El
punto de las victimas, como era de anticipar, se ha convertido en un tema
álgido en las negociaciones de paz que se desarrollan en La Habana. Un asunto humanitario que abordado con la
seriedad que demanda su importancia podría garantizar el éxito de la
negociaciones, ha sido objeto de las manipulaciones mas mezquinas, y no solo
por los enemigos del proceso sino por pate de elementos del propio gobierno.
Aparte
de la mezquindad natural que caracteriza a ciertos personajes de la vida
política, la manipulación de las victimas es una consecuencia de la distorsión que
se ha hecho del conflicto colombiano, en cuanto a su naturaleza, orígenes, causas,
victimas y determinadores.
La
manipulación mezquina de las victimas, a unas re victimizándolas, a otras
usándolas, y a otras ignorándolas, es una formula perversa que conducirá a otro
fracaso del proceso de paz.
Si por
parte del gobierno hay sinceras y genuinas intenciones de alcanzar paz, las
discusiones sobre el tema de victimas deben abordarse sobre la base de que todo
el pueblo colombiano tenga claridad de los origines, causas y naturaleza del
conflicto interno. Eso por supuesto requiere de un gran esfuerzo pedagógico principalmente
dirigido a ese grueso de población que ha sido bombardeada por los medios
prepago con una versión del conflicto totalmente distorsionada, al punto que hay
victimas que no saben distinguir quienes sus victimarios.
Para
empezar, hay que hacer una clara distinción entre el “conflicto civil interno”, que es de naturaleza política, social y
económica; y el “conflicto armado o
confrontación armada”, que es una consecuencia de la existencia de ese
conflicto interno.
El
conflicto interno colombiano tiene sus orígenes desde prácticamente la época
colonial; y como tal, sus victimas son la gran mayoría de colombianos, quienes lo
han sufrido a través de la marginación y represión estatal y que por lo mismo han
sido condenados a vivir en condiciones de miseria y marginamiento social generación
tras generación.
Si se
trata de la confrontación armada, que
es lo que se trata de terminar mediante una negociación política, entre sus
victimas hay que contar a los miles de colombianos que han sido asesinados en
el fuego cruzado entre las guerrillas y las fuerzas armadas, como resultado de
ataques indiscriminados a poblaciones en las que actores del conflicto armado
(de uno u toro bando) han montado bases operacionales, por explosivos enterrados en zonas de conflicto (por ambos bandos); e incluso (dentro del derecho
internacional), podrían considerarse como victimas los combatientes de uno u
otro bando que han sido sometidos a tratos inhumanos luego de haber sido hecho
prisioneros.
Por el
lado del conflicto civil interno,
las victimas alcanzan cifras de millones: como resultado de masacres,
ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, desplazamientos forzados,…hechos de
violencia que en su gran mayoría han sido cometidos por agentes estatales y paraestatales, es decir por el propio Estado que se supone está para proteger
la vida y honra de todos los colombianos, lo que hace que esos crímenes sean
aun mas repudiables.
De
hecho, no les falta razón a las guerrillas cuando reclaman que incluso miembros
de la guerrilla deben ser consideradas como victimas del conflicto interno como
quiera que han optado (o se han visto forzados) por alzarse en armas luego de
que sus familiares mas cercanos (en muchos casos, familias enteras) han sido
asesinados en masacres o selectivamente por parte de fuerzas
estatales/paraestatales bajo el pretexto de que eran miembros o auxiliadores de
la guerrilla. Su único delito era vivir marginados y condenados a vivir en la
miseria en regiones del país donde el único actor externo que les garantizaba
su supervivencia era la guerrilla.
Los
buitres carroñeros que se lucran de la guerra se han dado a la tarea, con ayuda
de los grandes medios de comunicación, de negar la existencia del conflicto o
distorsionar su naturaleza y manipular mezquinamente a la población haciéndole
creer que las únicas victimas que hay que reparar son las del conflicto armado,
y que sus únicos victimarios son las guerrillas. Bajo esa lógica absurda, ni siquiera entonces
el conflicto armado ha existido. Según ellos, lo que ha padecido el país
durante los últimos 50 años no es una confrontación armada entre fuerzas
irregulares y estatales sino una serie de asaltos a bases militares, a
poblaciones, etc., por parte de un grupo de “terroristas” que no quieren que el
país prospere (léase, que continúe bajo el control y explotación de fuerzas
trasnacionales en asocio con las oligarquías y mafias políticas locales).
Y lo
peor es que incluso elementos del gobierno se unen a este coro. Una cosa es lo
que los delegados de Santos discuten y acuerdan en La Habana y otra totalmente
opuesta lo que algunos de sus funcionarios vociferan públicamente. El caso del
nefasto ministro de defensa es el mas patético y dañino. No descansa en su
empeño de desdeñar e ignorar a las victimas del terrorismo de estado, y no
pierde oportunidad de incendiar mas los ánimos de los buitres carroñeros, manipulando
mezquinamente cualquier declaración que sale de la delegación de las FARC.
El
desprecio por parte del Estado de sus miles de victimas es tal que incluso
desconoce sus propios documentos oficiales que sobre el conflicto armado se han
escrito. El documento mas reciente es el
preparado por el Centro Nacional de Memoria Histórica, el cual da cuenta de
que solo el 30% son victimas son de las FARC. Las fuerzas estatales y paraestatales son
responsables del 70% de los crímenes y hechos violentos/victimizantes cometidos
a lo largo del conflicto interno colombiano; y eso mal contados porque el
mencionado documento oficial solo cuenta las victimas a partir de la época en
que se inicio la confrontación armada.
Esas
victimas del estado no tienen dentro del país la audiencia que tienen las
victimas de la guerrilla; incluso, aunque el gobierno ha aceptado incluir
dentro de los grupos de victimas que han viajado a La Habana a representantes
de sus victimas, dentro del país, cuando los medios prepago se refieren a ellas
las estigmatizan, condenan, las asocian con terrorismo, y hasta se burlan de
ellas porque saludan a los delegados de las FARC.
Para
salir de este oscuro ambiente la primera guerra que hay que acabar es la guerra
de mezquindades; a quien hay que desmovilizar y desarmar primero es a los
buitres carroñeros que se han lucrado de la violencia y terrorismo de estado; a
quienes hay que censurar no es a los delegados de las FARC en La Habana sino a
los periodistas prepago que todos los días desde la madrugada vomitan su verborrea
incendiaria y su odio hacia las victimas del terrorismo de estado o contra
quienes las visibilizan o defienden.
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