martes, 29 de abril de 2014

Los malabarismos de Santos durante los paros agrarios…...y durante todo su nefasto gobierno

El gobierno de Santos no evoluciona, ni siquiera en sus estrategias para manejar las protestas sociales. El paro agrario que se desarrolla en estos días lo demuestra una vez más.


Como no tiene respuestas serias ni convincentes a las demandas de los campesinos, recurre a las viejas y burdas tácticas de estigmatizar y criminalizar sus protestas, acusando a sus organizadores de ser agentes de la guerrilla o de permitir la infiltración de guerrilleros, o de perseguir intereses políticos individuales, para solo mencionar algunas de las burdas acusaciones.



La novedad con ocasión de este paro es que la campaña de estigmatización ya no solo es liderada por sus pirómanos en el ministerio de defensa y en la cúpula de FFMM y de policía, sino también por todo el resto de instituciones del estado. Hasta a una fundación que supuestamente trabaja por los ciegos la han puesto a tuitear en contra del paro.

Pero más allá de estas ridículas tácticas, lo que hay que reprocharle al gobierno son sus recurrentes salidas en los medios prepago tratando de desvirtuar el sentido y objetivos de las protestas dizque por su carácter político.  Por ignorancia o como estrategia de manipulación y crear confusión,  Santos parece entender que el ejercicio de la política solo está circunscrito a la actividad politiquera de los partidos políticos, principalmente a sus campañas en anticipación de elecciones, las cuales no son más que promesas vacías y cínicas cargadas de mentiras.




Santos parece no comprender que todo movimiento social tiene un carácter político, entendido este como la búsqueda y exigencia de reivindicaciones sociales ante un gobierno no solo indolente sino que no representa ni defiende los intereses de la inmensa mayoría de la población. Y frente a la sordera y negligencia del establecimiento, las demandas de justicia social no tienen otra opción que elevarse mediante la organización colectiva y las protestas masivas en calles y carreteras de las clases sociales marginadas.




En Colombia y en cualquier parte del mundo, las demandas y luchas del pueblo por justicia y equidad social, por un país en paz y soberano, no pueden entenderse como separadas de las estructuras políticas y de poder que históricamente han sido precisamente los causantes de la violencia y de todas las injusticias sociales que sufre el pueblo colombiano. De ahí que un grupo de campesinos, que han sido sistemáticamente marginados y perseguidos por el estado, hayan optado por acudir a la lucha armada como único medio para presionar al establecimiento a cambiar de curso.  Guerrilleros, comunistas, terroristas, narcoterroristas,….son los términos con que artificiosamente se han referido siempre a unos grupos de colombianos que se organizaron como movimiento político en armas hace más de 50 años, como última opción para defenderse de un aparato militar y policial que siempre ha estado al servicio de las clases dominantes y sus patrones extranjeros.

La estrategia de referirse a movimientos políticos alzados en armas como grupos ilegales, bandidos, delincuentes,…y más recientemente, como narco terroristas, no es gratuito.  Eso le permite al establecimiento desviar el verdadero sentido de su lucha y confundir al resto de población presentándolos como enemigos de la “democracia” y de la paz.  Esa propaganda le ha permitido al establecimiento mantener al país, por más de 50 años, en un estado de continua miseria,  guerra y explotación; el cual además de los réditos políticos para justificar su afianzamiento en el poder, les ha traído inmensos beneficios económicos,…..las guerras con enemigos externos o internos se convirtieron en el negocio más lucrativo del sistema capitalista.

Esperar que las FARC no participen o promuevan los paros y protestas sociales es de una miopía extrema.  A pesar de la propaganda del establecimiento para desprestigiar la lucha armada, un inmenso sector de la población rural apoya o se identifica con las reivindicaciones sociales que constituyen el núcleo del programa político de las FARC.  Reivindicaciones que no son distintas de las que a través de los paros campesinos están siendo ahora más visibles y reconocidas por el resto de la población.  Ese tal vez sea el temor más grande del establecimiento: que la sociedad en general se despierte y reconozca que, en esencia, lo que están reclamando los campesinos es lo que por más de 50 años  han reclamado los grupos guerrilleros;  de hecho,  son puntos que ya han sido discutidos y preliminarmente acordados en la negociaciones en La Habana.


Si la voluntad del gobierno de Santos en buscar una salida política al conflicto interno es realmente honesta y seria, cuál es entonces el temor de que los campesinos organizados colectivamente estén reclamando lo que precisamente se está negociando en La Habana?

Por qué la estrategia de la estigmatización de las protestas con el cuento de que estan infiltradas por las FARC o que su objetivo es político, si es con las FARC con quienes precisamente  se están negociando esas reivindicaciones?

No es apenas lógico que las FARC busquen a través de las marchas y paros pacíficos de los campesinos posicionar aún más sus propuestas agrarias presentadas en La Habana?

Con un proceso de negociación de la paz en curso, la estrategia de la estigmatización y criminalización de los movimientos sociales recurriendo al “monstruo” de las FARC, ya no se la cree nadie, se cae por su propio peso.  Peor aún si el objetivo es crear el escenario para reprimir, cometer abusos de derechos humanos, judicializar  y hasta asesinar campesinos, con el argumento de que la guerrilla es quien crea el caos y la violencia durante los paros.  


ColectivoBrecha
Rechazamos atentado contra negociador de la MIA: Henry Camacho. Esta oligarquía asesina dirigentes por que no aguanta un debate politico.
2014-04-29, 8:41 PM

Serán tan estúpidos los de las FARC como para cometer semejantes disparates?

viernes, 18 de abril de 2014

Como recordar a Gabo: por su obra literaria y su realismo mágico o por su indiferencia con la realidad colombiana?


Como es apenas natural la gran mayoría del pueblo colombiano lamenta el fallecimiento de Gabriel García Marquez. No obstante, facciones de la extrema derecha narcoparamilitar también aprovechan la ocasión para vociferar acusaciones que en vida nunca le hicieron, al menos en publico: que se vaya al infierno por ser “comunista” e intimo amigo de Fidel Castro,  por apátrida, y hasta por guerrillero.

Tienen razón la mayoría de colombianos al expresar consternación por las patéticas acusaciones que circulan en las redes sociales, cuyos autores se identifican como serviles defensores del narcoparauribismo; lo cual de por si se constituye en una afrenta contra la memoria de Gabo.


Pero el rechazo unánime que hay que expresar a las criticas del narcoparauribismo no implica que a Gabo haya que blindarlo contra otra clase de cuestionamientos.  El mas relevante para Colombia: su cohabitación casi cómplice con las oligarquías mafiosas y clanes familiares que han ostentado el poder desde la misma independencia; quienes, generación tras generación, incluida la de Gabo, han  sido los causantes y arquitectos de la destrucción, violencia y miseria que azota al país,  del saqueo continuo de sus recursos naturales y patrimonio económico, así como de la rendición servil para con el gobierno de EEUU y sus multinacionales.

Lo irónico es que quienes patéticamente cuestionan a Gabo por sus supuestas ideologías políticas de izquierda y su indiferencia con Colombia, son precisamente engendros de esas mafias políticas y clanes familiares con las que Gabo nunca tuvo una posición contundente de critica, menos de denuncia.  Los continuos homenajes, y elogios de los que siempre fue objeto lo mantuvieron no solo ausente sino indiferente de la cruda realidad que ha vivido la inmensa mayoría  del pueblo colombiano.  Realidad que pudo ayudar a transformar positivamente, si por lo menos su voz y sus escritos, dado su reconocimiento internacional,  hubiesen sido utilizados para denunciar a los arquitectos y causantes de las injusticias sociales y violencia que predominan en el país, quienes para un personaje como él que se identificaba con ideologías socialistas, debieron ser plenamente conocidos.

Ni siquiera los crímenes y corrupción estatal que durante el narcogobierno de Uribe, alcanzaron niveles de “realismo mágico”, fueron suficientes para despertar la indiferencia de Gabo con sus connacionales: ni una critica, menos una declaración publica condenando a los autores de los falsos positivos, las desapariciones forzadas, los millones de desplazamientos forzados, los asesinatos selectivos de defensores de derechos humanos, periodistas independientes, sindicalistas, lideres políticos, la persecución y espionaje en contra de opositores políticos, etc., etc.

Tal vez no haya que poner en duda sus ideologías políticas de izquierda y sus deseos porque los colombianos logren vivir en paz. Pero sus gestiones por la paz no fueron mas allá de los deseos y alguno que otro acercamiento con gobernantes de turno exhortándolos, facilitando e incluso intercediendo con gobiernos extranjeros para que exploren soluciones políticas al conflicto. 

Con cientos de miles de crímenes cometidos por un estado cooptado por las mismas mafias políticas y oligarquías que lo adulaban y homenajeaban, muchos guardábamos la esperanza de que Gabo, por lo menos en sus últimos años de vida, hubiese tenido el arrojo de expresar abierta y públicamente lo que pensaba de esas elites mafiosas y oligarquías colombianas. No lo hizo ni siquiera con quienes lo injuriaron y trataron de desacreditarlo cuando fue forzado a exiliarse en Mexico: los buitres del diario El Tiempo. Tal vez se sintió intimidado al ver que uno de esos buitres es ahora el presidente de Colombia.

Ya muerto, ni siquiera podrá ver la hipocresía y cinismo de esa sociedad mafiosa que tanto lo aduló resaltando su amistad intima con Fidel Castro.  Amigo cercano al que siempre se han referido como dictador, terrorista, promotor de la guerrilla, y hasta causante de la violencia que azota al país.



Se fue Gabo, el país seguirá en guerra y su pueblo sumido en la miseria, la opresión, la exclusión social. En otros rincones del mundo, incluso en el vecindario, otros personajes, mucho menos reconocidos que Gabo, han sido artífices de grandes transformaciones sociales y políticas.


Tras su muerte, sentimientos encontrados nos embargan: profunda admiración por su talento y legado como escritor; una gran frustración por su indiferencia con la realidad colombiana,…..prefirió vivir en su “realismo mágico”,…. en un mundo de fantasías y leyendas literarias.

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