Pero las reacciones no tienen
nada que ver con el establecimiento de alertas y planes de acción (o de
revisión de los programas existentes) que permitan reevaluar y dar solución efectiva
a los críticos problemas sociales y económicos causantes de esa realidad. Por
el contrario, las reacciones son de rechazo e indignación, calificando a los
autores de desinformados, carroñeros, sesgados, ignorantes de la realidad,
injustos con el país, y hasta de serviles de intereses oscuros que quieren
hacerle daño a la “buena imagen” que goza el país en el exterior.
Histeria oficial que es
replicada y amplificada por los medios serviles nacionales, especialmente, las
grandes cadenas radiales y periódicos que son los mayores beneficiarios de la
pauta publicitaria oficial. Como es lo usual, el cubrimiento de ese tipo de
noticias por parte de los medios locales no está dirigido a contrastar sus reportajes
que sobre los mismos problemas hayan divulgado, menos a retar a las autoridades
nacionales y locales (por lo general, sus únicas fuentes) a que demuestren con
hechos (no con cifras amañadas) lo contrario; sino a ayudar a minimizar,
esconder, manipular y distorsionar la realidad que medios extranjeros, medios locales
alternativos, u organizaciones internacionales se atreven a publicar.
El concubinato entre periodistas
y autoridades llega al extremo de presentar como único argumento para desacreditar
los informes internacionales que registran la realidad del país, el hecho de
que sus autores no hayan tenido en cuenta los informes manipulados oficiales, que
por lo mismo carecen de credibilidad. Tal parece, que al igual que ellos, la
prensa seria y organizaciones internacionales también deben producir sus
reportajes únicamente con base en los comunicados y estadísticas que suministran
las oficinas de prensa o los propios funcionarios públicos, desestimando otras
fuentes y testimonios que contrastan con los informes oficiales.
Tal vez las reacciones también obedezcan
a la necesidad de tapar su mediocridad y servilismo, comportamiento que
contrasta con el profesionalismo y honestidad que los verdaderos periodistas
exhiben al fundamentar sus crónicas y reportajes en investigaciones en terreno
y testimonios directos de actores sociales que, como víctimas o victimarios, viven
las tragedias que aquejan al país.
Par la reflexión, los siguientes
son algunos segmentos de los reportajes internacionales que alteraron el espíritu
patriótico de los funcionarios y sus medios cómplices:
Diario The Guardian de Gran Bretaña: “Nuevas
guerras de bandas narcotraficantes vuelven pedazos el resurgimiento de ciudad
colombiana”
“Medellín, el corazón industrial de Colombia, fue
promocionado como ejemplo del renacimiento
en el país: la tasa de homicidios disminuyo en cerca del 80% durante un
periodo de cinco anos, alcanzando la
cifra de 34 muertes por 100.000 en 2007, el nivel mas bajo en la década. Una
vez denominada “la ciudad de la muerte”, Medellín estaba entonces abierta para
las inversiones.
“Pero la raíz de la violencia en Colombia – el país que tiene el
estatus de ser el mayor productor de cocaína del mundo – no ha desaparecido. Y
la aparente paz en Medellín duró solamente el tiempo que su mundo subterráneo
fue controlado por un hombre, a través de la Oficina de Envigado”.
“La facción que combatía con la Oficina llegó a su final el año pasado
con la captura de uno de los lideres rivales, y desde entonces la mayoría del
grupo se ha reunificado bajo el mando de un nuevo jefe, justo a tiempo para
confrontar una nueva amenaza: una de las narco milicias emergentes de Colombia,
los Urabenos”.
“La candente guerra entre la Oficina y los Urabenos es por el control
del mundo subterráneo de Medellín, el mercado local mas grande y mejor
posicionado para negociar con las mafias mejicanas que envían la cocaína a los
EEUU”.
Diario El País de España: “Seguiré hasta el
fin. Mato o caigo”
“Cada semana hacía unas ocho vueltas [encargos diversos; no siempre
asesinatos], y con eso me ganaba como 10 millones de pesos (4.200 euros).
Viajaba en avión, tenía un apartamento, a todas las niñas que quería, mi moto,
revólveres, un rifle, la coca… Mire que entre cuatro consumíamos 70 gramos
diarios”.
“En España, un gramo de coca cuesta 60 euros en la calle. En las
barriadas de Medellín cuesta 2 euros, y, sin embargo, por allí no se ven
drogadictos decrépitos como, por ejemplo, los de los poblados del extrarradio
de Madrid. El testimonio de este sicario retirado indica que esto no se debe a
una mayor contención en el consumo, sino a la mera pobreza. Según explica, los
jóvenes de ahora no encuentran de dónde sacar dinero, ya no para drogarse, sino
para comer o vestirse. Incluso asesinar por encargo, que antes podía ser bastante
lucrativo, se ha convertido en un oficio ruinoso. El antiguo asesino a sueldo,
que mantiene contacto diario con ejecutores en activo, pone un par de ejemplos:
“El otro día, un pelao me dijo que mató a alguien y le dieron 20.000
pesos [8,4 euros] por esa cabeza, y me consta que otros matan hasta por 5.000
[2,5 euros] y que luego usan la plata para comprarle unas arepas a su mamá”.
“En Medellín, la oferta de asesinos excede la demanda de víctimas.
Tanto, que los chicos más jóvenes llegan a matar gratis para intentar hacerse
un hueco en el saturado mercado del crimen”.
“Lo paradójico es que mientras el crimen se reduce, parece que aumenta
la disponibilidad de chicos empobrecidos y desocupados dispuestos a asesinar
para ganar un poco de dinero. Igual de desconcertante es que en tiempos de
menos violencia la relación que tienen ellos con la muerte se deshumanice cada
vez más. “Algunos ya matan por deporte”, comenta el ex sicario, que siempre que
hace una afirmación general, la ilustra luego con un horror particular”.
“La semana pasada estuve con un chico de 16 años de mi barrio.
Estábamos sentados en la calle y él andaba como ansioso. Se movía, se tocaba
mucho la pierna”.
—¿Qué le pasa a usted? —le dije.
— Que tengo ganas de matar —me contestó.
Y a continuación algunas de la
reacciones histéricas de los medios prepago regionales:
El Mundo de Medellín (de propiedad del
actual alcalde de la ciudad): "Contra un infame reportaje"
“El diccionario de la Lengua Española señala tres acepciones del
adjetivo “carroñero”, la tercera de las cuales (“… que intenta sacar partido de
miserias ajenas: periodistas carroñeros”) se puede aplicar al desfasado, mendaz
e infamante reportaje publicado el pasado domingo por El País, de España, con
el título, en la edición impresa, de “Ya no hay vírgenes para los sicarios” –
parodiando el título de la famosa novela de Fernando Vallejo, publicada en 1993
–. El mismo periódico lo tituló en su página web: “Seguiré hasta el fin. Mato o
caigo”.
Nosotros,
desde esta tribuna, nos unimos al rechazo categórico que han expresado contra
esa publicación las autoridades de la ciudad, los dirigentes políticos, los ex
alcaldes y ex gobernadores, los gremios económicos, el periódico colega El
Colombiano, las organizaciones cívicas y la ciudadanía en general.
Diario El Colombiano de Medellín: “Mas que
una estadística”
“En su edición del 8 de abril el periódico El País de España publicó
un reportaje titulado "Seguiré hasta el fin. Mato o caigo".
“Indignado, el Alcalde Aníbal Gaviria salió en defensa de la ciudad y en los micrófonos de una emisora discutió con Pablo de Llano , autor del reportaje. "Es un refrito de contenido amarillista. La realidad actual es muy contundente. ¿Cómo le van a decir a uno que el problema de los sicarios es más grave hoy que hace 20 años?", expresó el Alcalde”.
“Indignado, el Alcalde Aníbal Gaviria salió en defensa de la ciudad y en los micrófonos de una emisora discutió con Pablo de Llano , autor del reportaje. "Es un refrito de contenido amarillista. La realidad actual es muy contundente. ¿Cómo le van a decir a uno que el problema de los sicarios es más grave hoy que hace 20 años?", expresó el Alcalde”.
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