La noticia del inicio de
semana es que tras la promesa de liberación del ciudadano canadiense
secuestrado por el ELN, el gobierno de Santos abriría paso al inicio de conversaciones
de paz con este grupo guerrillero. Esto
en cumplimiento de la promesa de Santos en el sentido de que si el ELN liberaba
al ciudadano canadiense, su gobierno iniciaría contactos para acordar los
mecanismos, incluido la discusión de las posibles sedes de las negociaciones.
Se habla ya incluso de Uruguay como posible sede de este proceso.
Otra noticia positiva
que hay que celebrar dicen los medios prepago, sin dejar de aprovechar el
momento para reforzar los elogios al gobierno de Santos por sus compromisos con
la “búsqueda de la paz”.
Lo que ni la opinión pública
ni la prensa se preguntan es el porqué de una mesa de diálogos separada de la
que ya se desarrolla en La Habana. Que
otros temas nacionales que afectan a la gran mayoría de la población colombiana,
y que no están siendo discutidos con las FARC, tiene el ELN que discutir
separadamente con el gobierno de Santos?
Aparte de las sutiles diferencias
de origen ideológico, los dos grupos rebeldes han enfrentado al sistema buscando
prácticamente las mismas transformaciones de las condiciones sociales,
políticas y económicas que afectan a la gran mayoría del pueblo colombiano. La única
diferencia, aunque muy gris, tal vez sea
el énfasis de la lucha del ELN en contra de la explotación y saqueo de los
recursos energéticos de la nación por parte de las multinacionales. De ahí que
la mayoría de atentados contra la infraestructura petrolera y de gas hayan sido
cometidos por esta guerrilla.
Pero las FARC no solo han
atacado físicamente la infraestructura petrolera, también han propuesto políticas
específicas para una explotación de los recursos naturales y energéticos que beneficien
realmente al pueblo colombiano y no a
las multinacionales (y a sus socios locales, privados y dentro del gobierno), llegando
incluso a proponer que se nacionalicen todas las explotaciones actualmente
entregadas en concesión a empresas extranjeras. Y estas propuestas no solo se
han hecho públicas con ocasión de los diálogos que se desarrollan en La Habana,
aun en contra de los argumentos del gobierno en el sentido de que esos temas no
son parte de la agenda acordada en el proceso
de paz en curso.
De hecho, el gobierno de
Santos ha reiterado hasta la saciedad que el modelo económico (léase
neoliberalismo, gabelas para inversión extranjera, entrega de soberanía, etc.)
no está ni estará en discusión en este proceso de paz.
Cuales son entonces las pretensiones o los puntos que el
ELN quiere incluir en la mesa de negociaciones y que no están incluidos en la
mesa de la Habana?
O acaso el “modelo económico”
es un tema que el gobierno de Santos lo tiene reservado para discutir solo con
el ELN? Totalmente imposible! A no ser que el modelo económico que negociaría
con el ELN sea uno que se ajuste a la medida de los intereses individuales de
la cúpula del ELN, tal como ocurrió con el M-19: prebendas burocráticas, altas
posiciones en el gobierno,….
Pero el cuestionamiento central
es por qué mesas de negociación separadas?
Será este proceso con el
ELN parte del plan B del gobierno de Santos para el anticipado (y asi diseñado)
rompimiento del proceso de paz con las FARC? Nada descabellado si se tienen en cuenta las
posiciones opuestas con las FARC en temas cruciales como el agrario y la participación
política, aun a pesar de que incluso la delegación de las FARC se refiera como
que ha habido avances y/o coincidencias (tal vez para evitar que el gobierno
se levante anticipadamente de la mesa).
Conducirán las
negociaciones con el ELN a un “proceso de paz exprés” tal como el gobierno ha querido
con las FARC (léase, de rendición)? Tampoco
es descabellado pues llegar a acuerdos rápidos con el ELN le servirá a Santos
como justificación para levantarse de la mesa de la Habana, presentar al ELN
como un “grupo rebelde conciliador y verdaderamente interesado en hacer la paz”,
y asi reforzar su propaganda contra las FARC de que son farsantes, terroristas,
narcotraficantes,…que no tienen interés en la paz de Colombia. Lo cual le permitiría
también reforzar el discurso frente a la opinión internacional en el sentido de
que su gobierno si tenía voluntad real de paz, presentando los “acuerdos” con
el ELN como muestra de ello.
Hay que tener en cuenta
que contra la guerrilla del ELN no ha habido una arremetida militar tal como
ha ocurrido contra las FARC; tampoco son comparables las arremetidas propagandísticas
mediáticas dirigidas a desprestigiar a las FARC, ni las persecuciones judiciales,….
Si se quieren revisar
los registros y estadísticas de los enfrentamientos y ataques entre las fuerzas
estatales y el ELN durante la última década, estos ni siquiera aparecen en los
archivos de los medios de comunicación.
No es acaso extraño que
los bombardeos indiscriminados de campamentos guerrilleros (y de pueblos y
comunidades en áreas supuestamente con presencia guerrillera), las acciones de
inteligencia y los asesinatos de miembros del comando central y cabecillas de
frentes, se hayan concentrado en contra de las FARC y no del ELN? Mas sospechoso aun si se tiene en cuenta que
el ELN no cuenta con más de 3000 milicianos, que no están tan dispersos como
las FARC, y que como tal podrían ser objetivos militares más fáciles.
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