Transcurridos
mas de dos años de negociaciones con las FARC y haber alcanzado acuerdos preliminares en prácticamente 3 de los 6 puntos de la agenda inicial pre
acordada por las partes, un gran sector de la población colombiana da por
sentado que el conflicto interno esta a punto de terminar y que luego de la
firma del acuerdo final con esa guerrilla (y presumiblemente con el ELN), los
colombianos comenzarán una nueva vida, en paz y con mejores condiciones
sociales y económicas.
#UnNuevoPais
es el hashtag con el cual el presidente Santos y sus funcionarios difunden la propaganda a través
de sus cuentas de twitter, sobre las “transformaciones” que supuestamente ya están
en marcha y que demuestran sus intenciones de construir la paz.
En el #Pacífico se construye #UnNuevoPaís gracias a nuestras @FuerzasMilCol
@PoliciaColombia @urnadecristal pic.twitter.com/unGX1JA40V
— Mindefensa Colombia (@mindefensa) January 31, 2015
Este
sentimiento o ilusión por supuesto es entendible, considerando que el país ha
vivido en guerra por mas de medio siglo, y que la inmensa mayoría de
colombianos, de una u otra forma ha sufrido las consecuencias trágicas del
conflicto: mas de 7 millones de victimas directas, incluidas mas de 300.000
colombianos asesinados (bombardeos, ejecuciones extrajudiciales, masacres), 5 millones de personas
desplazadas violentamente, miles torturados, y miles y miles mas desaparecidos….
Pero
cuando se entiende a cabalidad la naturaleza misma del conflicto, incluido sus orígenes
y causas verdaderas, su evolución, escalamiento y retroalimentación durante las
ultimas 5 décadas especialmente, esos sentimientos y deseos se desvanecen.
Los
siguientes hechos explican por qué esta vez también los tambores de paz se silenciarán
muy pronto. Tal vez en esta ocasión se llegue mas lejos en términos de acuerdos
que aparentemente apuntan a hacer realidad esa anhelada paz y algunos mínimos cambios
sociales y económicos; no obstante, como ha ocurrido en intentos anteriores, los
poderes externos (con complicidad de testaferros locales) no tolerarán ningún
cambio o reforma política/economica significativa que amenace la prevalencia del
sistema opresor, excluyente, monopólico y privilegiador que ha existido desde
siempre.
El conflicto es inherente a la existencia del
modelo político y económico predominante
El
conflicto colombiano esta ligado a la
existencia misma del sistema político, económico y militar que poderes
extranjeros han diseñado e implantado en el país. Solo un sistema de este tipo
les permite garantizar y mantener el monopolio sobre los recursos naturales y
energéticos, el control político y económico; e incluso el control del
pensamiento y comportamiento de los colombianos (veneración y reverencia hacia
lo extranjero, colonización mental/cultural, imposición de una cultura
consumista totalmente disociada de la realidad económica nacional, racismo,
discriminación, etc.).
La paz
tiene como condición inicial y esencial el fin definitivo de todas las formas
de conflicto y violencia que afectan a la nación. Y ese objetivo está muy lejos
de alcanzarse mientras el sistema que originó, mantiene y alimenta el conflicto
no sea extirpado de raíz de las entrañas del Estado; esto es, que las estructuras
de gobierno, de justicia, legislativas, políticas, electorales; e incluso, muchas
de las estructuras económicas privadas, sean transformadas radicalmente. Los
tambores de paz que en esta ocasión hace resonar el gobierno de Santos, no son
diferentes de los que hicieron resonar en su momento gobiernos anteriores como
los de Belisario Betancourt (1986), Cesar Gaviria (1990s) y mas recientemente,
Andres Pastrana (2000).
Al
margen de la versión que los colombianos hayan asimilado sobre las razones del
fracaso de esos esfuerzos anteriores de negociaciones con la guerrilla, los
resultados son evidentes para todo el mundo: escalamiento y degradación de la
guerra, fortalecimiento del aparato militar, intensificación del terrorismo de
estado, aumento de inequidad social; persecución, represión y aniquilamiento de
opositores políticos y defensores de derechos humanos; mayor concentración de
la riqueza, agudización de la miseria….
La necesidad del enemigo interno
Consecuente
con lo descrito anteriormente, la preservación
del sistema político y económico actual requiere de un gigantesco y bien
dotado aparato militar y policial que controle (y que reprima y neutralice
cuando sea necesario) al enemigo interno: las masas populares; los movimientos
sociales de campesinos, indígenas, estudiantiles y de trabajadores; los
movimientos políticos de izquierda; los lideres sociales…..
Una muestra del terrorismo de Estado contra indefensos e inocentes civiles del Choco
La
frase predilecta de Juan Manuel Santos y que repite hasta el cansancio es que
las fuerzas armadas y de policía no son tema de las negociaciones con las FARC.
Quienes están a favor de las
negociaciones en La Habana acusan a Santos de contradictorio; no sin razón
considerando que si ya no va a haber confrontación armada, las estructuras
militares, su abultado presupuesto y su pie fuerza deben reducirse
sustancialmente.
Pero para
el sistema no hay ninguna contradicción; aun en el hipotético escenario de que
las guerrillas se desmovilicen, la represión e intimidación contra el pueblo (el
enemigo interno) tiene que continuar. La culminación de la confrontación armada
directa entre fuerzas del estado y la insurgencia no implica la culminación de
las acciones encubiertas tendientes a neutralizar cualquier intento de que partidos
políticos de oposición, existentes o fusionados con nuevos que produzca la
desmovilización insurgente, ganen las mayorías del congreso y/o en órganos
legislativos regionales. Temen que ocurra lo mismo que en Venezuela, Ecuador,
Bolivia, países en los que sus actuales gobiernos realmente representan y
trabajan por el pueblo, no para los intereses extranjeros y una mínima fracción
de individuos que hacen parte de las oligarquías y mafias locales. Esto para los ideólogos, arquitectos y
beneficiarios del sistema no es tolerable. Permitir que Colombia se les escape
de sus garras les causaría un trauma del que nunca se recuperaran; el efecto dominó
del socialismo que inicio Chávez se extendería rápidamente por toda la región
de América Latina y el Caribe.
Los intereses geopolíticos y económicos
regionales
Los cambios
de gobierno que han ocurrido en varios países de la región luego de la
ascensión a la presidencia de Hugo Chávez en Venezuela en 1998, propiciaron una
re definición de estrategias militares, económicas y geopolíticas por parte del
gobierno de EE.UU.
En ese
nuevo escenario, el mantenimiento del conflicto interno en Colombia juega un
papel esencial para la continuación y fortalecimiento del proyecto de
militarización. Colombia es hoy considerado el centro de operaciones mas
importante para las aventuras imperialistas, no solo a nivel regional sino
continental. Frente al fracaso de las operaciones de desestabilización
encubiertas y la guerra económica que han emprendido contra Venezuela principalmente,
la estrategia final del gobierno gringo es la intervención militar
directa. El escenario de conflicto en
Colombia, con todas las telarañas que le han fabricado (asociación de
guerrillas con gobiernos vecinos y grupos terroristas islámicos, invento de
nuevos narcocarteles, etc.), les servirá de pretexto para acometer el
derrocamiento de los gobiernos independientes de la región por la vía de la intervención
militar.
La paz
para los halcones defensores del sistema que funciona en Colombia no es la paz que
resulta del hecho de que todos los habitantes del país, sin distingo de clase, disfruten
de prosperidad económica, inclusión y justicia social, libertad de expresión y
disentimiento, y satisfacción plena de sus derechos humanos básicos, sino la
“paz” del miedo, la paz del silencio impuesta por las armas y el terrorismo de
estado, la paz de la represión e intimidación; es decir, la paz del
conformismo, la sumisión, la obediencia ciega, la paz de inculparse de sus
propias tragedias y miserias……….. Y para los que se atrevan a desafiar al
sistema, la paz de los sepulcros.