Una vez más el seudoperiodismo colombiano desviando y manipulando la discusiones de fondo sobre temas que tienen una gran trascendencia en la vida política del país. La muestra más reciente es el debate que le plantean a la opinión pública sobre la participación en las próximas elecciones de familiares de congresistas investigados o condenados por sus contubernios con el narcparamilitarismo.
La discusión de fondo no es si los familiares de estos congresistas criminales tienen o no el derecho presentarse como candidatos, sino sobre quién está detrás de sus campañas políticas.
Para nadie es un secreto que detrás de estas campañas están la maquinaria política y aparatos criminales que inventaron y siguen manejando los políticos presos; y ese solo hecho es suficiente para rechazar cualquier participación en las próximas elecciones, no solamente de sus familiares cercanos sino incluso de amigos o desconocidos camuflados.
O es que la esposa del paracongresista Luis Alberto Gil tendría algún chance de candidatizarse al congreso sin el respaldo del “grupo político” (que no es más que un aparato criminal) creado y manejado por su esposo? Y nos referimos a grupo político porque es evidente que con las condenas y investigaciones en contra de estos paracongresistas, sus partidos políticos de garaje se están reciclando bajo diferentes nombres.
Y la maquinaria política electoral que respalda estas candidaturas de mafiosos no se limita a la de los partidos a los que pertenecen los parapolíticos sino, como valientemente lo ha denunciado Maria Jimena Duzan en sus última columna de Semana, la supermaquinaria (y las motosierras) que maneja el narcouribismo, con el presidente a la cabeza.
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