Millones de Brasileños llevan semanas concentrados y protestando en las calles demandando soluciones a sus problemas sociales y económicos, en contra de la corrupción en el gobierno y los despilfarros de billones de dólares en la infraestructura requerida para el mundial de futbol en 2014 y los juegos olímpicos en el 2016.
Si, parece inverosímil que en el país de las estrellas
del futbol (Pele, Ronaldinho, etc.), millones de personas estén protestando
contra las grandes “inversiones” para estos dos grandes eventos deportivos. En
una de sus consignas en las pancartas que exhiben en las calles se lee “Brasil, despierta, un profesor vale más que
Neimar!”. Neimar es la nueva
estrella del futbol brasileño, y su venta al club Barcelona de España, alcanza la
escandalosa suma de $90 millones US. “Cuando
su hijo se enferme, llévelo al estadio”, se lee en otra pancarta, mensaje irónico
para llamar la atención sobre los inmensos costos en que incurrirá el país como
anfitrión del mundial de futbol y los juegos olímpicos: $13.3 billones US y $18 billones US, respectivamente.
En contraste, la gran mayoría de los colombianos se
embriagan de orgullo cuando se enteran de los millonarios traspasos y ventas de
sus estrellas criollos (Falcao, ….), no importa que tengan que rebuscarse para
sobrevivir. El factor determinante de las masivas protestas en Brasil fue la decisión
del gobierno de incrementar en 20 centavos el costo del trasporte público, pero
dado el nivel de conciencia, identidad cultural, espíritu de solidaridad y carácter
cívico de los brasileños, las protestas se volvieron permanentes y se
extendieron para demandar soluciones a temas sociales, políticos y económicos que
siguen afectando a la mayoría de población por décadas, a pesar de los cambios
logrados en la última década durante los gobiernos de Lula y en el actual de
Dilma Rousseff.
Situación que llevaría pensar que las masivas y
continuas protestas que están sucediendo en Brasil, son el resultado del
contagio de las mismas que hace décadas debieron ocurrir en Colombia. Porque si
se hace una revisión comparativa de los indicadores sociales y económicos, a
Brasil le va muchísimo mejor que a Colombia; y sin embargo, los colombianos
permanecemos indolentes y totalmente conformes
con, o desconectados, de la cruda realidad que afecta a la gran mayoría.
No obstante, en su más reciente columna en la revista Semana, Maria Jimena Duzan se muestra optimista y alerta al gobierno y a sus mafias políticas
y empresariales que lo sostienen, en el sentido de que una primavera revolucionaria
en Colombia está muy cerca, pues según ella, los colombianos ya están llegando
al límite de lo que pueden soportar en cuanto a abusos, marginamiento social,
pobreza, corrupción, engaños, etc., etc.
Muy ingenua la columnista de Semana. Pasaron por las
narices de los colombianos las revoluciones de Venezuela, Ecuador, Bolivia, y están
al tanto de las masivas protestas que han ocurrido en otros países más alejados
y de la que está ocurriendo en Brasil, pero ni asi se despiertan de su estado
de hipnotismo, aletargamiento mental. Parece que el país entero estuviera en
estado de coma.
Peor aún, los campesinos de la región del Catatumbo
llevan más de dos semanas en las calles y carreteras de sus pueblos protestando por el engaño y abandono estatal, las fuerzas policiales y militares del estado
mafioso/criminal han asesinado ya 4 humildes campesinos, decenas más han sido
gravemente heridos, sus líderes criminalizadas dizque porque son guerrilleros,……..y
el restante 99% del país sigue inamovible!!!!.
Es increíble que esto esté ocurriendo en un país donde
ese 99% de la población, en mayor o menor grado sufre todos los días las injusticias
sociales, la pobreza, los efectos de la corrupción y criminalidad rampantes enquistados
en el gobierno, los efectos de la venta a precios de ganga (prácticamente regalados)
de los recursos naturales y energéticos, los efectos de la pérdida total de la soberanía,
de la entrega total de la economía del país a multinacionales mediante firmas
de “tratados de libre comercio”, que no son ni tratados ni libres, etc., etc…..y
un centenar de mas etceteras……..y las calles de ciudades, desde donde se ordenan
la represión y los asesinatos de los campesinos, sigan llenas pero de ciudadanos
zombis, borregos, como si circularan por calles de Finlandia y esos asesinatos
de campesinos ocurrieran en un país remoto y fallido llamado Colombia del que
poco y nada sabemos. Calles que deberían estar abarrotadas pero de ciudadanos conscientes,
furiosos, unidos todos en un solo grito pidiendo justicia, exigiendo que pare
la represión, los asesinatos y expresando solidaridad por sus hermanos del
Catatumbo, del Casanare, del Huila, del Cauca,…..
NO, señora María Jimena Duzan. Aparte de quienes han
optado por el camino de la rebelión armada y de las pocas y atomizadas organizaciones
sociales de base que pacíficamente reclaman paz y justica social, el grueso del
pueblo colombiano no se revelará nunca contra sus opresores y abusadores
(criollos y extranjeros). De hecho, la denominación de “pueblo colombiano” es
una contradicción, pues su inamovilidad y condescendencia con las injusticias
se debe precisamente a su carencia de identidad (aunque es mejor decir, al desprecio
de su identidad y orígenes), a ese arribismo estúpido que es el que incita el afán
de escalar posiciones sociales para abusar de los que siguen en clases
inferiores, a ese culto y veneración de lo extranjero, a esa carencia de solidaridad,
a esa falta de sentido de pertenencia y amor genuino por su patria, a esa carga
de emocionalidad con la que manejan sus vidas y ven el mundo que los rodea y que los hace vulnerables a ser manipulados,
adoctrinados sobre cómo deben pensar, actuar, en qué y en quien (es) deben
creer (en charlatanes de la iglesia católica y otras mafias, funcionarios del gobierno,
medios propagandísticos),……
Para quienes aun sigan con la creencia de que viven en
un país próspero, estas son algunas de las cifras comparadas con las de Brasil:
Disparidad económica – Brasil ocupa el puesto 121
entre 133 países; Colombia el puesto 123.
Corrupción – Brasil ocupa el puesto 121 en confianza
en las instituciones públicas y políticos, entre 144 países. Colombia ocupa el
puesto 100.
Infraestructura – Brasil ocupa el puesto 107 entre 144
países; Colombia el puesto 108.
Independencia Judicial – Brasil ocupa el puesto 71
entre 144 paisas; Colombia el puesto 96.
Crimen organizado – Brasil ocupa el puesto 122 entre 144
países; Colombia el puesto 140.
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