Ministro Pinzon rindiendo cuentas a su jefe, el Secretario de Defensa de EEUU
En escritos anteriores expusimos algunas razones que conducen a anticipar que las negociaciones de paz que se desarrollan en La Habana no tendrán un final feliz; es decir, que el fin del conflicto interno y una convivencia en paz y con justica social serán nuevamente un sueño frustrado para la inmensa mayoría de colombianos.
Y hay que decir, para la “inmensa mayoría”, porque para una escasa minoría
conformada por las elites y mafias políticas y empresariales, la perpetuación
del conflicto y la violencia constituyen el mejor escenario para continuar
aumentando sus riquezas y gozando de los privilegios que derivan de ostentar el
poder político, económico y militar, no obstante su papel dentro del estado es
el de simples títeres y testaferros del gobierno de los EEUU y sus
multinacionales (incluidas las multinacionales que producen las armas para la
guerra).
Para entender mejor los comentarios que siguen lean los artículos
anteriores, y quienes ya los leyeron refresquen la memoria haciendo click aquí , aquí y aquí...
La resolución del conflicto colombiano depende exclusivamente de la
voluntad del gobierno gringo, y esa voluntad no existe ni existirá mientras persistan
sus políticas imperialistas de guerra, saqueo y explotación, y su autoproclamación
como los policías del planeta.
En Colombia, desde el inicio de la década del 2000, la responsabilidad
de la defensa de esas políticas e intereses imperialistas ha sido encomendada a
las fuerzas militares. Eso explica porque el presidente Santos tiene que
reiterar con frecuencia que las fuerzas militares no se tocarán en las
negociaciones de paz. El presidente de Colombia no es el comandante en jefe de
las FFMM; de hecho así ha sido desde hace mas de medio siglo. Con la llegada de Uribe a la presidencia se
desvaneció el ultimo remanente que quedaba del sometimiento del aparato militar
al control civil en cabeza del presidente.
Un candidato a la presidencia cuyo único merito era haber sido
narcotraficante y el arquitecto de la creación y fortalecimiento de los grupos paramilitares,
los mismos que operaban y desarrollaban sus actividades criminales en
coordinación con las fuerzas armadas, no podía ser visto como comandante en
jefe investido de poderes constitucionales sino como un temido comandante
narcoparamilitar llevado a la presidencia para legalizar las actividades del
cartel conformado por narcoparamilitares y los altos mandos de las FFMM, y para
absolverlos de los mas horrendos crímenes cometidos en la historia de la
nación.
Por supuesto que para el Tio Sam nada podía ser mejor que la llegada
de Uribe a la presidencia: no solo contaban con el beneficio natural de tener
un presidente títere (situación que disfrutaban desde la misma fundación de la
republica) sino con el poder adicional de tener un sujeto a quien, utilizando
el prontuario que le tenían como narcotraficante, podían ordenarle lo que
quisieran, incluyendo la entrega total del control del estado colombiano a las
FFMM, aunque en realidad estas también actúan como simples testaferros, ya que
quien controla todo en Colombia es el pentágono.
Con Uribe fuera de la presidencia, los gringos tenían que poner en el
ministerio de defensa a un agente de su total confianza, a quien escogieron no
por su competencia sino por su servilismo, idolatría y sumisión al estamento
militar. Ese agente es Juan Carlos Pinzón. Este sujeto es hoy el hombre de
confianza del pentágono y como tal tiene todo su respaldo. De ahí que el
presidente Santos lo haya mantenido en el cargo a pesar de sus evidentes
posiciones en contra de las negociaciones de paz con las FARC.
Para los gringos, Pinzón es prácticamente el clon de Uribe en la
administración de Santos: servil incondicional, proclive a la guerra y
violencia, y aliado incondicional de las altas jerarquías militares, al punto
que su posición de ministro de defensa es más una figura simbólica que una autoridad
real para la jerarquía militar.
Bajo este escenario es imposible ver a Santos realmente comprometido
con la terminación del conflicto armado por la vía de la negociación política.
A diferencia de Uribe, Santos maneja un discurso mucho menos hostil contra la
guerrilla, y en general contra quienes ejercen oposición política; pero en esencia
representan y defienden lo mismo: actúan como títeres del gobierno de EEUU, y
como tal aceptan sin reservas gobernar de acuerdo con los lineamientos
definidos por el imperio, lo cual incluye sumisión al estamento militar y en
ultimas a las directrices trazadas por el pentágono.
Evidencias de que quienes realmente ostentan el poder en Colombia son
los militares las pueden encontrar hasta en las paginas de los medios prepago:
se burlan del congreso y la justicia ante cualquier citación para discutir
asuntos relacionados con violaciones de derechos humanos y comisión de
crímenes; asisten a los mal llamados debates en el congreso cuando les da la
gana y, cuando lo hacen, defienden descaradamente a los militares de alto rango implicados en
las miles de ejecuciones extrajudiciales; como al congreso también lo tienen
sometido, logran que les aprueben cuantas reformas de carácter militar se les
ocurre, por mas aberrantes y desafiantes que sean (ascensos a altos mandos
militares acusados de falsos positivos y desapariciones, ampliación del fuero
militar que garantice impunidad a sus crímenes, etc.).
Hay que repetirlo, Pinzón es hoy el hombre clave de los gringos.
Varios medios prepago ya especulan que Pinzón será candidato a la presidencia para
el 2018 y están en lo cierto, pero no porque sea el propio Pinzón quien se
levanto un día con la convicción de que tenia el apoyo popular y reunía los
méritos para ser presidente, sino porque así lo han decidido los gringos;
obviamente, el ha aceptado ese “honor” con mucho entusiasmo.
Hay que anotar que Pinzón no hace parte de las elites, castas y mafias
políticas y económicas, entre quienes siempre se han alternado el control del
país, así que el guiño de los EEUU obedece únicamente a su servilismo ciego y a
que los militares han anticipado darle su voto de confianza como el nuevo figurín
en la presidencia.
Olvídense de Vargas Lleras y de cualquier otro candidato payaso del
narco centro democrático, o de cualquier delfín que suelten tempranamente al
ruedo las oligarquías mafiosas tradicionales (Pastranas, Gavirias, Gómez, etc.).
Olvídense también de las convenciones o
consultas populares sainete que programarán para escoger candidatos de otras
vertientes políticas. Habrán muchos otros candidatos, pero como ha sido siempre,
el presidente será el escogido por el imperio, y ese hombre será Juan Carlos Pinzón.
No habrá candidato de la guerrilla, o que indirectamente la represente,
por la sencilla razón de que el proceso de paz será para entonces un sueno
frustrado. La anticipación de Santos a
aprobar la reglamentación y fecha para el referendo que supuestamente aprobará
los acuerdos de la Habana, propuesto para Octubre de 2015, no es mas que otra patraña
para mantener altas las emociones y sentimientos de los colombianos, quienes
con la ilusión de que esta vez si habrá paz, han cerrado ojos y oídos, al punto
que ya no ven las continuas contradicciones, manipulaciones y el cinismo que
caracterizan todas las actuaciones de Santos.
Ojala las FARC no permitan que los cantos de sirena del supuesto
“post-conflicto” les haga olvidar que están negociando con buitres que únicamente
representan los intereses de halcones extranjeros y los privilegios de las
oligarquías y mafias políticas nacionales.
Y que tampoco se les olvide que esos intereses y privilegios no pueden
coexistir en un escenario de paz y justicia social.
Aceptar el desarme como condición para firmar los acuerdos de paz será
el suicidio prematuro del movimiento guerrillero.
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