El gobierno de Santos no evoluciona, ni
siquiera en sus estrategias para manejar las protestas sociales. El paro agrario que se desarrolla en estos días lo demuestra una vez más.
Como no tiene respuestas serias ni convincentes a las demandas de los campesinos, recurre a las viejas y burdas tácticas de estigmatizar y criminalizar sus protestas, acusando a sus organizadores de ser agentes de la guerrilla o de permitir la infiltración de guerrilleros, o de perseguir intereses políticos individuales, para solo mencionar algunas de las burdas acusaciones.
La novedad con ocasión de este paro es que
la campaña de estigmatización ya no solo es liderada por sus pirómanos en el
ministerio de defensa y en la cúpula de FFMM y de policía, sino también por
todo el resto de instituciones del estado. Hasta a una fundación que
supuestamente trabaja por los ciegos la han puesto a tuitear en contra del
paro.
Pero más allá de estas ridículas tácticas,
lo que hay que reprocharle al gobierno son sus recurrentes salidas en los medios
prepago tratando de desvirtuar el sentido y objetivos de las protestas dizque
por su carácter político. Por ignorancia
o como estrategia de manipulación y crear confusión, Santos parece entender que el ejercicio de la política
solo está circunscrito a la actividad politiquera de los partidos políticos, principalmente
a sus campañas en anticipación de elecciones, las cuales no son más que promesas
vacías y cínicas cargadas de mentiras.
Santos parece no comprender que todo movimiento
social tiene un carácter político, entendido este como la búsqueda y exigencia
de reivindicaciones sociales ante un gobierno no solo indolente sino que no
representa ni defiende los intereses de la inmensa mayoría de la población. Y frente
a la sordera y negligencia del establecimiento, las demandas de justicia social
no tienen otra opción que elevarse mediante la organización colectiva y las
protestas masivas en calles y carreteras de las clases sociales marginadas.
En Colombia y en cualquier parte del mundo,
las demandas y luchas del pueblo por justicia y equidad social, por un país en
paz y soberano, no pueden entenderse como separadas de las estructuras
políticas y de poder que históricamente han sido precisamente los causantes de
la violencia y de todas las injusticias sociales que sufre el pueblo
colombiano. De ahí que un grupo de campesinos, que han sido sistemáticamente marginados
y perseguidos por el estado, hayan optado por acudir a la lucha armada como único
medio para presionar al establecimiento a cambiar de curso. Guerrilleros, comunistas, terroristas,
narcoterroristas,….son los términos con que artificiosamente se han referido
siempre a unos grupos de colombianos que se organizaron como movimiento político
en armas hace más de 50 años, como última opción para defenderse de un aparato militar
y policial que siempre ha estado al servicio de las clases dominantes y sus
patrones extranjeros.
La estrategia de referirse a movimientos políticos
alzados en armas como grupos ilegales, bandidos, delincuentes,…y más
recientemente, como narco terroristas, no es gratuito. Eso le permite al establecimiento desviar el
verdadero sentido de su lucha y confundir al resto de población presentándolos como
enemigos de la “democracia” y de la paz.
Esa propaganda le ha permitido al establecimiento mantener al país, por más
de 50 años, en un estado de continua miseria, guerra y explotación; el cual además de los réditos
políticos para justificar su afianzamiento en el poder, les ha traído inmensos
beneficios económicos,…..las guerras con enemigos externos o internos se
convirtieron en el negocio más lucrativo del sistema capitalista.
Esperar que las FARC no participen o
promuevan los paros y protestas sociales es de una miopía extrema. A pesar de la propaganda del establecimiento
para desprestigiar la lucha armada, un inmenso sector de la población rural apoya
o se identifica con las reivindicaciones sociales que constituyen el núcleo del
programa político de las FARC. Reivindicaciones
que no son distintas de las que a través de los paros campesinos están siendo ahora
más visibles y reconocidas por el resto de la población. Ese tal vez sea el temor más grande del
establecimiento: que la sociedad en general se despierte y reconozca que, en
esencia, lo que están reclamando los campesinos es lo que por más de 50 años han reclamado los grupos guerrilleros; de hecho,
son puntos que ya han sido discutidos y preliminarmente acordados en la
negociaciones en La Habana.
Si la voluntad del gobierno de Santos en buscar una salida política al conflicto interno es realmente honesta y seria, cuál es entonces el temor de que los campesinos organizados colectivamente estén reclamando lo que precisamente se está negociando en La Habana?
Por qué la estrategia de la estigmatización
de las protestas con el cuento de que estan infiltradas por las FARC o que su
objetivo es político, si es con las FARC con quienes precisamente se están negociando esas reivindicaciones?
No es apenas lógico que las FARC busquen a
través de las marchas y paros pacíficos de los campesinos posicionar aún más
sus propuestas agrarias presentadas en La Habana?
ColectivoBrecha Rechazamos atentado contra negociador de la MIA: Henry Camacho. Esta oligarquía asesina dirigentes por que no aguanta un debate politico. 2014-04-29, 8:41 PM |
Serán tan estúpidos los de las FARC como para cometer semejantes disparates?
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