James Petras, en uno de sus mas
recientes artículos que publican varios medios digitales internacionales, hace
un crudo análisis de las similitudes entre el camino politico que esta tomando Ucrania y
la situación que ha vivido Colombia, especialmente durante los últimos 15 anos.
El articulo adquiere la mayor
relevancia, sobre todo para una opinión publica colombiana que en su mayoría
solo se entera de lo que ocurre en su país y en el resto del mundo a través de lo
que leen o escuchan en los grandes medios de comunicación, los cuales haciendo
honor a su condición de prepagos, actúan
como simples megáfonos y amplificadores de la propaganda y falsedades que salen
de las oficinas de prensa del régimen.
Sobre la situación en Ucrania,
por ejemplo, lo que escucharan en los medios locales es que lo que esta
viviendo ese país (a diferencia de Venezuela, porque no pierden la oportunidad
de estigmatizar a Venezuela) es una verdadera transición democrática. Sobre
Colombia y las recientes elecciones, a lo sumo escucharan que hubo unos candidatos
avivatos que se hicieron elegir con votos alterados o comprados, pero no
escucharan una sola mención de que el sistema electoral es un verdadero pozo
séptico, ni que la “democracia” en general es realmente un montaje electoral
politiquero diseñado para garantizar la perpetuidad en el poder de las mismas mafias políticas y
clanes familiares.
Lean a continuación el articulo
de James Petras:
Violencia y Terror – El camino de Ucrania y Colombia hacia la
construcción del Imperio
Por James Petras – Marzo 19,
2014
Introducción
Los dos
caminos hacia la construcción del imperio del siglo 21st mediante testaferros
son ilustrados a través de la toma violenta del poder en Ucrania por una junta respaldada
por EEUU y los réditos electorales del Señor de la guerra colombiana Alvaro
Uribe Velez, también apoyado por EEUU. A continuación describiremos la
'mecánica' de la intervención estadounidense en la política interna de estos
dos países y sus profundos efectos externos – y cuyo propósito es cómo expandir
el poder imperial en todo el continente.
Intervención
política y regímenes testaferros: Ucrania
La conversión
de Ucrania en un estado vasallo de EEUU y la Unión Europea (UE) ha sido un
proceso prolongado y de gran escala que involucró financiamiento a largo plazo,
adoctrinamiento y reclutamiento de fuerzas locales, organización y capacitación
de políticos y pandilleros y; sobre todo, una capacidad para combinar la acción
directa con la política electoral.
La toma del
poder es un juego que tiene altos intereses para el imperio: (1) Ucrania en
manos de sus clientes, proporciona a la OTAN un bastión militar en el corazón
de la Federación de Rusia; (2) los recursos agrícolas e industriales de Ucrania
proporcionan una fuente de enorme riqueza para los inversionistas occidentales;
y (3) Ucrania es una región estratégica que les permite penetrar las altas
esferas políticas de la región, e incluso más allá.
Washington
invirtió más de 5 billones de dólares en la construcción de un estado cliente,
sobre todo en 'Ucrania occidental', y especialmente en los alrededores de Kiev,
centrándose en 'grupos de la sociedad civil’ y en partidos y líderes políticos
manipulables. En 2004, la primera “inversión”
política de EE.UU. dirigida a lograr un cambio de régimen culminó en lo que se
denominó la 'revolución naranja ' la cual instaló un efímero régimen
pro-EEUU/UE. Sin embargo, este régimen se degeneró rápidamente en medio de grandes
escándalos de corrupción, mala gestión y saqueo del tesoro nacional y de
recursos públicos por parte de la oligarquía, lo cual condujo al
encarcelamiento del ex-vicepresidente y a la desaparición del régimen. Nuevas
elecciones produjeron un nuevo régimen, el cual intentó fortalecer las
relaciones con la UE y Rusia mediante acuerdos económicos pero conservando
muchas de las repudiables características (corrupción endémica) del régimen
anterior. Los EEUU y la UE, luego de haber sido derrotados en elecciones
democráticas, relanzaron sus 'organizaciones
de acción directa’ con una
nueva agenda radical. Neofascistas se tomaron el poder y establecieron una
junta dictatorial como resultado de manifestaciones violentas, vandalismo,
asaltos armados y otras acciones criminales. La composición de la nueva junta
post-golpe de estado mostro los dos bandos que representan las organizaciones
políticas respaldadas por EEUU: (1) políticos neoliberales para la gestión de
la política económica y fortalecer los lazos con la OTAN, y (2) los
nacionalistas neo fascistas/violentos, encargados de imponer orden mediante una
estrategia de mano dura, y de aplastar a ‘autonomistas’ de Crimea pro Rusia, a grupos étnicos rusos y a otras
minorías, especialmente en los sectores industrializados del sur y oriente.
Cualquiera
que sea el resultado del golpe de estado,
la junta de gobierno impuesta es totalmente subordinada y dependiente de la voluntad de Washington: por
mas declaraciones de que lo que ocurrió fue la ‘independencia ' de
Ucrania. La junta impuesta procedió a despedir a los funcionarios electos y nombrados
que estaban afiliados a los partidos políticos del régimen democrático anterior
y a perseguir a sus partidarios. Su propósito es asegurar que las subsiguientes
elecciones manipuladas parezcan legitimas, las cuales servirán para elegir básicamente
dos grupos de clientes del imperio: los neoliberales, (autodenominados "moderados")
y los neofascistas bautizados como "nacionalistas".
El camino de
Ucrania hacia un poder imperialista mediante un régimen colaborador ilustra varios
instrumentos que se usan en la
construcción del imperio: (1) uso de fondos del estado imperial, canalizados a
través de organizaciones no gubernamentales, grupos políticos frontales y el
fortalecimiento de una 'base de masas' dentro de la sociedad
civil; (2) financiación de una acción masiva directa que lleve a un golpe de estado
('cambio de régimen'); (3) imposición de políticas neoliberales por parte
del régimen cliente; (4) financiamiento imperial para la reorganización y
reagrupamiento de los grupos de acción masiva directa después de la
desaparición del primer régimen cliente; (5) transición de la protesta pacífica
a la acción violenta directa como gran telón de fondo para que los sectores
extremistas (neofascistas) organicen la toma del poder y la eliminación de la
oposición; (6) organización de una 'campaña mediática internacional '
para afianzar la nueva junta de gobierno y al mismo tiempo satanizar a la
oposición nacional e internacional (Rusia); y (7) poder político centralizado
en manos de la junta de gobierno, convocando a unas "elecciones manipuladas"
que asegurarán la victoria de uno u otro
de los candidatos pro imperialistas escogidos por la misma junta de gobierno.
En resumen, los
constructores de imperios operan en varios niveles: violento y electoral;
social y político; y con políticos amigos en ejercicio y rivales cuidadosamente
seleccionados y comprometidos a cumplir con un objetivo estratégico: la toma
del poder estatal y la conversión de las elites gobernantes en incondicionales vasallos
del imperio.
Democracia de
‘los escuadrones de la muerte’ en Colombia: Elemento fundamental del Imperio para
avanzar en América Latina
Frente a la
reducción de la influencia estadounidense en América Latina, Colombia se constituye
en un bastión clave para los intereses imperiales de Estados Unidos en la
región: (1) Colombia firmó un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos; (2)
puso a disposición siete bases militares y ha permitido la participación de
EEUU en varios operativos contra la insurgencia; y (3) colaboró en la creación a
gran escala de escuadrones de la muerte paramilitares, lo cuales están
entrenados para incursionar la frontera y desarrollar operativos en contra de
Venezuela, el archienemigo de Washington.
La oligarquía
gobernante y los militares de Colombia han logrado contener la ola masiva de
agitación democrática de movimientos sociales y populares, y las victorias electorales que dieron origen
a estados post-neoliberales en Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia,
Paraguay y Uruguay.
Mientras
América Latina se ha movido hacia la conformación de 'organizaciones
regionales’ que excluyen
a EEUU, Colombia ha fortalecido sus lazos con el imperio a través de acuerdos
bilaterales. Mientras que América Latina redujo su dependencia de los mercados
estadounidenses, Colombia amplió sus lazos comerciales. Mientras que América
Latina redujo sus lazos militares con el Pentágono, Colombia los fortaleció.
Mientras que América Latina se ha enfocado en una mayor inclusión social mediante
el aumento de impuestos a las empresas multinacionales extranjeras, Colombia
bajó los impuestos corporativos. Mientras que América Latina expande la
titulación de tierras a sus poblaciones rurales, Colombia ha desplazado más de
4 millones de campesinos como parte de la estrategia contrainsurgente de EEUU
denominada 'tierra arrasada’.
La sumisión inquebrantable
"excepcional" de Colombia a los intereses imperialistas de
Estados Unidos está arraigada en varios programas de gran escala y largo plazo
desarrollados en Washington. En 2000, el Presidente Clinton comprometió a los
Estados Unidos en un programa de contrainsurgencia de 6 billones de dólares (Plan
Colombia) el cual incrementó la capacidad represiva y brutal de la élite
Colombiana para hacer frente a los movimientos populares de campesinos y
trabajadores. Además de suministrar armas
y entrenamiento, fuerzas especiales e ideólogos de EEUU llegaron a Colombia con
el fin de desarrollar operaciones militares y paramilitares terroristas – cuyo
objetivo principal es penetrar y diezmar a la oposición política y a los
movimientos sociales, y asesinar activistas y líderes sociales. Con el respaldo
de EEUU, Álvaro Uribe Velez, destacado
narcotraficante y quien es la personificación del vasallo imperial más
despiadado, se convirtió en el presidente de la 'democracia de los escuadrones
de la muerte.'
El presidente
Uribe militarizó aún más la sociedad colombiana, atacó severamente a los
movimientos de la sociedad civil y aplastó cualquier posibilidad de un
resurgimiento popular democrático, tal como estaba ocurriendo en el resto de
América Latina. Miles de activistas, sindicalistas, activistas de derechos
humanos y campesinos fueron asesinados, torturados y encarcelados.
El 'sistema
colombiano ' combina el uso sistemático del paramilitarismo
(escuadrones de la muerte) para atacar a sindicatos locales y regionales y a la
oposición campesina, con la tecnificación e incremento del pie de fuerza militar
(más de 300.000 soldados) para combatir a la insurgencia popular y 'limpiar el
campo' de los simpatizantes rebeldes. El
multimillonario e inmenso negocio de tráfico de drogas y de lavado de dinero
constituyeron el 'pegamento financiero ' que consolidó las relaciones
entre los oligarcas, políticos, banqueros y asesores de contrainsurgencia
estadounidenses – creando un estado policía aterrorizador y de alta tecnología en
las fronteras con Venezuela, Ecuador y Brasil - países con presencia de importantes
movimientos populares.
La misma maquinaria
de terror estatal que ha diezmado sistemáticamente a los movimientos sociales que
exigen una verdadera democracia, ha protegido, promovido y participado en 'elecciones
manipuladas' lo cual le imprime a
Colombia el sello de ser una "democracia de los escuadrones de la
muerte."
Las
elecciones se celebran bajo un inmenso despliegue militar, del cual hacen parte
escuadrones de la muerte y narcotraficantes que se desplazan a ciudades y
pueblos a intimidar, aterrorizar y corromper al electorado. La única manera
segura de protestar en esta atmósfera represiva es la abstención. Los
resultados electorales son siempre conocidos con anticipación: los oligarcas
nunca pierden en las democracias de escuadrones de la muerte, son los vasallos
más fieles del imperio.
Los efectos
acumulativos de la larga y sangrienta década y media de aniquilación de la
sociedad civil colombiana por parte de los presidentes Uribe y su sucesor
Santos, se evidencian en la eliminación o debilitamiento de cualquier forma de oposición
democrática. Washington ha alcanzado su ideal: un estado vasallo estable; un estamento
militar fortalecido y obediente; una oligarquía estrechamente relacionada con las
elites corporativas norteamericanas; y un sistema 'electoral'
estrictamente controlado que no permite la elección de un verdadero opositor.
Las
elecciones de marzo de 2014 en Colombia ilustran con toda claridad el éxito de la intervención estratégica
de Estados Unidos en colaboración con la oligarquía local: la gran mayoría del
electorado (dos tercios) se abstuvieron, lo cual demuestra que el proceso
electoral no tiene legitimidad para los votantes. Entre los que 'votaron,'
10% sufragaron votos nulos o votaron en blanco. La votación abstencionista y de
votos nulos fue especialmente alta en regiones rurales y áreas de clase obrera
que han sido objeto del terrorismo de estado.
Debido a la
intensa represión, los votantes vieron que ningún partido genuino de oposición
tenía alguna posibilidad y por eso se negaron a legitimar el proceso. El 30%
que votó son en su mayoría habitantes de ciudades, de clases medias y altas, y
residentes de algunas zonas rurales completamente controladas por
narcoterroristas y militares donde 'votar' pudo haber sido 'obligatorio'. De un
total de 32 millones de electores, 18 millones se abstuvieron y otros 2,3
millones sufragaron tarjetones nulos. Las dos coaliciones dominantes de la
oligarquía, lideradas por el Presidente Santos y el ex Presidente Uribe,
recibieron sólo 2.2 millones y 2.05 millones de votos respectivamente, una
fracción pequeña comparada con el total de votantes. En esta farsa electoral,
los candidatos de partidos de centro-izquierda y de izquierda obtuvieron
resultados pírricos. El sistema electoral colombiano pone un velo de propaganda
a un estado vasallo peligroso y altamente militarizado, cuya misión es desempeñar
un papel estratégico en los planes estadounidenses para la "reconquista"
de América Latina.
Dos décadas
de terror sistemático, financiado por un programa de militarización de 6
billones de dólares, ha garantizado que Washington no tenga ninguna oposición
sustancial ni en el congreso ni en el palacio presidencial en Bogotá. Este es
el 'olor amargo, teñido de pólvora’ del éxito que alardean las autoridades de
Estados Unidos: la violencia es la comadrona del estado vasallo. Colombia se ha
convertido en el bastión para el desarrollo de un bloque comercial y una
alianza militar centrados en EEUU cuyo propósito es debilitar alianzas
regionales Bolivarianas promovidas por Venezuela, como la ALBA y Petro Caribe;
así como atentar contra la seguridad nacional de Venezuela. El gobierno de
Colombia seguirá tratando de influir en los regímenes de derecha y de
centro-izquierda del vecindario empujándolos a abrazar al imperio en contra de Venezuela.
Conclusión
La
organización de subversión a gran escala en Ucrania y Colombia, así como la
financiación de organizaciones paramilitares y de la sociedad civil (ONGs) le ha
permitido a Washington: (1) construir aliados estratégicos, (2) fortalecer
lazos con oligarcas, políticos obedientes y con matones paramilitares, y (3)
aplicar terrorismo político para la toma del poder estatal. Los planificadores
imperiales han creado así "Estados modelo" — desprovistos de
opositores consecuentes y abiertos a elecciones manipuladas entre políticos
rivales vasallos.
Golpes de
estado y juntas de gobierno, orquestados por testaferros políticos,
y estados altamente militarizados gobernados por ' ejecutivos de
escuadrones de la muerte ' son legitimados por sistemas electorales
diseñados para ampliar y fortalecer el poder imperial.
Haciendo
imposible la existencia de verdaderos procesos democráticos y el logro de
reformas populares por la vía pacifica, y mediante el derrocamiento de
gobiernos independientes y elegidos
democráticamente, Washington está haciendo que las guerras y los levantamientos
violentos sean inevitables.