miércoles, 11 de abril de 2012

La realidad que vive Colombia pero que autoridades y medios prepago no quieren que conozcamos…

Dos recientes reportes periodísticos en medios internacionales sobre la criminalidad, trafico de drogas e inseguridad en Medellín han despertado agresivas reacciones por parte de los grandes medios nacionales y regionales, y por supuesto de las autoridades locales y nacionales.

Pero las reacciones no tienen nada que ver con el establecimiento de alertas y planes de acción (o de revisión de los programas existentes) que permitan reevaluar y dar solución efectiva a los críticos problemas sociales y económicos causantes de esa realidad. Por el contrario, las reacciones son de rechazo e indignación, calificando a los autores de desinformados, carroñeros, sesgados, ignorantes de la realidad, injustos con el país, y hasta de serviles de intereses oscuros que quieren hacerle daño a la “buena imagen” que goza el país en el exterior.

Histeria oficial que es replicada y amplificada por los medios serviles nacionales, especialmente, las grandes cadenas radiales y periódicos que son los mayores beneficiarios de la pauta publicitaria oficial. Como es lo usual, el cubrimiento de ese tipo de noticias por parte de los medios locales no está dirigido a contrastar sus reportajes que sobre los mismos problemas hayan divulgado, menos a retar a las autoridades nacionales y locales (por lo general, sus únicas fuentes) a que demuestren con hechos (no con cifras amañadas) lo contrario; sino a ayudar a minimizar, esconder, manipular y distorsionar la realidad que medios extranjeros, medios locales alternativos, u organizaciones internacionales se atreven a publicar.

El concubinato entre periodistas y autoridades llega al extremo de presentar como único argumento para desacreditar los informes internacionales que registran la realidad del país, el hecho de que sus autores no hayan tenido en cuenta los informes manipulados oficiales, que por lo mismo carecen de credibilidad. Tal parece, que al igual que ellos, la prensa seria y organizaciones internacionales también deben producir sus reportajes únicamente con base en los comunicados y estadísticas que suministran las oficinas de prensa o los propios funcionarios públicos, desestimando otras fuentes y testimonios que contrastan con los informes oficiales.

Tal vez las reacciones también obedezcan a la necesidad de tapar su mediocridad y servilismo, comportamiento que contrasta con el profesionalismo y honestidad que los verdaderos periodistas exhiben al fundamentar sus crónicas y reportajes en investigaciones en terreno y testimonios directos de actores sociales que, como víctimas o victimarios, viven las tragedias que aquejan al país. 

Par la reflexión, los siguientes son algunos segmentos de los reportajes internacionales que alteraron el espíritu patriótico de los funcionarios y sus medios cómplices:

Diario The Guardian de Gran Bretaña: “Nuevas guerras de bandas narcotraficantes vuelven pedazos el resurgimiento de ciudad colombiana”

“Medellín, el corazón industrial de Colombia, fue promocionado como ejemplo del renacimiento  en el país: la tasa de homicidios disminuyo en cerca del 80% durante un periodo de cinco anos, alcanzando  la cifra de 34 muertes por 100.000 en 2007, el nivel mas bajo en la década. Una vez denominada “la ciudad de la muerte”, Medellín estaba entonces abierta para las inversiones.

“Pero la raíz de la violencia en Colombia – el país que tiene el estatus de ser el mayor productor de cocaína del mundo – no ha desaparecido. Y la aparente paz en Medellín duró solamente el tiempo que su mundo subterráneo fue controlado por un hombre, a través de la Oficina de Envigado”.

“La facción que combatía con la Oficina llegó a su final el año pasado con la captura de uno de los lideres rivales, y desde entonces la mayoría del grupo se ha reunificado bajo el mando de un nuevo jefe, justo a tiempo para confrontar una nueva amenaza: una de las narco milicias emergentes de Colombia, los Urabenos”.

“La candente guerra entre la Oficina y los Urabenos es por el control del mundo subterráneo de Medellín, el mercado local mas grande y mejor posicionado para negociar con las mafias mejicanas que envían la cocaína a los EEUU”.

Diario El País de España: “Seguiré hasta el fin. Mato o caigo”

“Cada semana hacía unas ocho vueltas [encargos diversos; no siempre asesinatos], y con eso me ganaba como 10 millones de pesos (4.200 euros). Viajaba en avión, tenía un apartamento, a todas las niñas que quería, mi moto, revólveres, un rifle, la coca… Mire que entre cuatro consumíamos 70 gramos diarios”.

“En España, un gramo de coca cuesta 60 euros en la calle. En las barriadas de Medellín cuesta 2 euros, y, sin embargo, por allí no se ven drogadictos decrépitos como, por ejemplo, los de los poblados del extrarradio de Madrid. El testimonio de este sicario retirado indica que esto no se debe a una mayor contención en el consumo, sino a la mera pobreza. Según explica, los jóvenes de ahora no encuentran de dónde sacar dinero, ya no para drogarse, sino para comer o vestirse. Incluso asesinar por encargo, que antes podía ser bastante lucrativo, se ha convertido en un oficio ruinoso. El antiguo asesino a sueldo, que mantiene contacto diario con ejecutores en activo, pone un par de ejemplos: “El otro día, un pelao me dijo que mató a alguien y le dieron 20.000 pesos [8,4 euros] por esa cabeza, y me consta que otros matan hasta por 5.000 [2,5 euros] y que luego usan la plata para comprarle unas arepas a su mamá”.

“En Medellín, la oferta de asesinos excede la demanda de víctimas. Tanto, que los chicos más jóvenes llegan a matar gratis para intentar hacerse un hueco en el saturado mercado del crimen”.
“Lo paradójico es que mientras el crimen se reduce, parece que aumenta la disponibilidad de chicos empobrecidos y desocupados dispuestos a asesinar para ganar un poco de dinero. Igual de desconcertante es que en tiempos de menos violencia la relación que tienen ellos con la muerte se deshumanice cada vez más. “Algunos ya matan por deporte”, comenta el ex sicario, que siempre que hace una afirmación general, la ilustra luego con un horror particular”.

“La semana pasada estuve con un chico de 16 años de mi barrio. Estábamos sentados en la calle y él andaba como ansioso. Se movía, se tocaba mucho la pierna”.

—¿Qué le pasa a usted? —le dije.
— Que tengo ganas de matar —me contestó.

Y a continuación algunas de la reacciones histéricas de los medios prepago regionales:

El Mundo de Medellín (de propiedad del actual alcalde de la ciudad): "Contra un infame reportaje"

“El diccionario de la Lengua Española señala tres acepciones del adjetivo “carroñero”, la tercera de las cuales (“… que intenta sacar partido de miserias ajenas: periodistas carroñeros”) se puede aplicar al desfasado, mendaz e infamante reportaje publicado el pasado domingo por El País, de España, con el título, en la edición impresa, de “Ya no hay vírgenes para los sicarios” – parodiando el título de la famosa novela de Fernando Vallejo, publicada en 1993 –. El mismo periódico lo tituló en su página web: “Seguiré hasta el fin. Mato o caigo”.

Nosotros, desde esta tribuna, nos unimos al rechazo categórico que han expresado contra esa publicación las autoridades de la ciudad, los dirigentes políticos, los ex alcaldes y ex gobernadores, los gremios económicos, el periódico colega El Colombiano, las organizaciones cívicas y la ciudadanía en general.

Diario El Colombiano de Medellín: “Mas que una estadística”

“En su edición del 8 de abril el periódico El País de España publicó un reportaje titulado "Seguiré hasta el fin. Mato o caigo".

“Indignado, el Alcalde Aníbal Gaviria salió en defensa de la ciudad y en los micrófonos de una emisora discutió con Pablo de Llano , autor del reportaje. "Es un refrito de contenido amarillista. La realidad actual es muy contundente. ¿Cómo le van a decir a uno que el problema de los sicarios es más grave hoy que hace 20 años?", expresó el Alcalde”.

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