Articulo de interés publicado originalmente
en el portal Contrainsurgencia.com
Introducción
Bajo
cualquier parámetro histórico, ya se trate de la legislación internacional, las
convenciones de los derechos humanos, los protocolos de Naciones Unidas o los
indicadores socioeconómicos, las políticas y prácticas de los gobiernos de Estados
Unidos y la Unión Europea se pueden calificar de extremistas.
Con
esto queremos decir que sus políticas y prácticas
se traducen en destrucción sistemática a gran escala y largo plazo de vidas
humanas y hábitats y afectan probablemente a millones de personas mediante la
aplicación directa de la fuerza y la violencia. Los
gobiernos extremistas detestan la moderación que comporta rechazar las guerras
declaradas y preferir las negociaciones pacíficas. La moderación busca la
resolución de conflictos a través de la diplomacia, la negociación y el rechazo del
terrorismo de Estado y paramilitar, la desposesión masiva, el desplazamiento de
poblaciones civiles y el ataque sistemático contra los sectores populares de la
sociedad civil.
La primera década del siglo XXI ha sido testigo del
abrazo de Occidente al extremismo en todas sus manifestaciones, tanto de
la política interior como exterior. El extremismo es una práctica habitual de los
autodenominados conservadores, liberales y socialdemócratas. Antes, ser conservador suponía
preservar el statu quo y, como máximo, hacer pequeños ajustes
en los márgenes. Los «conservadores» actuales exigen el desmantelamiento completo
de la totalidad de los sistemas de bienestar social y la supresión de
las restricciones legales tradicionales que protegen de los abusos contra la
mano de obra y el medio ambiente. Los liberales y socialdemócratas que antes,
de vez en cuando, ponían en cuestión los regímenes coloniales han estado en la
primera línea de guerras coloniales múltiples y prolongadas que han asesinado y
desplazado a millones de personas en Iraq, Afganistán, Libia y Siria.
El extremismo, tanto en lo
referente a los métodos, los medios y los objetivos, ha destruido las
distinciones entre políticos de centro-izquierda, de centro y de derecha. A
quienes se oponen moderadamente a las políticas de rescatar a una
docena de bancos importantes y empobrecer a decenas de millones de trabajadores
se les llama «izquierda dura», «extremistas» o «radicales».
Siguiendo la estela de las políticas extremistas de
las autoridades públicas, los respetables y prestigiosos medios de comunicación
impresos se han entregado a sus propias versiones del extremismo. (1) Las guerras coloniales que devastan la
sociedad civil y empobrecen material y culturalmente a millones de personas en
los países colonizados se justifican, adornan y presentan como legítimas,
humanas y promotoras de valores democráticos seculares. Las guerras internas en
nombre de las oligarquías y contra los trabajadores asalariados, que concentran
la riqueza y ahondan en la desesperación de los desposeídos, se califican de
racionales, virtuosas y necesarias. Las diferencias entre los medios prudentes,
equilibrados, prestigiosos y rigurosos y la prensa amarilla sensacionalista han desaparecido. La invención pura y dura, las omisiones
flagrantes y las distorsiones de los contextos se encuentran tanto en unos como
en otros.
Para ilustrar el reinado del extremismo en los
círculos oficiales y la prensa de prestigio analizaremos dos casos concretos:
las políticas estadounidenses hacia Colombia y Honduras y la cobertura
informativa que han dado de ellas The Financial Times y The New York Times.
Colombia: «La democracia
más antigua de América Latina» contra «la capital mundial de los escuadrones de
la muerte»
Siguiendo los pasos de las alabanzas eufóricas que
de la emergencia de Colombia como imagen emblemática hacía en un número del mes
de abril la revista Time, así como de The Wall Street Journal, The New York Times y The Washington Post, The Financial Times publicó
una serie de artículos que incorporaban una sección especial sobre el «milagro»
político y económico de Colombia: «Investing in Colombia» [«Invertir en
Colombia»]. (2) Según el enviado especial a América Latina de The Financial Times, un tal John Paul Rathbone, Colombia es
«la democracia más antigua del continente». (3) La fascinación de Rathbone por
el presidente Santos de Colombia trasciende de deberse a su papel como «agente
de poder emergente» para la Sudamérica continental hasta llegar a hacerlo
responsable de dar garantías a los inversores extranjeros en Colombia y
«despertar la envidia» de otros gobiernos menos exitosos de la región. Rathbone
pone de relieve la historia de un dirigente empresarial del país que afirma que
Medellín, la segunda ciudad más importante de Colombia, «vive sus mejores
tiempos». (4)
En sintonía con la opinión de la élite extranjera y
empresarial, el respetable medio de comunicación impreso describe Colombia como
un país próspero, pacífico, generoso con las empresas (porque recibe las tasas
de regalías por las extracciones mineras más bajas de todo el continente) y un
modelo de democracia estable que debe ser emulado por todos los líderes con
amplitud de miras. Con el presidente Santos, Colombia ha firmado un tratado de
libre comercio con el presidente Obama, su aliado más estrecho en el
continente. (5) Con el presidente Bush, los sindicatos, los grupos de derechos
humanos y religiosos y la mayoría demócrata del Congreso estadounidense
consiguieron bloquear el acuerdo sobre las bases militares aduciendo las
violaciones continuas de los derechos humanos en Colombia.
Cuando Obama suscribió el tratado de libre comercio,
la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones
Industrailes (AFL-CIO, Federation of Labor and Congress of Industrial
Organizations) y la oposición demócrata se se vinieron abajo en el momento en
que el presidente Obama reclamó una mejora significativa en la situación de los
derechos humanos y el compromiso de Santos para poner fin a los asesinatos de
dirigentes y activistas sindicales. (6)
La paz, la seguridad y la prosperidad alabadas por
las élites petroleras, mineras, banqueras y del sector agrario se basan en el
peor expediente de derechos humanos de América Latina. En lo referente al
asesinato de sindicalistas, Colombia supera a la totalidad del resto del mundo
junto. Entre los años 1986 y 2011, más del 60 por ciento de los sindicalistas
asesinados en todo el mundo murieron en Colombia a manos de una fuerza
militar-policial-paramilitar combinada, en gran medida a instancias de
dirigentes empresariales nacionales y extranjeros. (7)
La «paz» que Rathbone y su cohorte de The Financial Times elogian
tiene un coste de más de 12.000 asesinatos, detenciones, heridas y
desapariciones de sindicalistas entre el 1 de enero de 1986 y el 1 de octubre
de 2010. (8) En ese periodo fueron asesinados casi 3.000 dirigentes y
activistas sindicales y varios centenares fueron secuestrados o desaparecieron.
El presidente Santos era Ministro de Defensa durante el mandato del anterior
presidente Álvaro Uribe (2002-2010). En esos ocho años fueron asesinados 762
dirigentes y activistas sindicales, más del 95 por ciento a manos del Estado o
de fuerzas paramilitares aliadas. (9)
Bajo los mandatos de los presidentes Uribe y Santos
(2002-2012),fueron desplazados y despojados de sus hogares más de cuatro
millones de campesinos y habitantes de zonas rurales, a quienes los
terratenientes y narcotraficantes confiscaron las tierras. (10) Las tácticas
terroristas utilizadas por la estrategia contrainsurgente de los gobiernos
sirvió a la doble finalidad de reprimir a la disidencia y acumular riqueza. Los
periodistas de The Financial Times ignoran este capítulo del «crecimiento
renaciente» de Colombia. Sienten particular entusiasmo por la consiguiente
«seguridad» porque en el año 2012 afluyó una gran inversión exterior a gran
escala, más de 6.000 millones de dólares, a las regiones mineras y petroleras
que anteriormente estaban «aquejadas» de disturbios. (11)
Los principales señores de la droga, que estaban
estrechamente vinculados a los gobiernos de Uribe y Santos y posteriormente
fueron encarcelados y extraditados a Estados Unidos, han declarado en sus
testimonios que financiaron y eligieron a un tercio de los miembros del
Congreso colombiano afiliados al partido de Uribe y Santos en esa «democracia
más antigua» de América Latina a la que se refiere Rathbone. Según Salvatore
Mancuso, ex jefe del escuadrón de la muerte paramilitar de 30.000 miembros de
Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), él mismo se encontró con el entonces
presidente Uribe en diferentes zonas del país y le entregó dinero y facilitó
apoyo logístico en su campaña de reelección de 2006.
También afirmó que muchas corporaciones nacionales y
multinacionales financiaron el crecimiento y la expansión de los escuadrones de
la muerte. Lo que Rathbone y sus colegas periodistas de The Financial Timescelebran como la emergencia de Colombia
como paraíso del inversor está cuajada de la sangre y la matanza de miles de
campesinos, sindicalistas y activistas colombianos pro derechos humanos. La
sangrienta historia del reinado de terror de Uribe y Santos ha sido omitida por completo de la narración actual de la «historia
de éxito» de Colombia. Las descripciones detalladas de la brutalidad de las
matanzas y las torturas de los escuadrones de la muerte patrocinados por Uribe
y Santos, que refieren la utilización de sierras eléctricas para amputar
extremidades de campesinos sospechosos de simpatías izquierdistas, están a
disposición de todo aquel periodista que esté dispuesto a consultar a las
principales organizaciones de derechos humanos de Colombia. (12)
Los escuadrones de la
muerte y el ejército actúan de forma coordinada. El ejército recibe
entrenamiento de más de un millar de asesores de las fuerzas especiales
estadounidenses. Llegan a una aldea en una oleada de helicópteros suministrados
por Estados Unidos, arrebatan la región a las guerrillas y, a continuación,
permiten que los terroristas de AUC saqueen las aldeas matando, violando y
destripando a hombres, mujeres y niños sospechosos de simpatizar con la
guerrilla. Las tácticas terroristas han expulsado de las zonas rurales a
millones de campesinos.
Permitir que los
generales y los señores de la droga se apropien de sus tierras
Los defensores de los
derechos humanos suelen ser blanco frecuente del ejército y los escuadrones de
la muerte. Los presidentes Uribe y Santos los acusan primero de ser
colaboradores activos de la guerrilla por dar a conocer los crímenes contra la
humanidad cometidos por el gobierno. Una vez marcados, esos defensores se
convierten en «blancos legítimos» para el ataque armado de los escuadrones de
la muerte y el ejército, que actúan con absoluta impunidad. Entre los años 2002
y 2011 se perpetraron 1.470 actos de violencia contra defensores de los
derechos humanos, cuya cifra récord se alcanzó en 2011 con 239, entre los
cuales hubo 49 asesinatos durante la presidencia de Santos. (13) Más de la
mitad de los defensores de los derechos humanos asesinados son indígenas y
afro-colombianos.
El terrorismo de Estado
fue y sigue siendo el principal instrumento de gobierno con los presidentes
Uribe y Santos. Según la Fiscalía General, entre los años 2010 y 2012 se
produjeron en los «campos de la muerte» colombianos decenas de miles de
homicidios, 1.597 matanzas y millares de desapariciones. (14)
La práctica de «falsos
positivos» revelada por la prensa colombiana, según la cual el ejército
secuestra a jóvenes pobres, los disfraza de guerrilleros y los asesina, se
encuentran en los respetables medios de comunicación impresos estadounidenses
como prueba de los éxitos militares de Santos y Uribe en su lucha contra la
guerrilla. Hay 2.472 casos documentados de asesinato de falsos positivos a
manos del ejército. (15)
Honduras: The New York Times y el terrorismo de Estado
The New York Times publicó un artículo sobre Honduras en el que
subrayaba la «cooperación» del gobierno en la lucha estadounidense contra la
droga. (16) El periodista Thom Shanker habla de una «asociación» basada en la
expansión de tres nuevas bases militares y el estacionamiento en el país de las
fuerzas especiales estadounidenses. (17)
Shanker describe la
victoriosa operación de las fuerzas de operaciones especiales de Honduras,
orientadas y dirigidas por formadores de las fuerzas especiales
estadounidenses. Shanker habla de la visita realizada por una delegación de
miembros del Congreso estadounidense que evaluaó a las tropas locales en lo
referente al respeto a los derechos humanos y cita que el embajador
estadounidense en Honduras elogió al gobierno como «socio entusiasta y
capacitado para este esfuerzo conjunto». (18)
Hay paralelismos insidiosos entre la forma de
encubrir al gobierno extremista criminal de Honduras por parte de The New York Times y
la cruda promoción que lleva a cabo The Financial Times de esta democracia de escuadrones de
la muerte de Colombia.
El gobierno actual encabezado por el «presidente»
Lobos, que invita al Pentágono a ampliar su control militar sobre grandes
franjas de territorio hondureño, es fruto de un golpe militar respaldado
por Estados Unidos que derrocó a un presidente liberal elegido el 28 de junio
de 2009, un aspecto que Shanker olvida mencionar. Lobos, el presidente de
rapiña, mantiene el control asesinando, encarcelando y torturando a críticos,
periodistas, defensores de los derechos humanos y trabajadores rurales sin
tierra que pretenden reclamar las tierras que les han arrebatado violentamente
los terratenientes que respaldan a Lobos.
Tras el golpe militar,
miles de manifestantes hondureños en favor de la democracia fueron asesinados,
apaleados y detenidos. Según estimaciones conservadoras de Human Rights Watch,
20 disidentes pro democracia fueron asesinados por el ejército y la policía.
(19) Entre enero de 2010 y noviembre de 2011, al menos 12 periodistas críticos
con el gobierno de Lobos fueron asesinados.
En las zonas rurales, donde el reportero de The New York Times describe
un idilio amoroso entre las fuerzas especiales estadounidenses y sus homólogas
hondureñas, entre enero y agosto de 2011 fueron asesinados 30 campesinos en el
valle de Bajo Aguan, al norte de Honduras, por escuadrones de la muerte a
sueldo de los oligarcas que apoyan a Lobos. (20) Ni un solo asesino del
ejército, la policía o los escuadrones de la muerte ha sido juzgado y
encarcelado. Roberto Micheletti, líder golpista, y el presidente Lobos, su
sucesor, han atacado reiteradamente las manifestaciones en favor de la
democracia, en especial las encabezadas por maestros, estudiantes y
sindicalistas, y han torturado a centenares de disidentes políticos
encarcelados.
Precisamente en el mismo periodo que The New York Times publica
su artículo más entusiasta sobre las relaciones amistosas entre Estados Unidos
y Honduras, el número de muertos entre los disidentes en favor de la democracia
aumentó bruscamente: en los primeros cuatro meses de 2012 han sido asesinados
ocho periodistas y un locutor de televisión. (21) A finales de marzo y
principios de abril de 2012, nueve campesinos y empleados fueron asesinados por
terratenientes favorables a Lobos. (22) Ninguna detención, ningún sospechoso…
la impunidad reina en la tierra de las bases militares estadounidenses. The New York Times sigue
el ejemplo de la complicidad y la ley del silencio propias de la mafia.
Siria: Cómo The Financial Times absuelve a los terroristas de Al Qaida
Mientras los terroristas respaldados por Occidente
saquean Siria, la prensa occidental, especialmente The Financial Times, sigue absolviendo a los terroristas de
colocar coches bomba, matar y mutilar a centenares de civiles. Con un cinismo
descarnado, sus reporteros se encogen de hombres y dan crédito a las
afirmaciones de los terroristas de Londres dedicados a sembrar propaganda,
según la cual el gobierno de Assad se dedica a destruir sus propias ciudades y
sus fuerzas de seguridad. (23)
Conclusión
Mientras el gobierno de
Obama y sus adláteres europeos abrazan públicamente el extremismo, (incluido el
terrorismo de Estado), los asesinatos selectivos y los coches bomba en ciudades
abarrotadas, la prensa respetable le imita. El extremismo adopta muchas formas:
desde la omisión de información sobre el uso de la fuerza y la violencia para
derrocar a gobiernos adversarios hasta el encubrimiento de asesinatos
generalizados de decenas de miles de civiles y la expropiación de millones de
campesinos y agricultores.
Las «clases cultas», los
lectores acomodados, están siendo adoctrinados por los medios respetables para
que crean que el presidente Santos sonriente y pragmático y el presidente
electo Lobos han conseguido consolidar la paz y la prosperidad basada en el
mercado y garantizar un acuerdo de libre comercio y unas concesiones de bases
militares a Estados Unidos que benefician a ambas partes, aun cuando los dos
gobiernos ocupen los primeros puestos de la lista de países del mundo donde se
asesinan a más sindicalistas y periodistas. Incluso hoy, día 15 de mayo de
2012, mientras leo que la asamblea de congresistas hispános de Estados Unidos
ha otorgado a Lobos el primer puesto en un galardón de defensa de la
democracia, la prensa hondureña informa del asesinato del director de
informativos de la emisora de radio HMT, Alfredo Villatoro, que hace el número
25 de los periodistas críticos asesinados entre el 27 de enero de 2010 y el 15
de mayo de 2012. (24)
El apoyo de la prensa respetable al extremismo y su
utilización de una terminología demonizadora y un lenguaje virulento para
describir a los adversarios del imperio van a la par de las alabanzas eufóricas
y efusivas de los terroristas de Estado y los mercenarios pro occidentales. El
encubrimiento sistemático ejercido por el periodismo extremista va mucho más
allá de los casos de Colombia y Honduras. El reportaje de Michael Peel en The Financial Times sobre
la devastación dirigida por la OTAN de Libia (el estado de bienestar más
avanzado de África) y el ascenso al poder de bandas armadas de terroristas
tribales e islámicos fanáticos se presenta como una victoria de la democracia
sobre «una dictadura brutal». (25) La mendacidad y la hipocresía de Peel quedan
patentes en sus vergonzosas afirmaciones de que la destrucción de la economía
libia y la tortura masiva y los asesinatos raciales que siguieron a la guerra
de la OTAN son una victoria del pueblo libio.
El giro totalitarista de
la prensa respetable es consecuencia directa de su adulación de las medidas
extremistas adoptadas por los gobiernos occidentales. Como, al igual que sucede
con el uso de la fuerza, la violencia, el asesinato y la tortura, las medidas
extremistas se han convertido en práctica habitual de los presidentes y
primeros ministros actuales, a los periodistas no les queda otra opción que
inventar mentiras para racionalizar los delitos y escupir un chorreo constante
de adjetivos muy recargados con el fin de convertir a las víctimas en verdugos
y a los verdugos, en víctimas. El extremismo en defensa de los gobiernos pro
estadounidenses ha desembocado en los relatos más grotescos que se puedan
imaginar: los presidentes de Colombia y México son los líderes de las economías
más absolutamente narcotizadas del continente, pero se les elogia por la guerra
que libran contra las drogas mientras que a Venezuela, el país productor más
marginal, se le estigmatiza calificándolo de ser el principal «narcoducto».
(26)
Los artículos sin ningún
fundamento de hecho, indignos de ser fuente de información objetiva, nos
orientan a buscar una explicación subyacente. Colombia ha firmado un tratado de
libre comercio que beneficiará a las exportaciones estadounidenses frente a las
colombianas en una proporción de dos a uno. (27) La política de libre comercio
de México ha beneficiado en una proporción similar al sector agrario y los
grandes minoristas estadounidenses.
El extremismo en todas sus modalidades se infiltra
en los gobiernos occidentales y encuentra su justificación y racionalización en
los medios respetables, cuya misión es adoctrinar a la sociedad civil y
convertir a los ciudadanos en cómplices voluntarios del extremismo. Al prologar
interminablemente los «reportajes» sobre Putin, de Rusia, presentándolo como un
tirano autoritario de la era soviética, los medios respetables evitan todo
debate sobre el hecho de que ha duplicado el nivel de vida y ha obtenido una
victoria electoral con más del 60 por ciento de los votos.
Al magnificar el pasado autoritario de Gadafi, sus
mastodónticas obras públicas, sus programas de bienestar social y sus generosos
programas de inmigración y ayuda exterior al África subsahariana quedan
relegados al pozo sin fondo de la memoria. Las alabanzas que la prensa
respetable vierte sobre los presidentes Santos y Lobos y sus escuadrones de la
muerte forman parte de un desplazamiento sistemático a gran escala y largo
plazo desde la pretensión hipócrita de promover las virtudes de una república
democrática a la suscripción abierta de un imperio asesino y enfurecido. La
nueva regla de los periodistas dice: «para la defensa del imperio, el
extremismo no es ningún mal».
Notas
(1) Hay consenso generalizado acerca de que entre los
medios de comunicación impresos respetables se encuentran The Financial Times, The New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal.
(2) The Financial Times (en adelanet, FT), 8 de mayo de 2012;
véase también FT, 4 de mayo de 2012,
«Colombia looks to consolidate gains in country of complexities» [«Colombia
aspira a consolidar beneficios en el país de las complejidades»].
(3) FT, 8 de mayo
de 2012, p. 1.
(4) FT, ibíd.
(5) BBC News, 5 de mayo de 2012.
(6) Ibíd.
(7) Renan Vega Cantor, ¡Sindicalicidio! (Un cuento poco
imaginativo de) terrorismo laboral, Bogotá, 25 de febrero de 2012.
(8) Ibíd.
(9) Ibíd.
(10) Informe de CODHES, noviembre de 2010.
(11) FT, 8 de mayo
de 2012, p. 4.
(12) Véanse los informes anuales de CODHES, Reiniciar y
Human Rights Watch.
(13) «Claroscuro», Informe anual 2011 del Programa Somos
Defensores, Bogotá, 2012; Corporación Colectivo de Abogados, enero-marzo de
2012.
(14) Fiscalía General, Informe de 2012.
(15) http://www.falsos.positivos.blogspot.com
(16) Thom Shanker, «Lessons of Iraq Help US Fight a Drug
War in Honduras» [«Las enseñanzas de Iraq ayudan a Estados Unidos a luchar
contra la droga en Honduras»], The New York Times, 6 de
mayo de 2012.
(17) Ibíd.
(18) Ibíd.
(19) Human Rights Watch, Informe mundial de 2012
(20) Honduran Human Rights, 12 de mayo de 2012.
(21) Ibid
(22) Ibíd.
(23) El flagrante encubrimiento de los coches bomba es
obra de las estrellas del periodismo de The Financial Timesenviadas
a Oriente Próximo. Véase Michael Peel y Abigail Fieldgin-Smith, «At Least 55
Die in two Damascus Explosions: Responsibility for Blasts Disputed» [«Al menos
55 muertos en dos explosiones en Damasco: autoría en discusión»], FT, 11 de mayo de 2012.
(24) Honduras Human Rights, 24 de abril de 2012.
(25) Michael Peel, «The Colonels Last Stand», FT, 12 y 13 de mayo de 2012.
(26) Uno de los narcotraficantes más conocido de Colombia
describió los estrechos lazos financieros y políticos existentes entre los
terroristas de Autodefensas Unidas de Colombia y los gobiernos de Uribe y
Santos. Véase La Jornada, 12 de mayo de
2012.
(27) BBC News, 15 de mayo de 2012. Según las estimaciones de la Comisión de
Comercio Internacional de Estados Unidos, el valor de las exportaciones
norteamericanas a Colombia podría aumentar en 1.100 millones de dólares,
mientras que las de Colombia aumentarían 487 millones de dólares.