En una de las demostraciones de desprecio más vil por la vida de las comunidades que habitan en zonas de guerra, el presidente Santos ha autorizado al ejercito y fuerza aérea bombardear cualquier casa en la que según la “inteligencia militar” se estén “alojando o escondiendo” miembros de la guerrilla. El anuncio es tambien una clara evidencia de la infuencia en las estrategias de guerra contra la guerrilla (y la oposicion en general), de sus amigos mercenarios Israelies, cuya presencia en Colombia salio a la luz publica con ocasion de las revelaciones en varios cables dipolamaticos de EEUU publicados recientemente por Wikileaks. Por eso no sorprende que Santos quiera convertir la region de Toribio en el Cauca, Chaparral en el Tolima y otras zonas del pais con presencia guerrillera, en lo que es la franja de Gaza para Israel.
Esta declaración temeraria y abiertamente terrorista exige una respuesta inmediata de parte de la Oficina en Colombia de la ONU y de todas las organizaciones de DH locales e internacionales, pues la declaración de Santos es la oficialización de la continuidad de los crímenes de guerra y lesa humanidad que recurrentemente han venido cometiendo las fuerzas armadas en contra de comunidades indefensas e impotentes que por décadas han estado sometidas a presiones y amenazas, no solamente por parte de la guerrilla sino de los paramilitares y de las propias fuerzas armadas estatales.
No es sino traer la memoria dos aberrantes crímenes de lesa humanidad cometidos por el estado colombiano: 1) el bombardeo de Santo Domingo en Arauca en el que vilmente fueron asesinados 17 campesinos; 2) el crimen de lesa humanidad cometido contra la comunidad de paz de San José de Apartado en el Uraba, con saldo de 8 civiles inocentes masacrados. En los dos casos, fue precisamente la “inteligencia militar” en alianza con la “inteligencia paramilitar”, la que falsa y perversamente identifico a la población civil como miembros o auxiliadores de la guerrilla, desconociendo que incluso desde tiempo atrás estas comunidades habían declarado neutralidad frente al conflicto interno armado.
Este parecer ser solo la antesala del recrudecimiento de los ataques de la fuerza pública en contra de la población civil; y que casualidad, precisamente cuando el presidente habla de la importancia de la gran minería, cuyos principales proyectos están precisamente localizados en zonas de conflicto.
El pretexto que está usando Santos para oficializar su política de terror es el reciente enfrentamiento de las fuerzas armadas con las Farc en el departamento del Cauca, en el cual según la propaganda oficial, magnificada por sus medios prepago, “fueron asesinados por esta guerrilla” 6 civiles.
Difícil creer que las Farc sean tan torpes (con todo y la campaña de desprestigio en su contra por parte del gobierno), como para que hayan planeado acciones militares directas contra de la población civil. Y si lo hicieron, aun si ocurrió por error, esas acciones deben ser repudiadas, y el propio comando central de las Farc debería enjuiciar a los comandantes de los frentes responsables de tal atrocidad. Pero la historia del conflicto demuestra otra cosa. Estos civiles y todos los cientos de miles de víctimas de otros enfrentamientos, murieron precisamente a causa de esta guerra fratricida y absurda que todos los gobiernos se han empeñado en perpetuar.
Esta guerra, y todas sus trágicas secuelas, no se acabará con la muerte de Alfonso Cano, como el establecimiento y sus medios prepago lo quieren hacer creer, sencillamente porque así acaben con todos los grupos armados irregulares, las causas reales de la violencia no solo permanecerán sino que se agudizaran, porque cuando el establecimiento niega, desconoce o simplemente ignora esas causas, el mensaje que está enviando es que no tiene la más mínima intención de eliminarlas: la extrema pobreza, la injusticia e inequidad social, el desempleo, la corrupción rampante a todos los niveles, la ilegalidad, impunidad, el narcotráfico, etc., etc..
De ahí que la última columna de Antonio Caballero en la revista Semana, en la que analiza las “causas objetivas” del conflicto colombiano, debería ser de obligada lectura para todos los idiotas que se dejan engañar con la propaganda difundida por el cartel de la guerra conformado por el gobierno, las elites políticas y económicas, sus patrones internacionales, y obviamente sus medios prepago. Y nos referimos solo a los idiotas, porque son estos los que tienen que despertar del aletargamiento al que han sido sometidos………Los autores y difusores de esta propaganda, los señores de la guerra, no son idiotas. Son unos criminales cínicos que no solo conocen a cabalidad estas causas sino que saben cuáles son sus dimensiones reales y su incidencia en el conflicto. El hecho simple es que a estos rufianes no les interesa eliminar, o por lo menos mitigar, esas causas, porque es el escenario de violencia el que les permite seguir aplicando políticas de choque y represión en contra de la población que se atreva a obstaculizar, protestar u oponerse a los planes trazados por sus amos: mantenerlos como grupo privilegiado que controla el poder político y económico del país, no importa que este papel lo tengan que cumplir como sirvientes de los poderes políticos y económicos internacionales, pues al fin y al cabo este papel de sirvientes les permite incrementar sus riquezas, y por lo tanto seguir rotándose los poderes nacionales y locales a través de procesos electorales que no son más que una burda farsa.
Y no importa que en ese plan macabro y perverso se lleven por delante la vida de cientos de miles de compatriotas, desocupen las arcas del estado, acaben con los recursos naturales (no solo por el saqueo de sus minerales sino por la devastación ambiental), y entreguen la soberanía política, económica y territorial de la nación a los amos a quienes sirven. Lo más repudiable y perverso es que con todo y lo que han hecho y siguen haciendo estos sirvientes de cuello blanco se presentan y son reconocidos como los más altos dignatarios, lo más patriotas, los que más se sacrifican por el país,….….
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