Patética la reacción de los medios prepago y de la opinión pública en
general con ocasión del anuncio oficial de Juan Manuel Santos de buscar un
segundo periodo presidencial. Lo permite la constitución desde la primera trágica
administración de Uribe, así que de no ser por una incapacidad física o impedimento
penal, es apenas obvio que todos los presidentes en ejercicio busquen la re
elección.
Cuál es entonces el motivo del despliegue noticioso y la exagerada
reacción de todos los sectores de opinión?
Más patético aun! Cuál es el
infundado temor por las actuaciones del presidente como candidato? Acaso la
constitución establece que sus funciones presidenciales se suspenden durante el
periodo de campaña?
Durante la campaña presidencial Santos debe continuar con la ejecución
de sus planes y programas; incluso si lanza nuevos programas que sean considerados
populistas, esa es una actuación legítima, propia de su función gubernamental.
La tragedia del pueblo colombiano es tal que solo como resultado de la
re elección tal vez algunos de sus inmensos problemas puedan ser atendidos,
precisamente porque el escenario de la campaña política es el único momento en
que el presidente candidato puede interesarse realmente en mostrar resultados. Y esa es la única ventaja sobre el resto de
los candidatos, quienes solo dependen de su perorata y capacidad para convencer
de que sus promesas de campaña se convertirán en realidad.
Pero dentro del sistema corrupto, criminal y disfuncional actual, lo que
quienes votan no ven es que, una vez el presidente es elegido, re elegido o no,
la situación del país retornará al curso trágico que tenía antes de las
elecciones: retoma del poder por parte de los verdaderas estructuras e
individuos que ejercen el poder: las mafias políticas y empresariales criollas,
quienes a su vez actúan como agentes de los poderes trasnacionales: el gobierno
de los EEUU, su círculo de gobiernos capitalistas aliados, y por su puesto sus
multinacionales.
Ah….y la paz?! La paz de Colombia no depende ni de Santos ni de quien lo
suceda. Los analistas del
establecimiento y medios prepago podrán seguir especulando sobre el grado de amnistía
que Santos debe otorgar a las FARC, como factor político determinante en las próximas
elecciones. Aparte de ser un elemento de
campaña distractor, el verdadero objetivo es manipular, confundir y vender la
idea de que tal como avanzan las negociaciones de paz que se desarrollan en La
Habana más temprano que tarde el país podría quedar en manos de unos “terroristas
que por más de 50 años han atacado al pueblo colombiano”. La propaganda no se limita a distorsionar la
realidad sobre el origen y actores del conflicto armado; esto es la miseria, exclusión
y opresión a que ha sido sometido el pueblo, y que dio origen a que unos colombianos
se armaran para enfrentar al establecimiento político y económico. Lo que hay detrás es el propósito mezquino de continuar escondiendo y exculpando
a los verdaderos victimarios del pueblo colombiano: la camarilla de criminales
que han ostentado el poder desde la mal llamada independencia, aupados y
protegidos por sus patrones internacionales…
Bajo este escenario no es de pesimistas concluir que la paz en Colombia es
un imposible. Los verdaderos
determinadores de que el conflicto se acabe no son los peleles que juegan el
papel de gobernantes, sino los poderes extranjeros que los han elegido, los protegen
y los enriquecen, en contraprestación porque
les permitan seguir explotando, saqueando el patrimonio nacional, y usurpando
la soberanía nacional como enclave para ejercer y mantener el control geopolítico
y económico en otros países de la región.
Y ese escenario solo lo pueden seguir disfrutando manteniendo un
conflicto interno que les sirve de pretexto para justificar la militarización del
país, y con ello la represión de cualquier movimiento social o político que ponga
en riesgo sus intereses…
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