jueves, 20 de marzo de 2014

Violencia y Terror – El camino de Ucrania y Colombia hacia la construcción del Imperio

James Petras, en uno de sus mas recientes artículos que publican varios medios digitales internacionales, hace un crudo análisis de las similitudes entre el camino politico que esta tomando Ucrania y la situación que ha vivido Colombia, especialmente durante los últimos 15 anos.

El articulo adquiere la mayor relevancia, sobre todo para una opinión publica colombiana que en su mayoría solo se entera de lo que ocurre en su país y en el resto del mundo a través de lo que leen o escuchan en los grandes medios de comunicación, los cuales haciendo honor a su condición de prepagos,  actúan como simples megáfonos y amplificadores de la propaganda y falsedades que salen de las oficinas de prensa del régimen.

Sobre la situación en Ucrania, por ejemplo, lo que escucharan en los medios locales es que lo que esta viviendo ese país (a diferencia de Venezuela, porque no pierden la oportunidad de estigmatizar a Venezuela) es una verdadera transición democrática. Sobre Colombia y las recientes elecciones, a lo sumo escucharan que hubo unos candidatos avivatos que se hicieron elegir con votos alterados o comprados, pero no escucharan una sola mención de que el sistema electoral es un verdadero pozo séptico, ni que la “democracia” en general es realmente un montaje electoral politiquero diseñado para garantizar la perpetuidad en el poder de las mismas mafias políticas y clanes familiares.

Lean a continuación el articulo de James Petras:

Violencia y Terror – El camino de Ucrania y Colombia hacia la construcción del Imperio
Por James Petras – Marzo 19, 2014 

Introducción

Los dos caminos hacia la construcción del imperio del siglo 21st mediante testaferros son ilustrados a través de la toma violenta del poder en Ucrania por una junta respaldada por EEUU y los réditos electorales del Señor de la guerra colombiana Alvaro Uribe Velez, también apoyado por EEUU. A continuación describiremos la 'mecánica' de la intervención estadounidense en la política interna de estos dos países y sus profundos efectos externos – y cuyo propósito es cómo expandir el poder imperial en todo el continente.

Intervención política y regímenes testaferros: Ucrania

La conversión de Ucrania en un estado vasallo de EEUU y la Unión Europea (UE) ha sido un proceso prolongado y de gran escala que involucró financiamiento a largo plazo, adoctrinamiento y reclutamiento de fuerzas locales, organización y capacitación de políticos y pandilleros y; sobre todo, una capacidad para combinar la acción directa con la política electoral.

La toma del poder es un juego que tiene altos intereses para el imperio: (1) Ucrania en manos de sus clientes, proporciona a la OTAN un bastión militar en el corazón de la Federación de Rusia; (2) los recursos agrícolas e industriales de Ucrania proporcionan una fuente de enorme riqueza para los inversionistas occidentales; y (3) Ucrania es una región estratégica que les permite penetrar las altas esferas políticas de la región, e incluso más allá.

Washington invirtió más de 5 billones de dólares en la construcción de un estado cliente, sobre todo en 'Ucrania occidental', y especialmente en los alrededores de Kiev, centrándose en 'grupos de la sociedad civil’ y en partidos y líderes políticos manipulables. En 2004, la primera “inversión” política de EE.UU. dirigida a lograr un cambio de régimen culminó en lo que se denominó la 'revolución naranja ' la cual instaló un efímero régimen pro-EEUU/UE. Sin embargo, este régimen se degeneró rápidamente en medio de grandes escándalos de corrupción, mala gestión y saqueo del tesoro nacional y de recursos públicos por parte de la oligarquía, lo cual condujo al encarcelamiento del ex-vicepresidente y a la desaparición del régimen. Nuevas elecciones produjeron un nuevo régimen, el cual intentó fortalecer las relaciones con la UE y Rusia mediante acuerdos económicos pero conservando muchas de las repudiables características (corrupción endémica) del régimen anterior. Los EEUU y la UE, luego de haber sido derrotados en elecciones democráticas, relanzaron sus 'organizaciones de acción directa’ con una nueva agenda radical. Neofascistas se tomaron el poder y establecieron una junta dictatorial como resultado de manifestaciones violentas, vandalismo, asaltos armados y otras acciones criminales. La composición de la nueva junta post-golpe de estado mostro los dos bandos que representan las organizaciones políticas respaldadas por EEUU: (1) políticos neoliberales para la gestión de la política económica y fortalecer los lazos con la OTAN, y (2) los nacionalistas neo fascistas/violentos, encargados de imponer orden mediante una estrategia de mano dura, y de aplastar a ‘autonomistas’ de Crimea  pro Rusia, a grupos étnicos rusos y a otras minorías, especialmente en los sectores industrializados del sur y oriente.

Cualquiera que sea el resultado del golpe de estado,  la junta de gobierno impuesta es totalmente subordinada  y dependiente de la voluntad de Washington: por mas declaraciones de que lo que ocurrió fue la ‘independencia ' de Ucrania. La junta impuesta procedió a despedir a los funcionarios electos y nombrados que estaban afiliados a los partidos políticos del régimen democrático anterior y a perseguir a sus partidarios. Su propósito es asegurar que las subsiguientes elecciones manipuladas parezcan legitimas, las cuales servirán para elegir básicamente dos grupos de clientes del imperio: los neoliberales, (autodenominados "moderados") y los neofascistas bautizados como "nacionalistas".

El camino de Ucrania hacia un poder imperialista mediante un régimen colaborador ilustra varios  instrumentos que se usan en la construcción del imperio: (1) uso de fondos del estado imperial, canalizados a través de organizaciones no gubernamentales, grupos políticos frontales y el fortalecimiento de una 'base de masas' dentro de la sociedad civil; (2) financiación de una acción masiva directa que lleve a un golpe de estado ('cambio de régimen'); (3) imposición de políticas neoliberales por parte del régimen cliente; (4) financiamiento imperial para la reorganización y reagrupamiento de los grupos de acción masiva directa después de la desaparición del primer régimen cliente; (5) transición de la protesta pacífica a la acción violenta directa como gran telón de fondo para que los sectores extremistas (neofascistas) organicen la toma del poder y la eliminación de la oposición; (6) organización de una 'campaña mediática internacional ' para afianzar la nueva junta de gobierno y al mismo tiempo satanizar a la oposición nacional e internacional (Rusia); y (7) poder político centralizado en manos de la junta de gobierno, convocando a  unas "elecciones manipuladas" que asegurarán  la victoria de uno u otro de los candidatos pro imperialistas escogidos por la misma junta de gobierno.
En resumen, los constructores de imperios operan en varios niveles: violento y electoral; social y político; y con políticos amigos en ejercicio y rivales cuidadosamente seleccionados y comprometidos a cumplir con un objetivo estratégico: la toma del poder estatal y la conversión de las elites gobernantes en incondicionales vasallos del imperio.

Democracia de ‘los escuadrones de la muerte’ en Colombia: Elemento fundamental del Imperio para avanzar en América Latina

Frente a la reducción de la influencia estadounidense en América Latina, Colombia se constituye en un bastión clave para los intereses imperiales de Estados Unidos en la región: (1) Colombia firmó un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos; (2) puso a disposición siete bases militares y ha permitido la participación de EEUU en varios operativos contra la insurgencia; y (3) colaboró en la creación a gran escala de escuadrones de la muerte paramilitares, lo cuales están entrenados para incursionar la frontera y desarrollar operativos en contra de Venezuela, el archienemigo de Washington.

La oligarquía gobernante y los militares de Colombia han logrado contener la ola masiva de agitación democrática de movimientos sociales y populares,  y las victorias electorales que dieron origen a estados post-neoliberales en Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay y Uruguay.

Mientras América Latina se ha movido hacia la conformación de 'organizaciones regionales’ que excluyen a EEUU, Colombia ha fortalecido sus lazos con el imperio a través de acuerdos bilaterales. Mientras que América Latina redujo su dependencia de los mercados estadounidenses, Colombia amplió sus lazos comerciales. Mientras que América Latina redujo sus lazos militares con el Pentágono, Colombia los fortaleció. Mientras que América Latina se ha enfocado en una mayor inclusión social mediante el aumento de impuestos a las empresas multinacionales extranjeras, Colombia bajó los impuestos corporativos. Mientras que América Latina expande la titulación de tierras a sus poblaciones rurales, Colombia ha desplazado más de 4 millones de campesinos como parte de la estrategia contrainsurgente de EEUU denominada 'tierra arrasada’.

La sumisión inquebrantable "excepcional" de Colombia a los intereses imperialistas de Estados Unidos está arraigada en varios programas de gran escala y largo plazo desarrollados en Washington. En 2000, el Presidente Clinton comprometió a los Estados Unidos en un programa de contrainsurgencia de 6 billones de dólares (Plan Colombia) el cual incrementó la capacidad represiva y brutal de la élite Colombiana para hacer frente a los movimientos populares de campesinos y trabajadores.  Además de suministrar armas y entrenamiento, fuerzas especiales e ideólogos de EEUU llegaron a Colombia con el fin de desarrollar operaciones militares y paramilitares terroristas – cuyo objetivo principal es penetrar y diezmar a la oposición política y a los movimientos sociales, y asesinar activistas y líderes sociales. Con el respaldo de EEUU, Álvaro Uribe Velez,  destacado narcotraficante y quien es la personificación del vasallo imperial más despiadado, se convirtió en el presidente de la 'democracia de los escuadrones de la muerte.'

El presidente Uribe militarizó aún más la sociedad colombiana, atacó severamente a los movimientos de la sociedad civil y aplastó cualquier posibilidad de un resurgimiento popular democrático, tal como estaba ocurriendo en el resto de América Latina. Miles de activistas, sindicalistas, activistas de derechos humanos y campesinos fueron asesinados, torturados y encarcelados.

El 'sistema colombiano ' combina el uso sistemático del paramilitarismo (escuadrones de la muerte) para atacar a sindicatos locales y regionales y a la oposición campesina, con la tecnificación e incremento del pie de fuerza militar (más de 300.000 soldados) para combatir a la insurgencia popular y 'limpiar el campo' de los simpatizantes rebeldes.  El multimillonario e inmenso negocio de tráfico de drogas y de lavado de dinero constituyeron el 'pegamento financiero ' que consolidó las relaciones entre los oligarcas, políticos, banqueros y asesores de contrainsurgencia estadounidenses – creando un estado policía aterrorizador y de alta tecnología en las fronteras con Venezuela, Ecuador y Brasil - países con presencia de importantes movimientos populares.

La misma maquinaria de terror estatal que ha diezmado sistemáticamente a los movimientos sociales que exigen una verdadera democracia, ha protegido, promovido y participado en 'elecciones manipuladas'  lo cual le imprime a Colombia el sello de ser una "democracia de los escuadrones de la muerte."

Las elecciones se celebran bajo un inmenso despliegue militar, del cual hacen parte escuadrones de la muerte y narcotraficantes que se desplazan a ciudades y pueblos a intimidar, aterrorizar y corromper al electorado. La única manera segura de protestar en esta atmósfera represiva es la abstención. Los resultados electorales son siempre conocidos con anticipación: los oligarcas nunca pierden en las democracias de escuadrones de la muerte, son los vasallos más fieles del imperio.

Los efectos acumulativos de la larga y sangrienta década y media de aniquilación de la sociedad civil colombiana por parte de los presidentes Uribe y su sucesor Santos, se evidencian en la eliminación o debilitamiento de cualquier forma de oposición democrática. Washington ha alcanzado su ideal: un estado vasallo estable; un estamento militar fortalecido y obediente; una oligarquía estrechamente relacionada con las elites corporativas norteamericanas; y un sistema 'electoral' estrictamente controlado que no permite la elección de un verdadero opositor.

Las elecciones de marzo de 2014 en Colombia ilustran con toda claridad el éxito de la intervención estratégica de Estados Unidos en colaboración con la oligarquía local: la gran mayoría del electorado (dos tercios) se abstuvieron, lo cual demuestra que el proceso electoral no tiene legitimidad para los votantes. Entre los que 'votaron,' 10% sufragaron votos nulos o votaron en blanco. La votación abstencionista y de votos nulos fue especialmente alta en regiones rurales y áreas de clase obrera que han sido objeto del terrorismo de estado.

Debido a la intensa represión, los votantes vieron que ningún partido genuino de oposición tenía alguna posibilidad y por eso se negaron a legitimar el proceso. El 30% que votó son en su mayoría habitantes de ciudades, de clases medias y altas, y residentes de algunas zonas rurales completamente controladas por narcoterroristas y militares donde 'votar' pudo haber sido 'obligatorio'. De un total de 32 millones de electores, 18 millones se abstuvieron y otros 2,3 millones sufragaron tarjetones nulos. Las dos coaliciones dominantes de la oligarquía, lideradas por el Presidente Santos y el ex Presidente Uribe, recibieron sólo 2.2 millones y 2.05 millones de votos respectivamente, una fracción pequeña comparada con el total de votantes. En esta farsa electoral, los candidatos de partidos de centro-izquierda y de izquierda obtuvieron resultados pírricos. El sistema electoral colombiano pone un velo de propaganda a un estado vasallo peligroso y altamente militarizado, cuya misión es desempeñar un papel estratégico en los planes estadounidenses para la "reconquista" de América Latina.

Dos décadas de terror sistemático, financiado por un programa de militarización de 6 billones de dólares, ha garantizado que Washington no tenga ninguna oposición sustancial ni en el congreso ni en el palacio presidencial en Bogotá. Este es el 'olor amargo, teñido de pólvora’ del éxito que alardean las autoridades de Estados Unidos: la violencia es la comadrona del estado vasallo. Colombia se ha convertido en el bastión para el desarrollo de un bloque comercial y una alianza militar centrados en EEUU cuyo propósito es debilitar alianzas regionales Bolivarianas promovidas por Venezuela, como la ALBA y Petro Caribe; así como atentar contra la seguridad nacional de Venezuela. El gobierno de Colombia seguirá tratando de influir en los regímenes de derecha y de centro-izquierda del vecindario empujándolos a abrazar al imperio en contra de Venezuela.

Conclusión

La organización de subversión a gran escala en Ucrania y Colombia, así como la financiación de organizaciones paramilitares y de la sociedad civil (ONGs) le ha permitido a Washington: (1) construir aliados estratégicos, (2) fortalecer lazos con oligarcas, políticos obedientes y con matones paramilitares, y (3) aplicar terrorismo político para la toma del poder estatal. Los planificadores imperiales han creado así "Estados modelo" — desprovistos de opositores consecuentes y abiertos a elecciones manipuladas entre políticos rivales vasallos.

Golpes de estado y juntas de gobierno, orquestados por testaferros  políticos,  y estados altamente militarizados gobernados por ' ejecutivos de escuadrones de la muerte ' son legitimados por sistemas electorales diseñados para ampliar y fortalecer el poder imperial.

Haciendo imposible la existencia de verdaderos procesos democráticos y el logro de reformas populares por la vía pacifica, y mediante el derrocamiento de gobiernos  independientes y elegidos democráticamente, Washington está haciendo que las guerras y los levantamientos violentos sean inevitables.

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