La obsesión por el
crecimiento económico ha eclipsado nuestra preocupación por la sostenibilidad,
la justicia y la dignidad humana. Pero las personas no son desechables – el
valor de la vida se encuentra por fuera del desarrollo económico.
"El crecimiento
económico comienza cuando las semillas son genéticamente modificadas y
patentadas, lo cual conlleva a que los agricultores tengan que comprar semillas
cada temporada '. Fotografía: Pal Raminder Singh/EPA
Por Vandana Shiva. Articulo originalmente publicado en el diario The Guardian
Un crecimiento económico ilimitado es la fantasía de los economistas, las empresas y políticos. Se ve como una medida de progreso. Como resultado, el producto interno bruto (PIB), el cual se supone que mide la riqueza de las naciones, ha emergido como el indicador más poderoso y el concepto dominante de nuestros tiempos. No obstante, el crecimiento económico esconde la pobreza que crea a través de la destrucción de la naturaleza, lo cual a su vez conduce a que las comunidades vean aun mas diezmada su capacidad para abastecerse por sí mismas.
Un crecimiento económico ilimitado es la fantasía de los economistas, las empresas y políticos. Se ve como una medida de progreso. Como resultado, el producto interno bruto (PIB), el cual se supone que mide la riqueza de las naciones, ha emergido como el indicador más poderoso y el concepto dominante de nuestros tiempos. No obstante, el crecimiento económico esconde la pobreza que crea a través de la destrucción de la naturaleza, lo cual a su vez conduce a que las comunidades vean aun mas diezmada su capacidad para abastecerse por sí mismas.
El concepto de
crecimiento fue presentado como una medida para movilizar recursos durante la
segunda guerra mundial. El PIB se basa en la creación de un límite artificial y
ficticio, asumiendo que si usted produce lo que consume, usted no produce. En
efecto, el "crecimiento" mide la conversión de la naturaleza en
dinero en efectivo y los bienes comunes en materias primas.
Por lo tanto, ciclos
increíbles de la naturaleza como la renovación del agua y nutrientes son
definidos como improductivos. Según la lógica del crecimiento, los campesinos
del mundo, que proporcionan el 72% de los alimentos, no producen; las mujeres que
labran la tierra o hacen la mayoría de las tareas del hogar tampoco caben en este
paradigma de crecimiento. Un bosque viviente no contribuye al crecimiento, pero
cuando los árboles son cortados y vendidos como madera, ahí si tenemos
crecimiento. Comunidades y sociedades saludables no contribuyen al crecimiento,
pero la enfermedad si genera crecimiento mediante, por ejemplo, la venta de
medicamentos patentados.
El agua como bien común,
que es compartida libremente y protegida por todos, esta disponible para todos.
Sin embargo, no crea crecimiento. Pero cuando Coca-Cola instala una planta, extrae
el agua y llena botellas plásticas con esa agua, se dice que la economía crece.
Pero este crecimiento se basa en la creación de pobreza – tanto para la
naturaleza como para las comunidades locales. Cuando se extrae agua mas allá de
la capacidad de la naturaleza para renovarse y recargarse, se crea lo que se
podría llamar una hambruna de agua. Las mujeres se ven obligadas a caminar
largas distancias buscando agua potable. En la aldea de Plachimada en Kerala,
cuando la caminata para conseguir agua alcanzó los 10 kms, la mujer tribal
local Mayilamma dijo NO MAS. Nosotros no podemos caminar más lejos; la planta
de Coca-Cola debe ser cerrada. El movimiento iniciado por las mujeres tuvo
éxito y eventualmente condujo al cierre de la planta.
De la misma manera, la evolución
nos ha regalado las semillas. Los agricultores las han seleccionado, conservado
y diversificado – son la base para la producción de alimentos. Una semilla que
se renueva y se multiplica produce semillas para la próxima temporada, así como
también alimentos. Sin embargo, las semillas cuidadas y reproducidas por el
agricultor se considera que no contribuyen al crecimiento. Crean y renuevan la
vida, pero no conllevan ganancias. El crecimiento económico comienza cuando las
semillas son modificadas, patentadas y genéticamente acaparadas, lo cual conlleva
a que los agricultores se vean forzados a comprar nuevas semillas cada
temporada.
La naturaleza se
empobrece, la biodiversidad se erosiona y es así como un recurso libre y
accesible se transforma en un producto patentado. Tener que comprar semillas
cada año es una receta de endeudamiento para los campesinos pobres de la India.
Y desde que se establecieron los monopolios de semillas, la deuda de los
agricultores ha aumentado. Desde 1995, más de 270.000 agricultores de la India
se han suicidado, agobiados por la carga de sus deudas.
La pobreza se expande aun
más cuando se privatizan los servicios públicos. La privatización del agua,
electricidad, salud y educación genera crecimiento a través de las ganancias
que genera. Pero también genera pobreza al obligar a la gente a gastar grandes
sumas de dinero en bienes comunes que antes estaban disponibles a un costo asequible.
Cuando todos los aspectos de la vida son comercializados como productos, la vida
se vuelve más costosa, y el pueblo se empobrece mas.
Tanto la ecología como la
economía han surgido de las mismas raíces – "oikos", la palabra
griega que significa hogar. Mientras la economía se centraba en el hogar, esta reconocía
y respetaba su base en los recursos naturales y límites de la renovación
ecológica. Estaba enfocada en proveer las necesidades humanas básicas dentro de
estos límites. La economía basada en el concepto de hogar estaba también centrada
en las mujeres. Hoy por hoy, la economía no solo se aparta sino que se opone a
las necesidades básicas y los procesos ecológicos. La destrucción de la
naturaleza ha sido justificada sobre la base de la generación de crecimiento económico,
pero la pobreza y el despojo han aumentado. Así las cosas, el crecimiento
económico no solo es insostenible sino que también es económicamente injusto.
De hecho, el modelo
dominante del desarrollo económico se ha convertido en algo contrario a la
vida, en anti-vida. Cuando las economías se miden sólo en términos de flujo de
dinero, el rico se vuelve más rico y el pobre más pobre. Y los ricos podrían
ser ricos en términos monetarios – pero también son pobres en el contexto más
amplio de lo que realmente significa ser humano.
Mientras tanto, las
demandas del modelo actual de la economía están conduciendo a guerras por
recursos, guerras por el agua, guerras por alimentos. Existen tres niveles de
violencia dentro de un desarrollo no sustentable. La primera es la violencia
contra la tierra, que se expresa como una crisis ecológica. La segunda es la
violencia contra las personas, la cual se expresa como pobreza, miseria y desplazamiento.
La tercera es la violencia de la guerra y los conflictos, en la medida en que
el poderoso busca apoderarse los recursos que se encuentran en otras
comunidades y países para saciar sus apetitos ilimitados.
El aumento del flujo de
dinero a través del PIB esta disociado del valor real, pero quienes acumulan
recursos financieros pueden luego reclamar intereses sobre los recursos reales
del pueblo – sus tierras y agua, sus bosques y semillas. Su sed de ganancias
los conduce a la depredación hasta de la última gota de agua y la última
pulgada de tierra en el planeta. Esto no es el fin de la pobreza. Es el fin de los derechos humanos y la justicia.
Joseph Stiglitz y Amartya
Sen, economistas ganadores del premio Nobel, han admitido que el PIB no tiene
en cuenta la condición humana y han instado a que se creen herramientas diferentes
para medir el bienestar de las naciones. Es por esto que países como Bután han
adoptado la felicidad nacional bruta, en lugar del producto interno bruto como
indicador para calcular el progreso. Necesitamos crear medidas más allá del PIB
y economías más allá del supermercado global, para revitalizar una riqueza
real. Tenemos que recordar que la moneda real de la vida es la vida misma.
• Vandana Shiva es una de las invitadas a la Fiesta de Ideas Peligrosas,
Sydney Opera House, Noviembre 2 - 4 de 2013
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