viernes, 18 de abril de 2014

Como recordar a Gabo: por su obra literaria y su realismo mágico o por su indiferencia con la realidad colombiana?


Como es apenas natural la gran mayoría del pueblo colombiano lamenta el fallecimiento de Gabriel García Marquez. No obstante, facciones de la extrema derecha narcoparamilitar también aprovechan la ocasión para vociferar acusaciones que en vida nunca le hicieron, al menos en publico: que se vaya al infierno por ser “comunista” e intimo amigo de Fidel Castro,  por apátrida, y hasta por guerrillero.

Tienen razón la mayoría de colombianos al expresar consternación por las patéticas acusaciones que circulan en las redes sociales, cuyos autores se identifican como serviles defensores del narcoparauribismo; lo cual de por si se constituye en una afrenta contra la memoria de Gabo.


Pero el rechazo unánime que hay que expresar a las criticas del narcoparauribismo no implica que a Gabo haya que blindarlo contra otra clase de cuestionamientos.  El mas relevante para Colombia: su cohabitación casi cómplice con las oligarquías mafiosas y clanes familiares que han ostentado el poder desde la misma independencia; quienes, generación tras generación, incluida la de Gabo, han  sido los causantes y arquitectos de la destrucción, violencia y miseria que azota al país,  del saqueo continuo de sus recursos naturales y patrimonio económico, así como de la rendición servil para con el gobierno de EEUU y sus multinacionales.

Lo irónico es que quienes patéticamente cuestionan a Gabo por sus supuestas ideologías políticas de izquierda y su indiferencia con Colombia, son precisamente engendros de esas mafias políticas y clanes familiares con las que Gabo nunca tuvo una posición contundente de critica, menos de denuncia.  Los continuos homenajes, y elogios de los que siempre fue objeto lo mantuvieron no solo ausente sino indiferente de la cruda realidad que ha vivido la inmensa mayoría  del pueblo colombiano.  Realidad que pudo ayudar a transformar positivamente, si por lo menos su voz y sus escritos, dado su reconocimiento internacional,  hubiesen sido utilizados para denunciar a los arquitectos y causantes de las injusticias sociales y violencia que predominan en el país, quienes para un personaje como él que se identificaba con ideologías socialistas, debieron ser plenamente conocidos.

Ni siquiera los crímenes y corrupción estatal que durante el narcogobierno de Uribe, alcanzaron niveles de “realismo mágico”, fueron suficientes para despertar la indiferencia de Gabo con sus connacionales: ni una critica, menos una declaración publica condenando a los autores de los falsos positivos, las desapariciones forzadas, los millones de desplazamientos forzados, los asesinatos selectivos de defensores de derechos humanos, periodistas independientes, sindicalistas, lideres políticos, la persecución y espionaje en contra de opositores políticos, etc., etc.

Tal vez no haya que poner en duda sus ideologías políticas de izquierda y sus deseos porque los colombianos logren vivir en paz. Pero sus gestiones por la paz no fueron mas allá de los deseos y alguno que otro acercamiento con gobernantes de turno exhortándolos, facilitando e incluso intercediendo con gobiernos extranjeros para que exploren soluciones políticas al conflicto. 

Con cientos de miles de crímenes cometidos por un estado cooptado por las mismas mafias políticas y oligarquías que lo adulaban y homenajeaban, muchos guardábamos la esperanza de que Gabo, por lo menos en sus últimos años de vida, hubiese tenido el arrojo de expresar abierta y públicamente lo que pensaba de esas elites mafiosas y oligarquías colombianas. No lo hizo ni siquiera con quienes lo injuriaron y trataron de desacreditarlo cuando fue forzado a exiliarse en Mexico: los buitres del diario El Tiempo. Tal vez se sintió intimidado al ver que uno de esos buitres es ahora el presidente de Colombia.

Ya muerto, ni siquiera podrá ver la hipocresía y cinismo de esa sociedad mafiosa que tanto lo aduló resaltando su amistad intima con Fidel Castro.  Amigo cercano al que siempre se han referido como dictador, terrorista, promotor de la guerrilla, y hasta causante de la violencia que azota al país.



Se fue Gabo, el país seguirá en guerra y su pueblo sumido en la miseria, la opresión, la exclusión social. En otros rincones del mundo, incluso en el vecindario, otros personajes, mucho menos reconocidos que Gabo, han sido artífices de grandes transformaciones sociales y políticas.


Tras su muerte, sentimientos encontrados nos embargan: profunda admiración por su talento y legado como escritor; una gran frustración por su indiferencia con la realidad colombiana,…..prefirió vivir en su “realismo mágico”,…. en un mundo de fantasías y leyendas literarias.

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