La ONU
ha declarado que el asesinato de los rehenes en poder de las FARC es un crimen de guerra. De una guerra fratricida que desde hace 6 décadas libran los
rebeldes de la guerrilla en contra de un Estado derechista que se empeña solo
en proteger los intereses económicos y privilegios de las oligarquías políticas
y económicas locales, y los de su patrones en Washington.
Si este
asesinato es un crimen de guerra, los atroces crímenes de estado, los mal llamados
“falsos positivos”, ejecuciones extrajudiciales, que calificación merecen? Crímenes de lesa humanidad?!! Sin duda lo son.
Así lo
han calificado en el pasado no solo la ONU sino todas las organizaciones de Derechos
Humanos del mundo. Y no pueden calificarse de otra manera porque no hay crimen más
abominable y aberrante que el cometido por el Estado en contra de ciudadanos inocentes a quienes se supone que
debe proteger y garantizar su vida y su libertad.
Como es
usual en el país, las reacciones y emociones mediáticas de indignación por la
muerte de los rehenes no les permite a los colombianos cuestionarse su indolencia e indiferencia mostrada durante los 13 años que estos humildes
colombianos permanecieron privados de su libertad. Menos cuestionar la
indolencia, intransigencia y políticas guerreristas de este y los anteriores
gobiernos con respecto al manejo del
conflicto interno y, muy particularmente, el olvido y abandono en que dejaron a
sus “héroes de la patria”. Dejaron que la selva se los devorara poco a poco
durante 13 años y ahora tienen el descaro y cinismo de salir a expresar
condolencias a sus familias.
Las
emociones mediáticas tampoco permiten a la sociedad civil detenerse a analizar
fríamente los hechos sucedidos con anterioridad a la operación fallida de
rescate que terminó con la muerte de los rehenes. El grupo de Colombianos por
La Paz ha revelado una carta enviada por las FARC, recibida el dia anterior al rescate suicida, en la que declaran su decisión de liberar unilateralmente a 6 rehenes; y hacen
referencia a que esta era una decisión que Alfonso Cano había tomado antes de
ser asesinado por el ejercito.
Así las
cosas, es obvio que el gobierno sabia que las FARC liberarían a los 6 rehenes.
Porque entonces emprender un plan improvisado y suicida de rescate?
Acaso
por sabotear la liberación unilateral y así evitar que el gesto de las FARC sea
visto como una manifestación de iniciar negociaciones de paz que podría ser
valorada positivamente dentro y fuera del país?
Temía
el gobierno de Santos que esta liberación reviviera las exigencias, no solo por
parte de la mayoría de colombianos sino de ciudadanos y gobiernos extranjeros,
de que parara la guerra y abriera espacios para una negociación política?
Es
evidente que una liberación unilateral de rehenes no cuadraba nada bien en la
agenda de Santos de escalar arremetida contra las FARC, anuncio que había
hecho apenas días antes de la supuesta operación de rescate.
Lo cual
lleva a pensar que el objetivo de la operación no era propiamente rescatar a
sus “héroes de la patria” sino sabotear e impedir que la liberación unilateral
se diera. Desde este punto de vista, la operación fue mas que exitosa, pues a
las razones dadas para justificar el incremento de presupuesto para la guerra,
ahora le puede agregar el suceso de la muerte de los rehenes que supuestamente pretendían rescatar,
para lo cual no se demoraron en poner a funcionar su maquinaria propagandística,
esta vez dirigida a manipular las emociones de los colombianos y lograr que los
señalamientos de responsabilidad solo apunten en una sola dirección, esto es en
contra de las FARC.
No
obstante, con la operación del supuesto recate el gobierno ganaba con cara y con
sello. Por un lado, si el rescate hubiese sido exitoso este se habría presentado
como otro duro golpe contra las FARC lo cual demostraba la efectividad y
profesionalismo de las fuerzas estatales, adquiridas gracias a los cuantiosos recursos
destinados para su entrenamiento , armamento y equipos de rastreo. Por el otro
lado, si fallaba (como ocurrió), la muerte de los rehenes seria utilizada para
atizar aun mas el odio hacia a la guerrilla y aprovechando la indignación mediática
sembrada en los colombianos, fortalecer su política guerrerista como la única
alternativa para acabar con el conflicto.
La
prueba de la manipulación sobre la opinión publica es la marcha de protesta que
están organizando para el 6 de Diciembre con las consignas de No Mas Violencia
y No Mas FARC. La consigna de No Mas Violencia, per se, es muy ambigua pues
pareciera que la guerra es contra del pueblo y no en contra del
establecimiento. De hecho, el manifiesto que han preparado sus organizadores para la marcha parece que lo hubiese escrito José Obdulio Gaviria y Uribe y no alguien que tenga plena claridad
de que el Estado es un actor determinador
de la guerra barbárica que se libra entre colombianos.
Como
sumisos lacayos del gobierno de EEUU, Uribe y Santos resultaron excelentes
replicadores de las estrategias que su patrón les ha enseñado, y que sus
generales (alumnos destacados de la Escuela de las Américas) se encargan de
implementar: Fabricar, auspiciar o
aprovechar eventos perturbadores para introducir y poner en marcha agendas
políticas que en condiciones normales (de paz) les seria difícil vender, menos
lograr la aprobación de la mayoría de la opinión publica.
Guardadas
las proporciones, similares estrategias son las que el gobierno de EEUU puso en
marcha antes, durante y después del atentado de Septiembre 11 de 2001, para
justificar y perpetuar las guerras de terror que libra en varios países, así
como la creación de un estado policía que persigue y vigila todos los
movimientos y pensamientos de sus ciudadanos, estigmatiza el disentimiento y reprime
violentamente cualquier movimiento social de protesta.