Como era de
esperar la propuesta de Petro en su discurso de posesión de prohibir el porte
de armas ha causado toda clase de rechazos, la mayoría sin siquiera una argumentación
lógica. La mayoría de medios prepago por su parte no se cansan de hacer eco de las
opiniones distorsionadas que hacen las fuerzas de la extrema derecha colombiana
la cual defiende y se nutre de la violencia que precisamente se deriva del
negocio y posesión de armas en manos de sus fuerzas criminales protectoras.
Que estas
fuerzas violentas y guerreristas traten de obstaculizar (y hasta ridiculizar) la propuesta de Petro de desarmar la sociedad
civil no debe causar sorpresa, al fin y al cabo son las que controlan el estado
y sus fuerzas militares y de policía (y sus fuerzas paramilitares) y que como
tal se benefician del statu quo. Lo que resulta preocupante es que no haya una
contraparte que con sensatez y argumentos lógicos explique a la opinión pública las verdaderas motivaciones,
alcances y beneficios del desarme propuesto por Petro.
La discusión
de la propuesta la han manipulado haciendo uso del endeble argumento de que es el
comandante de brigada del ejército quien tiene la autoridad de establecer la
legalidad e ilegalidad del porte de armas. Nada más disfuncional en una
sociedad que se supone civilizada, si es que realmente es la fuerza pública
quien tiene autoridad para “legislar” al respecto. En una sociedad
supuestamente democrática, es a las autoridades civiles y/o a los órganos legislativos
a quienes les compete determinar quiénes y quienes no pueden portar armas.
Corresponde
a los especialistas del derecho constitucional, y a la Corte Constitucional en
particular, determinar si esa aparente atribución de legislar otorgada a las
FFMM es legítima. De ahí que la propuesta de Petro debe entenderse simplemente
como eso: una propuesta para buscar los mecanismos legales y constitucionales,
para como autoridad máxima del Distrito, tener (o recobrar) las facultades de
prohibir el porte de armas en su jurisdicción. Los mal llamados debates que están
promoviendo los medios prepago sobre si la propuesta de Petro busca prohibir el
porte ilegal de armas son ridículos, por decir lo menos; pues como prohibir lo
que ya está prohibido? Las armas en manos de ilegales deben ser decomisadas y
sus portadores criminalizados, y para eso no se necesita una ley sino autoridad.
Autoridad que por supuesto no la hay ni la habrá pues son las mismas autoridades
militares y de policía quienes surten y se nutren del mercado ilegal y legal de
armas.
En sociedades
civilizadas, es el estado (representado por sus autoridades locales) quien determina
que personas, cumpliendo estrictos requisitos de seguridad, pueden adquirir y
portar un arma; y la única responsabilidad
que le compete de la fuerza pública es hacer cumplir esa ley y no producirla,
modificarla o eliminarla. Más específicamente, a las autoridades militares y de
policía lo único que les compete es asegurar la implementación de la ley de
porte de armas mediante el establecimiento de procesos de escrutinio y verificación
previos de los solicitantes, en términos de conducta, antecedentes penales,
etc., que permitan asegurar que la venta de las armas y los salvo conductos
para portarlas sean entregados solo a ciudadanos que no constituyen una amenaza
para la sociedad.
Pero NO, en
un país violento y disfuncional como Colombia los preceptos básicos de gobernabilidad
y convivencia parecen estar muy lejos de la sensatez y la lógica. Por eso no sorprende que la extrema derecha
colombiana y sus fuerzas armadas se opongan radicalmente al desarme propuesto
por Petro….Aparte de sus estadísticas manipuladas que muestran que dos terceras
partes de los homicidios son cometidos con armas de fuego ilegales, sería
interesante tener acceso al inventario y flujo de armas hacia y desde las
instalaciones militares y de policía; así como a la base de datos de todos los
salvo conductos expedidos. Sus reportes amañados no mencionan que la mayoría de
esas armas en manos de la delincuencia y bandas criminales han salido de las
propias instalaciones militares y de policía. Un negocio boyante que lo
disfrazan mediante el otorgamiento de los salvo conductos.
No hay duda de que las fuerzas militares y de policía son una olla podrida que nadie se atreve a tocar, menos a intentar sanear. Por eso la propuesta de Petro, a la cual han seguido propuestas de congresistas de modificar el esperpento de legislación que les otorga esa facultad a las FFMM, debe ser apoyada firmemente por todos quienes tengan el mínimo genuino deseo de desarmar el espíritu violento que caracteriza a la gran mayoría del pueblo colombiano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario