto de la política internacional de los países desarrollados en relación con países del tercer mundo, en especial la de los Estados Unidos a la que Colombia esta subyugada. Aunque muchos obviamente lo hacen porque son beneficiarios de los estados de terror, guerra, violencia, injustica, explotación y saqueo que imponen estos países a través de sus políticas y mal llamados acuerdos comerciales, sus instituciones internacionales bancarias (sobre las que ejercen control absoluto), y obviamente, a través de su militarismo (disfrazado de guerra contra las drogas y más recientemente contra el terrorismo).


A propósito del fervor y efervescencia que en esa “otra colombia” despiertan las “excelentes” relaciones con el gobierno de Estados Unidos, no más oportuno el momento para presentar a continuación un reciente artículo que un reconocido columnista, periodista, escritor, hace precisamente del gobierno de Estados Unidos y de su política internacional de guerra y crimen…….QUE CLASE DE AMIGOS DE LOS QUE NOS SENTIMOS ORGULLOSOS!!!


Don't Turn the Page on History: Facing the American World We Created

Published on The Smirking Chimp (http://www.smirkingchimp.com)

By Tom Engelhardt

Created Jul 24 2009 - 9:16am

— from TomDispatch


We've just passed through the CIA assassination flap, already fading from the news after less than two weeks of media attention. Broken in several major newspapers, here's how the story goes: the Agency, evidently under Vice President Dick Cheney's orders, didn't inform Congress that, to assassinate al-Qaeda leaders, it was trying to develop and deploy global death squads. (Of course, just about no one is going to call them that, but the description fits.) Congress is now in high dudgeon. The CIA didn't keep that body's "Gang of Eight" informed. A House investigation is now underway.


We're told that the CIA -- being the president's private army and part of the executive branch of our government -- has committed a heinous dereliction of duty. In fact, not keeping key congressional figures up to date on the developing program could even "be illegal," according to Senate Majority Whip Richard Durbin. (Not that Congress, when informed of Bush administration extreme acts, ever did much of anything anyway.)


This story, however, has a largely unexplored strangeness to it that has only been discussed on the fringes of the mainstream media (or in the press of other countries). After all, during the eight years this CIA assassination program was supposedly in formation, U.S. military special ops death squads were, as far as we can tell, freely roaming the planet conducting (or botching) assassination missions, and the CIA's own robot assassins, airborne death squads, were also launching operations -- sometimes wiping out innocent civilians -- from Yemen and Somalia to Pakistan. They continue to run such operations in the skies over the Pakistani tribal borderlands near Afghanistan. So we still await an explanation of just why the CIA spent close to eight years, under Vice Presidential oversight, getting its death squads almost operational, but never -- we're told -- off the ground.


If there seems to be something odd about this latest flap, if there's much that we don't know yet, we do, at least, know one thing: This particular small splash from the previous administration's deep dive into crime and folly will have its brief time in the media sun and then be swallowed up by oblivion, just as each of the previous flaps has been.


After all, can you honestly tell me that you think often about the CIA torture flap, the CIA-destruction-of-interrogation-video-tapes flap, the what-did-Congress/Nancy Pelosi-really-know-about-torture-methods flap, the Bush-administration-officials-(like-Condi-Rice)-signed-off-on-torture-methods-in-2002-even-before-the-Justice-Department-justified-them flap, the National-Security-Agency-(it-was-far-more-widespread-than-anyone-imagined)-electronic-surveillance flap, the should-the-NSA's-telecom-spies-be-investigated-and-prosecuted-for-engaging-in-illegal-warrantless-wiretapping flap, the should-CIA-torturers-be-investigated-and-prosecuted-for-using-enhanced-interrogation-techniques flap, the Abu-Ghraib-photos-(round-two)-suppression flap, or various versions of the can-they-close-Guantanamo, will-they-keep-detainees-in-prison-forever flaps, among others that have already disappeared into my own personal oblivion file? Every flap its day, evidently. Each flap another problem (again we're told) for a president with an ambitious program who is eager to "look forward, not backward."


Of course, he's not alone. Given the last eight years of disaster piled on catastrophe, who in our American world would want to look backward? The urge to turn the page in this country is palpable, but -- just for a moment -- let's not.


Admittedly, we're a people who don't really believe in history -- so messy, so discomforting, so old. Even the recent past is regularly wiped away as the media plunge us repeatedly into various overblown crises of the moment, a 24/7 cornucopia of news, non-news, rumor, punditry, gossip, and plain old blabbing, of which each of these flaps has been but a tiny example. In turn, any sense of the larger picture surrounding each one of them is, soon enough, lessened by a media focus on a fairly limited set of questions: Was Congress adequately informed? Should the president have suppressed those photos?


The flaps, in other words, never add up to a single Imax Flap-o-rama of a spectacle. We seldom see the full scope of the legacy that we -- not just the Obama administration -- have inherited. Though we all know that terrible things happened in recent years, the fact is that, these days, they are seldom to be found in a single place, no less the same paragraph. Connecting the dots, or even simply putting everything in the same vicinity, just hasn't been part of the definitional role of the media in our era. So let me give it a little shot.


As a start, remind me: What didn't we do? Let's review for a moment.


In the name of everything reasonable, and in the face of acts of evil by terrible people, we tortured wantonly and profligately, and some of these torture techniques -- known to the previous administration and most of the media as "enhanced interrogation techniques" -- were actually demonstrated to an array of top officials, including the national security adviser, the attorney general, and the secretary of state, within the White House. We imprisoned secretly at "black sites" offshore and beyond the reach of the American legal system, holding prisoners without hope of trial or, often, release; we disappeared people; we murdered prisoners; we committed strange acts of extreme abuse and humiliation; we kidnapped terror suspects off the global streets and turned some of them over to some of the worst people who ran the worst dungeons and torture chambers on the planet. Unknown, but not insignificant numbers of those kidnapped, abused, tortured, imprisoned, and/or murdered were actually innocent of any crimes against us. We invaded without pretext, based on a series of lies and the manipulation of Congress and the public. We occupied two countries with no clear intent to depart and built major networks of military bases in both. Our soldiers gunned down unknown numbers of civilians at checkpoints and, in each country, arrested thousands of people, some again innocent of any acts against us, imprisoning them often without trial or sometimes hope of release. Our Air Force repeatedly wiped out wedding parties and funerals in its global war on terror. It killed civilians in significant numbers. In the process of prosecuting two major invasions, wars, and occupations, hundreds of thousands of Iraqis and Afghans have died. In Iraq, we touched off a sectarian struggle of epic proportions that involved the "cleansing" of whole communities and major parts of cities, while unleashing a humanitarian crisis of remarkable size, involving the uprooting of more than four million people who fled into exile or became internal refugees. In these same years, our Special Forces operatives and our drone aircraft carried out -- and still carry out -- assassinations globally, acting as judge, jury, and executioner, sometimes of innocent civilians. We spied on, and electronically eavesdropped on, our own citizenry and much of the rest of the world, on a massive scale whose dimensions we may not yet faintly know. We pretzled the English language, creating an Orwellian terminology that, among other things, essentially defined "torture" out of existence (or, at the very least, left its definitional status to the torturer).


And don't think that that's anything like a full list. Not by a long shot. It's only what comes to my mind on a first pass through the subject. In addition, even if I could remember everything done in these years, it would represent only what has been made public. Former Secretary of Defense Donald Rumsfeld was regularly mocked for saying: "There are known knowns. These are things we know that we know. There are known unknowns. That is to say, there are things that we know we don't know. But there are also unknown unknowns. There are things we don't know we don't know."


Actually, he had a point seldom thought about these days. By definition, we know a good deal about the known knowns, and we have a sense of an even darker world of known unknowns. We have no idea, however, what's missing from a list like the one above, because so much may indeed remain in the unknown-unknowns category or, as with the latest CIA assassination story, a known curiosity whose full shape and depths remain to be grasped. If, however, you think that everything done by Washington or the U.S. military or the CIA in these last years has already been leaked, think again. It's a reasonable bet that the unknown unknowns the Obama administration inherited would curl your toes.


Nonetheless, what is already known, when thought about in one place, rather than divided up into separate flaps and argued about separately, is horrific enough. War may be hell, as people often say when trying to excuse what we did in these years, but it should be remembered that, in response to the attacks of 9/11, we, as a nation, were the ones who declared "war," made it a near eternal struggle (the Global War on Terror), and did so much to turn parts of the world into our own private hell. Geopolitics, energy politics, vanity, greed, fear, a misreading of the nature of power in the world, delusions of military and technological omnipotence and omniscience, and so much more drove us along the way.


Perhaps the greatest fantasy of the present moment is that there is a choice here. We can look forward or backward, turn the page on history or not. Don't believe it. History matters.


Whatever the Obama administration may want to do, or think should be done, if we don't face the record we created, if we only look forward, if we only round up the usual suspects, if we try to turn that page in history and put a paperweight atop it, we will be haunted by the Bush years until hell freezes over. This was, of course, the lesson -- the only one no one ever bothers to call a lesson -- of the Vietnam years. Because we were so unwilling to confront what we actually did in Vietnam -- and Laos and Cambodia -- because we turned the page on it so quickly and never dared take a real look back, we never, in the phrase of George H.W. Bush, "kicked the Vietnam syndrome." It still haunts us.


However busy we may be, whatever tasks await us here in this country -- and they remain monstrously large -- we do need to make an honest, clear-headed assessment of what we did (and, in some cases, continue to do), of the horrors we committed in the name of... well, of us and our "safety." We need to face who we've been and just how badly we've acted, if we care to become something better.


Now, read that list again, my list of just the known knowns, and ask yourself: Aren't we the people your mother warned you about?


Tom Engelhardt, co-founder of the American Empire Project, runs the Nation Institute's TomDispatch.com. He is the author of The End of Victory Culture, a history of the Cold War and beyond, as well as of a novel, The Last Days of Publishing. He also edited The World According to TomDispatch: America in the New Age of Empire (Verso, 2008), an alternative history of the mad Bush years.


[TomDispatch thanks go to... Joe Duax of the Nation Institute, who does an exceptional job of keeping this website humming along; Nick Turse, who assists in so many ways, while winning awardsWar in Contextuse the term "death squads" for the prospective CIA assassination teams.] in his other life; Tam Turse, site photographer and keen-eyed copyeditor; and Christopher Holmes, who holds down the Tokyo "office" of TomDispatch and keeps these pieces shipshape. A small bow to Andy Kroll for fill-in duties and to Bill Kline, TomDispatch intern, for making the TD Facebook website a livelier place. And a final small bow to Paul Woodward of the always fascinating website. He was the first person I noticed to

Copyright 2009 Tom Engelhardt
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About author

Tom Engelhardt, who runs the Nation Institute's Tomdispatch.com ("a regular antidote to the mainstream media"), is the co-founder of the American Empire Project and, most recently, the author of Mission Unaccomplished: Tomdispatch Interviews with American Iconoclasts and Dissenters (Nation Books), the first collection of Tomdispatch interviews.

domingo, 19 de julio de 2009

A propósito de relaciones peligrosas…Quien esta mas acorralado? Correa o Uribe?!!

La reacción mediática de rechazo por parte de la mayoría de colombianos por la noticia sensacionalista de este fin de semana sobre los presuntos apoyos de las Farc al gobierno de Correa contrasta con la indiferencia y silencio cómplice con respecto a los incuestionables vínculos directos del presidente Uribe con el paramilitarismo y la mafia, lo cual se ha dado no solo con ocasión de su gobierno en ejercicio y de sus campañas políticas que lo llevaron a la presidencia sino desde mucho tiempo atrás, desde sus tiempos como director de la Aerocivil y posteriormente como Gobernador de Antioquia.


Cuál es el escándalo sensacionalista que los medios serviles están haciendo con las supuestas declaraciones de un comandante de las Farc apoyando el proyecto político de un presidente de un país vecino que está poniendo en marcha los cambios estructurales por los cuales ellos justifican su lucha? Porque el asombro?!! Acaso las políticas sociales, económicas y de relaciones internacionales que están implantando Chávez, Evo Morales, Correa, no son las mismas por las cuales las Farc dicen estar luchando?.......recuperación de los recursos minerales, energéticos y naturales de las manos de codiciosos extranjeros (“mal llamados inversionistas”), y con esto recuperar el patrimonio nacional; implantación de políticas sociales y económicas en beneficio de la gente que ha estado excluida por décadas, reformas institucionales y legales , para mencionar solo unas cuantas.


El que el discurso de las Farc siga siendo genuino o no, e incluso el que sus métodos sean cuestionables, no le quita peso al hecho de que las causas que originaron los cambios radicales que se dieron en los países vecinos son las mismas que originaron la rebelión armada en Colombia; y eso no los hace terroristas a Chavez, Correa y Morales, como el idiota del Bush le ordeno al títere Uribe que había que llamar a la guerrilla. La diferencia es que estos pueblos vecinos, con todo y los términos racistas a los que recurren los arribistas colombianos para referirse (“indios” los llaman a los ecuatorianos y bolivianos) tienen más dignidad, amor y sentido de pertenecía por su nación que los habitantes de la Colombia es pasión.


El centro de la discusión no es si las simpatías de Correa con las Farc son ciertas o no, pues no hay duda de la sintonía que hay entre las causas socio-p0liticas en Ecuador que dieron origen al fenómeno Correa, su proyecto político y los objetivos políticos por los que dicen luchar las Farc. Incluso, si el debate se quiere centrar en las relaciones peligrosas con grupos al margen de la ley, lo que no se puede perder de vista es que la diferencia entre la relación o coincidencias de proyectos políticos entre Correa y las Farc y los vínculos directos que se han dado, y que se mantienen aun, entre Uribe y el narcoparamilitarismo es abismal.


Para refrescarles un poco la memoria, al contrario de Uribe,….


Correa no ha estado en la lista de narcotraficantes de los Estados Unidos como el narcotraficante numero 82 (solo que fue hecho borrar de la lista por su amo Bush);


Ni la familia de Correa ni el mismo han estado asociados con narcotraficantes del corte de Pablo Escobar, los Ochoa Vásquez;


Correa no lleva sobre sus espaldas ni sobre su conciencia el haber sido el fundador de las organizaciones criminales y mafiosas mas tenebrosas del mundo: los paramilitares (las CONVIVIR las denomino eufemísticamente en su época el gobernador de Antioquia);


Correa no ha sido acusado de planear y apoyar masacres de campesinos inocentes como las de El Aro, Ituango, Honduras, La Negra,….;


Correa no lleva sobre su conciencia el asesinato mediante la explosión del helicóptero en que viajaba quien era su mejor amigo y colaborador (solo porque estaba empezando a hablar demasiado);


Correa no se ha beneficiado de la expropiación violenta de tierras luego de asesinar o sacar violentamente a sus propietarios legítimos;


Correa no es el presidente cínico que usa todos los medios a su alcance (incluyendo los medios serviles, por supuesto) para mostrar un país prospero, justo, incluyente y seguro (con El vendiéndose como artífice de esa prosperidad), cuando la realidad contradice todas su propaganda;


Correa no ha permitido que criminales de la peor calaña, quienes han asesinado vilmente miles de colombianos inocentes, entren como pedro por su casa a la casa presidencial para montar planes de desprestigio en contra de la Corte Suprema de Justicia;


Correa no tiene un congreso de bolsillo conformado también por criminales que han apoyado política y económicamente a los paramilitares;


Correa no ha autorizado mediante una directiva presidencial para que se asesinen civiles inocentes y se presenten esos asesinatos como bajas a la guerrilla;


Correa no se opondría a una ley de reparación de las víctimas de esos viles asesinatos;


Correa no nombraría de embajadores y en otros altos cargos diplomáticos a militares de alto rango que conocían de primera mano de los viles asesinatos de colombianos inocentes;


Correa no nombraría de jefe de la agencia de seguridad estatal a un criminal amigo íntimo de los paramilitares; tampoco lo nombraría después en un alto cargo diplomático para blindarlo de las investigaciones criminales;


Correa no se opondría a que un senador elegido democráticamente acompañara al padre de un secuestrado durante el proceso de su liberación;


TODO LO ANTERIOR Y MUCHO DE LO QUE FALTA POR LISTAR AQUÍ, Y AUN POR DESCUBRIR, SOLO LO HACE UNA MENTE CRIMINAL COMO LA DE URIBE Y SUS SECUACES…

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